Nos cuentan que usted es la primera mascota de esta familia. ¿Qué cree que inclinó la balanza a su favor, en relación a un perro o un gato?

Lo que pasa es que en esta casa a nadie le gustan los gatos. Y los perros... ya sabemos cómo son los perros. Necesitan demasiada atención. En cambio, yo soy inteligente como un gato, juguetón como un perro y lleno de curiosidad como un hurón. Como poco, duermo mucho y juego más que mucho. Cuando adulto mediré solo 50 centímetros, pesaré como un kilo y viviré hasta 10 años. Soy una mascota ideal.

¿Cómo se explica entonces que su especie no sea más popular en los hogares chilenos?

Ehhh... Lo que pasa es que hemos tenido algunos issues a nivel global, y eso ha afectado nuestra reputación. De hecho, en ciertos países somos considerados una plaga. En Nueva Zelandia está prohibido tenernos como mascotas desde 2002, porque ¡ahhh! En esas tierras, bellas como las de El Hobbit, con esa naturaleza desbordante que nos encanta, nos reprodujimos como si no hubiera mañana y después nos comimos todos los pájaros nativos. Millones de humanos en ciudades como Nueva York y Los Angeles, por ejemplo, también tienen prohibido el derecho a recibir nuestro amor mascotil. Acá en Chile recién estamos ganando espacio.

¿Los hurones están subvalorados?

Solo te diré que mucho se habla de que nos gusta robar cosas —ferret, mi nombre en inglés viene del latín y significa ladronzuelo— y poco de nuestro talento para controlar plagas y para introducirnos en cualquier agujero, por pequeño que parezca. Son habilidades que hemos desplegado en misiones de extraordinaria sofisticación: los hurones protegimos de ratones los graneros del Ejército norteamericano hasta bien entrado el siglo XX, y en 1981 hicimos todo el tendido de cables para la televisación de la boda real entre Diana y Carlos, la transmisión más global hasta entonces en la historia de la televisión. De Buckingham no nos volvieron a llamar, pero seguimos trabajando firmemente para Boeing, cableando los aviones. Si te fijas, para bien y para mal, hemos sido héroes y víctimas de la globalización.