Muchas cosas han cambiado desde el 18 de octubre del 2019. Además de los rayados en paredes y monumentos, algunas calles del centro aún no recuperan la normalidad: muchos semáforos esperan todavía su reposición en el entorno del Parque Forestal.

Es en ese escenario donde surge un grupo de personas que ha visto la oportunidad en la coyuntura. Provistos de chalecos reflectantes, intentan dirigir el tránsito.

Todos los días un grupo de jóvenes se instala en la esquina de Santa María con Purísima: dicen ser “semáforos humanos” con orgullo. Nunca falta la broma, la frase ingeniosa para pedir “una cooperación voluntaria”.

“El semáforo me ha ayudado muchísimo. Llegué en diciembre; como andaba cesante, esta fue una buena forma de juntar plata. Vivo de allegado en Renca con mi señora y mis dos hijos. Me sirvió para financiar la Navidad. Gracias a esta esquina llego con pan a la casa”, cuenta Pablo Catalán mientras se instala en la calle para detener el tránsito. “Pare, pare”, grita.

Antes de las siete de la mañana ya están ahí. Sin hora de almuerzo ni lugar para descansar. Una persona por fila, haciendo gestos de siga, pare o doble mientras usan un chaleco reflectante que los hace visibles a decenas de metros. “Cada uno junta su propia plata, no la dividimos. Así evitamos peleas y enredos” explica Pablo después de secarse la frente ante el calor capitalino.

“¡Si no fuese por nosotros estaría la embarrada! Nos dicen que hacemos mejor la pega que los pacos”, bromean algunos de sus compañeros de labor.

“Es un buen grupo de trabajo, nos apañamos entre todos”, cuenta Joaquín Carrasco, que lleva casi tres meses en el semáforo. Carrasco vive en Huechuraba, y todos los días toma el transporte público para llegar a lo que se transformó en su lugar de trabajo. Dice que fue de los primeros en la zona.

“Llegué por iniciativa propia. Vi el taco que se armaba, porque no había semáforos y como estaba sin pega me vino bien”, relata Joaquín, de 26 años, mientras le pone un ojo a sus compañeros en la calle. “Las propinas son buenas igual, siendo respetuoso, atento, buena persona, agradable. Para mí esto ya es mi pega, debo cuidarla”, agrega.

De siete de la mañana hasta tarde en la noche, uno de estos semáforos puede ganar entre 15 mil y 20 mil pesos. Hasta 25 mil en un buen día. “Nosotros no obligamos a nadie, todo es voluntario. La gente coopera harto. No solo con las propinas, también con el orden para que esto funcione y no sea un desastre en las calles”, dice Pablo.

Saben que lo que hacen viene con un estigma: algunos los ven con desconfianza. “Hay gente que se asusta, que cree que solo andamos pidiendo plata. No todos entienden que venimos a ayudar, no solamente a ganarnos unas lucas” cuenta el “Joaco”. “Incluso, hemos echado a varios que vienen a nuestra esquina a robar”, dice Pablo.

Aseguran que no han tenido problemas con Carabineros. Entre risas cuentan que una vez les pasaron un parte por estar dirigiendo mal, porque los autos iban contra el tránsito. “Los policías nos hacen control de identidad, nos conversan y no hay mala onda”, cuenta Carrasco.

“No es la solución”

Sin embargo, los semáforos humanos están lejos de ser una alternativa oficial para el municipio. “Creemos que no es la solución. Cobran una propina, hemos recibido quejas de algunos usuarios. No tienen la preparación necesaria ni están capacitados para dirigir el tránsito. No cuentan con nuestra aprobación.” afirma Felipe Alessandri, alcalde de Santiago.

Respecto a cuáles medidas se están tomando para dar solución al problema de los semáforos, el alcalde asegura que se están haciendo los intentos por volver a instalarlos, pero esto siempre mientras la violencia en las calles lo permita. “Cuando no están los semáforos humanos oficiales, de la comuna de Las Condes, apoyamos con inspectores municipales. Carabineros también presta ayuda en la tarde, ya que en la mañana, de 7:30 a 11, están nuestros semáforos capacitados”, explica Alessandri.

Cabe destacar que en este momento hay 18 semáforos humanos oficiales, financiados por Las Condes. Como hicieron un buen trabajo en diciembre, sus funciones se extenderán durante el horario de la mañana hasta el 31 de enero. Además de ser un apoyo financiero para aquellos que hacen este ejercicio, son personas capacitadas por el municipio, por lo que ayudan a resolver el caos que se da en algunas calles de la capital.

alejandro balart

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