Álvaro Yáñez, conocido por su seudónimo de Juan Emar, al lado de su obra “Sin Título”.

Existen artistas que tienen una fuerte pasión por explorar, crear diversos lenguajes artísticos y de innovar. Su concepción y vivencia del arte los lleva a generar propuestas estéticas inimaginables para la época, desarrollando nuevas rutas creativas. Son inclasificables, ya que no es posible identificarlos con un solo estilo o corriente, porque aparecen en los entretejidos de la narrativa, la poesía, las artes visuales o la música.

En esta línea destacan Juan Emar (Álvaro Yáñez), Violeta Parra y Ludwig Zeller. Sus obras han trascendido y son un referente para creadores, investigadores y el público.

Un rupturista

Álvaro Yáñez, conocido por su seudónimo de Juan Emar, fue un hombre que se alejó de las expectativas familiares y se marginó de los cánones de su época.

Fue un creador multifacético: escritor, pintor y crítico de arte. Con un profundo interés por difundir en Chile los movimientos de vanguardia y el pensamiento estético y literario francés del que, junto con otros artistas, fue parte en París .

De regreso en Chile se dedicó a escribir. En 1934 autoeditó y publicó simultáneamente tres libros: “Ayer”, “Un Año” y Miltín”, los que pasaron inadvertidos.

Alejandro Canseco-Jerez, profesor emérito de la Université de Metz, Francia y especialista en la obra de Juan Emar, sostiene que era difícil comprenderlo.

“El criterio del crítico es la comparación y algo que es único no se puede comparar. Emar salía del horizonte habitual de un crítico y del lector, no obstante, es lo mejor que le pudo pasar porque una gran obra tiene ese componente de incomprensión, es disruptiva con respecto a su época y eso es lo que la hace intemporal”.

El profesor Canseco-Jerez explica: “Este artista era un fenómeno por su genialidad, su libertad, no hizo concesiones a nadie, no se acomodó nunca a las normas, siempre fue transgresor en lo que hacía. No buscaba un estilo, una vez que encontraba una forma pasaba a otra, sus textos son irreconocibles y en la pintura hizo lo mismo. Se alejó de lo anecdótico, de los pintoresco, trabajó con la fenomenología, con la forma de las percepciones, con la metafísica, la filosofía, el humor negro y eso hoy día fascina a los jóvenes”.

La más vanguardista

El espíritu creador de Violeta Parra y su deseo permanente de relevar nuestras raíces como pueblo, la llevaron a expandir y traspasar los límites del tiempo y de la época.

Cantante, compositora, poeta, divulgadora del folclor y la música popular chilena, recopiladora autodidacta de la tradición oral y artista visual, fueron algunas de las tantas dimensiones que abrió en sus exploraciones.

Investigadores de su obra, sostienen que ella ha sido la más tradicional de nuestros vanguardistas y la más vanguardista de nuestros tradicionales.

“Ella desde la raíz, desde la semilla de la tradición pudo dar un salto a una propuesta estética vanguardista. Gran cantidad de artistas que han corrido la barrera, han sido conocedores de su tradición, esto la posiciona como piso, como fundamento”, explica Felipe Espinoza, profesor del Instituto de Estética, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Para el académico, Violeta fue una pionera en muchos aspectos. “En términos musicales su pináculo creativo, es el Gavilán. Una obra que no ha sido lo suficiente abordada y dimensionada. Es una pieza que creó alrededor de los años cincuenta y que la había pensado con miras a montar un ballet, acompañada de instrumentos de orquesta. En eso se adelantó a lo que en los setenta se conoció como el rock sinfónico. Ella, quince años antes, ya lo había visualizado. Mi hipótesis es que Violeta Parra funda la música de vanguardia en Chile, que en términos más estrictos empieza a hacerse en los setenta con grupos como Los Jaivas o Congreso, donde hay fusión de ritmos latinoamericanos con rock. Después de su muerte este tema empieza a ser conocido, valorado, ahora es interpretado en conciertos de música contemporánea y se descubren sus vinculaciones con la música clásica”.

Poética de la creación

Ludwig Zeller es otro de los artistas que en su proceso creativo navegó en universos multidimensionales. La poesía, sus caligramas (composiciones gráficas alusivas a sus poemas); las artes visuales, su exploración en el mundo del collage, su interés por el mundo onírico y lo simbólico, dan cuenta de su diversidad artística.

Para Cristián Arregui, licenciado en Estética y poeta, su obra es única.

“En Zeller la cercanía con lo surreal es poética, incluso «espiritual». Se trata de una visión del poeta y el artista como buscador de las cosas más esenciales de la vida. Hay en eso una reverencia hacia el misterio… Lo principal es la lealtad a un mundo interno y su búsqueda interior. Su obra es una exploración de la profunda dimensión de los sueños y, con esto, la búsqueda de sí mismo”.

En una etapa de su vida, Zeller se vinculó con el grupo de poetas Mandrágora, vanguardistas chilenos, con quienes compartía el interés por la estética surrealista. Posteriormente, junto a su esposa artista, Susana Wald, y Rolando Toro, crearon la Casa de la Luna. Juntos desarrollaron “un contexto de rigor creativo y a la vez de diferenciación del arte y de la poesía «oficiales» de su época. Es una poética profundamente revolucionaria, pero esta revolución apunta a lo interior… Hay que pensar que el surrealismo chileno nunca tuvo mucha afinidad con la revolución política de raíz marxista u otra. Tuvo más que ver con la alquimia, con el esoterismo y la libertad individual”, explica Arregui.

En lo visual, Ludwig Zeller innova permanentemente, a través del collage explora y avanza a nuevas posibilidades expresivas. La imagen deja de ser primeramente una narración onírica y se muestra como símbolo con una multiplicidad de significaciones.

“Un símbolo dinámico, símbolo de transformación. Eso también se vincula con el mundo de los sueños. Cada collage de Zeller es un portal directo a esa dimensión. La influencia de su obra en las nuevas generaciones opera como una influencia secreta, como en los sueños”, comenta el licenciado Arregui.

Violenta Parra en su dimensión de cantante y una de sus obras como artista visual.

El poeta y artista visual Ludwig Zeller.

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