El empresario Pedro Traverso cree profundamente en el poder de los ciudadanos en el mercado. Por eso, siente que los cambios sociales que Chile está teniendo pueden transformarse en una gran oportunidad para empoderar a los consumidores. “El ciudadano les puede decir a las empresas: si no te preocupas de estas cosas, no te voy a comprar”, explica.

Traverso ha tenido siempre la inquietud de demostrar que una empresa puede ser beneficiosa para la sociedad no solamente con el producto que vende. Es por eso que creó hace 10 años la empresa Late! que produce agua embotellada, y que ahora se está expandiendo a otros productos como detergente y lavaloza orgánico. Pero la mayor singularidad de Late! es que el 100% de sus utilidades se donan a fundaciones. De hecho, este año están ad portas de completar mil millones de pesos en donaciones desde que nació la idea.

—¿Por qué la empresa Late! no se queda con sus utilidades?

—Lo que nosotros hacemos es donar el 100% de las utilidades que generamos. Lo que tratamos de hacer es obtener las mayores utilidades posibles, pero no para hacernos más ricos, sino que para poder donar más. Ese es el objetivo. Late! funciona igual que cualquier otra empresa, tenemos costos, pagamos sueldos, todas las cosas, y la última línea, que en el fondo se llevarían los dueños de las empresas, lo donamos a una fundación.

—–¿Por qué ha costado entender que una empresa también es parte de una sociedad?

—Son procesos. Y nosotros como ciudadanos tenemos un rol súper importante, y uno de ellos es elegir a las empresas que le hacen bien a la sociedad. Y eso cuesta que la gente lo entienda, que la gente lo crea. Las empresas quieren vender, y eso está bien, pero los ciudadanos podemos decir “si quieres vender, tienes que tener este comportamiento”. Nosotros sabemos que no todas las empresas pueden donar el 100% de su utilidad. Nosotros nos fuimos al extremo. Pero creemos que vehículos como el nuestro, pueden servir para señalizar ciertas cosas.

—¿Puede ser un problema que los grandes empresarios, en general, se manejan solamente desde la racionalidad?

—Respecto a eso tengo muy pocas esperanzas. Porque creo que las empresas siempre van a ser racionales y siempre van a buscar ganar plata. Es utópico pedirle a la empresa que se comporte caritativamente. No lo va a hacer si no le conviene. Hay excepciones obviamente. Pero en lo masivo, el que regula, el que tiene la palanca, somos los que compran. El ciudadano les puede decir a las empresas: si no te preocupas de estas cosas, no te voy a comprar.

—Cuando tú conversas con otros emprendedores sobre la importancia de la beneficencia, ¿cómo reaccionan?

—Los emprendedores, en general, están hasta el cuello. Entonces, claro, dicen ‘me gustaría ser responsable, pero no me da'. Entonces es muy importante que a la gente le importen estas cuestiones. Y con los empresarios, ellos tienen un discurso más bien reactivo.

—¿Hay una conciencia del medioambiente también?

—Completamente. Nuestra idea es hacer eso dentro de nuestra posibilidad. Y ahí tenemos un gran punto negro que es vender agua embotellada. Siempre que me preguntan lo digo, y es que no hay que comprar agua embotellada. Ahora, si vas a comprar en botella, compra agua Late (ríe). Pero en los formatos más grandes, de 20 litros, esos sí son envases retornables. Y hemos estado llegando a mil millones de donación y tenemos menos de 1% de mercado del agua. Entonces tenemos un espacio tremendo para crecer. Y si la gente empieza a preferir empresas como la nuestra, podemos ser un aporte sustentable e importante para la sociedad.

—Dices ‘ojalá no compren agua embotellada'. ¿Se proyectan entonces a dejar de hacer ese producto?

– Completamente. Lo que sí es que lo que hacemos es el tema del reciclaje. Si logramos recuperar la botella plástica y reciclarla, es mejor que el vidrio. Ahí está la clave. Nosotros les vendemos a hartas empresas, y les exigimos que tengan un sistema de recolección de botellas.