Hace 20 años, el arquitecto Fernando Cruz, aburrido de estar sentado en una oficina y atraído por su experiencia en diversos viajes por el mundo, decidió abrir el hostal Cienfuegos en pleno barrio Brasil. Un proyecto que debió cerrar el 31 de diciembre pasado debido a la baja sostenible de pasajeros y a la férrea competencia de las plataformas digitales que llevaron a ser inviable el negocio.

“El movimiento social terminó por sepultar a los hostales”, explica Cruz quien es actualmente el presidente de Chile Sertur, agrupación gremial que cuenta con alrededor de 120 socios, entre hostales y tour-operadores pequeños, y que esta semana cumplió 11 años de vida.

La situación vivida por el hostal Cienfuegos se ha repetido en otros tres hostales de Santiago y en, al menos, cinco de la Región de Valparaíso. Lo que significa que unas 10 personas en promedio por hostal quedaron sin fuente laboral.

Un estilo de vida

“El hostal te permite tener un alojamiento más barato, conocer amigos de diferentes nacionalidades, porque son habitaciones compartidas. Conoces la ciudad desde un punto de vista más ciudadano, más viajero menos turista. Es un estilo de vida. Nuestra pega es de hormiga, en mi caso yo recomendaba no ir al restaurante de moda, sino que ir a la Vega, a Franklin. Somos embajadores de la ciudad”, señala Cruz.

—Según ha denunciado Chile Sertur, la ocupación de los hostales este verano está en un 30% en condiciones que debería ser de 90%, ¿qué situación están viviendo los hostales en la actualidad?

—La situación es catastrófica, pero es un error achacarle esto al movimiento social. El movimiento social fue el que nos terminó de matar, pero ya veníamos muertos, nuestro gran problema es la ilegalidad. La oferta ilegal de turismo en Santiago es una cosa impresionante, es 10 veces más que la oferta legal. Si tú te metes a Airbnb tienes una capacidad de unos 16 mil departamentos, en Sernatur hay menos de dos mil hoteles registrados. Es un mito asumir que la oferta de Airbnb es la señora Juanita que arrienda una pieza para ganar unos pesos extra, eso no es así, son empresas, son amigos míos y amigos tuyos. El que se compró el segundo departamento y lo financia con esto, y como esta persona no contrata a nadie, su costo fijo es cero y arrienda un departamento para cinco personas por $30 mil la noche. ¡Trata de competir con eso!

En estas condiciones, sostiene Cruz, las pymes de este rubro no van a poder sobrevivir el resto del año, pues es en esta época estival cuando reúnen lo necesario para la temporada baja. “El daño es gigantesco”, señala Cruz.

—Las plataformas que ofrecen alojamiento están hace años funcionando en Chile, ¿cuándo el gremio comenzó a sentir el golpe? ¿El año pasado vivieron una situación similar?

—Este problema partió hace tres años. El año pasado era mucho menor, no era tan masivo, había menos oferta, estaba menos desatado. La crisis social igual ha pegado, pero no es el gran responsable. Nosotros veníamos cayendo 10% anual, y si no hubiera habido crisis social esto hubiera ocurrido exactamente igual. Habría sido más lenta la muerte, pero venía igual. No puedes pretender como país tener una industria que paga patente, al que le pides sellos y requisitos para funcionar que tienen costos, mientras que la competencia no tiene costos y se oferta en la misma plataforma que me oferto yo. Acá la cancha está totalmente dispareja.

—Ustedes participan en una mesa de trabajo con las autoridades sobre este tema, ¿qué resultados han obtenido?

—Nada. Estamos hace dos años en una mesa de trabajo, pero en dos años no se ha hecho absolutamente nada, dos años tirando ideas. Alemania ya ha legislado dos veces sobre este tema, España tres veces, Japón cuatro veces y nosotros estamos pensando.

—Pucón sacó este verano una ordenanza municipal que multaba a los alojamientos que no estuvieran registrados.

—Es una ordenanza fantástica, porque prohíbe el arrendamiento de departamentos ilegales cuando son residenciales. En Pucón había 1.500 departamentos en oferta cuando sacaron la ordenanza los primeros días de enero, el 25 de ese mes había solo 200. Eso es un exitazo, pero Sernatur lo objetó, cuando debería haberlo replicado en todo Chile. La gente debería saber que no se pueden consumir cosas ilegales, porque el que vende en la calle no paga impuesto y si queremos cambiar Chile debemos hacerlo desde la legalidad, es la única manera de avanzar. De otro modo nos vamos a ir a la ley de la selva. Hay que ser muy cuidadoso con el turismo porque es una piedra angular de la economía. Pero aún no lo hemos entendido así.

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