Estanterías de 12 metros vacías hasta la mitad y poca variedad de productos es lo que se observa hoy en varios supermercados Montserrat, lo que ha generado que sus clientes publiquen fotografías en redes sociales preguntándose por la salud financiera de la empresa.

Carlos Hidalgo (64) es desde hace ocho meses el director ejecutivo del grupo Montserrat, controlado por la familia Bada Gracia, que reúne a los supermercados de ese nombre, la inmobiliaria Santander, dueña de sus locaciones, y de los productos alimenticios Campo Lindo. Y se sincera: “No tenemos problemas financieros. Esas góndolas vacías son producto de (la crisis originada el) 18 de octubre y de errores nuestros, de malas negociaciones con nuestros grandes proveedores”.

Por eso, el hecho de encontrar productos sin variedad de marcas o góndolas a medio llenar es algo que han debido enfrentar desde antes del estallido social. Algunos actores del mercado financiero lo vincularon, más que a problemas de deuda o de pérdidas, a un manejo administrativo poco prolijo. “Nos atrasamos en algunos pagos a proveedores. Hicimos pésimas negociaciones con algunos de ellos —grandes— que nos dejaron con menos mercadería, pero lo estamos solucionando, reuniéndonos con ellos y viendo como mejorar esto”.

—¿Por qué malas negociaciones?

— Nos pasó, por ejemplo, que a una multinacional le debíamos $1.300 millones. Le pagamos al contado $460 millones, pero no negociamos el pago del resto ni la manera en que restableceríamos la provisión de productos. Fue un error nuestro. Pero eso ya está resolviéndose. De hecho, me tendré que reunir con cada uno de los líderes de nuestros proveedores para negociar y normalizarlo, explica Hidalgo, quien fue director de Montserrat en sus inicios profesionales, para luego trabajar como gerente de Grandes Empresas en Banco Santander y vivir una década con negocios en España antes de retornar a Chile el año pasado.

Los rumores de problemas financieros y con sus proveedores llevó a mediados del año pasado a que en la prensa se especulara con la venta de su marca, de sus supermercados o de sus propiedades inmobiliarias al fondo de inversión Frontal Trust. Una fuente muy allegada a este fondo negó esta supuesta operación.

E Hidalgo reafirma que nunca hubo nada. “Aunque siempre hay compradores (oferentes por sus propiedades), nosotros no somos vendedores. La familia Bada no está interesada en vender”, aseguró.

En general las locaciones de la cadena tienen locaciones estratégicas, cerca del metro o de los centros comunales. Y a pesar de su alto valor inmobiliario, los controladores no tienen intención de cambiar de rubro ni tampoco incorporar a nuevos socios o abrirse a bolsa. “Puede ser que la siguiente generación Bada esté dispuesta a cosas distintas, pero por ahora no veo ánimos de cambio, la verdad”.

La familia

Montserrat fue fundada en la década de los 70 por el patriarca de la familia Ceferino Bada, fallecido en 2017.

Hoy su familia Bada Gracia controla el 100% de la empresa, que no cotiza en bolsa ni ha colocado bonos. Por eso, la información financiera es solo la que están dispuestos a entregar. Su directorio está compuesto exclusivamente por la familia: María Del Pilar Gracia, María Paz, Antonio y Andrés Bada, y el único independiente en la toma de decisiones es Hidalgo. Incluso ya hay cuatro representantes de la tercera generación de la familia Bada que está trabajando en la compañía.

Hidalgo calcula el patrimonio del holding Montserrat en aproximadamente US$400 millones, que está conformado principalmente por sus 39 inmuebles, de los cuales 35 son supermercados, uno es su centro de distribución en Conchalí, otros dos repartidos en Santiago y en otro, en la localidad de Nos, piensan construir una nueva tienda. La firma tiene una deuda de solo US$25 millones y el año pasado su balance mostró utilidades, según su director ejecutivo, aunque sus ventas cayeron 30%. Su participación en la industria de supermercados en la Región Metropolitana, donde se concentran todos salvo tres de sus locales, es del 5%.

“Somos una sociedad anónima cerrada, por tanto no puedo informar nuestro balance financiero (…) Pero si estuviéramos en problemas, no estaríamos construyendo un nuevo local”, comenta.

Llueve sobre mojado

Y si los problemas con los proveedores los tenían complicados desde antes del 18 de octubre, el estallido social fue un mazazo aún peor.

De sus 35 tiendas, 33 sufrieron saqueos y 11 tuvieron que cerrar sus puertas. De ese golpe, se han ido levantando: “Actualmente tenemos tres locales cerrados: Malloco, San Bernardo y Quilicura”.

Y eso obviamente les generó un mayor problema. Esta vez también con los seguros que cubren sus mercaderías. Por tanto, tomaron la decisión estratégica de acotar su oferta de productos, con el objeto de reducir al mínimo los artículos susceptibles de ser robados en un posible nuevo saqueo. De hecho, el último que sufrieron fue el 29 de enero pasado en Quilicura.

“En general, en enero y febrero se vende poco, así que espero que en marzo retomaremos”, anticipó.

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