Cristián Campos Melo —comunicador, fotógrafo científico y medioambiental— embala los muebles de su departamento en Providencia. A fines de enero se trasladará a vivir con su pareja y su hija Emilia (ocho meses) a Valdivia, su ciudad natal. “Allá esperamos desarrollar proyectos de educación medioambiental”, dice.

El también periodista se crió entre ríos, bosques, y playas valdivianas. Entre enciclopedias y revistas con información histórica y científica. “Cuando con mi hermana mayor nos hacíamos preguntas y mis padres no sabían cómo responderlas, nos decían que recurriéramos a esas ediciones. Además, pasar gran parte de mi infancia en el campo de mi abuelo fomentó mi pasión por la naturaleza; se despertó mi curiosidad por saber más de ciencia y medioambiente”, cuenta.

Admirador del explorador e investigador francés Jacques Cousteau, en 2010 fundó con la periodista científica Andrea Obaid la agencia de comunicaciones y productora Neurona Group.

Allí crearon campañas educativas y medioambientales con la cual recorrieron colegios de todo Chile. Además, realizaron microprogramas educativos emitidos por Canal 13C, Fox, Nat Geo y Discovery, una exposición educativa en el Metro de Santiago (2011) y un espacio en radio ADN. Esto sumado a la creación de documentales y programas de televisión de divulgación científica.

“Más que periodismo científico, prefiero hablar de divulgación científica. Nuestro rol es acercar esta información a todos. La apertura de la ciencia está marcada por una nueva generación de científicos que tienen más incorporado aproximar la ciencia a la gente”, enfatiza.

“La basura no existe”

El fotógrafo científico, autor de las imágenes de la exposición “Turismo científico” en el Metro de Santiago (2017) actualmente es director audiovisual de la serie documental “Efecto Eureka”, que transmite Canal 13C. “Es un recorrido íntimo de quienes han hecho de la ciencia su motivo de vida. Cada capítulo relata la historia de un científico y una científica con sus pasiones y motivaciones tras sus proyectos. El objetivo es poner en valor nuestro patrimonio humano-científico. También contar la humanidad que existe tras la investigación científica, el esfuerzo de sus protagonistas y el apoyo que reciben de sus familiares”, comenta.

Con su pareja, Ana Rivera —consultora en sustentabilidad y que además promueve la alimentación consciente—, hace más de cuatro años decidieron llevar una vida más coherente con el cuidado del medioambiente. “Esta cadena debe partir con la disminución del consumo, la reutilización y por último con el reciclaje. A mi modo de ver, la basura no existe en la naturaleza, la creó el hombre”, enfatiza.

Así la pareja, que no tiene televisión, en los últimos años bajó drásticamente su consumo cotidiano. “Hace cuatro años que decidimos comprar la ropa estrictamente necesaria, preferimos reutilizarla o repararla”, dice.

Una vez a la semana les retiran los residuos orgánicos que compostan: “Tenemos un sistema de ahorro de agua, consumimos orgánicamente y nuestra casa está repleta de muebles reciclados o que nosotros fabricamos”.

“Lo peor de los últimos años”

—Una encuesta sobre medioambiente de la Universidad Andrés Bello a fines de 2019 determinó que la gestión de residuos y el cambio climático son la principal preocupación medioambiental de los chilenos.

—Existe un Chile antes y después de la crisis social en esta materia. Antes del estallido los chilenos éramos los más comprometidos con el cuidado del medioambiente en América Latina, pero la crisis manifestó otras urgencias. Ante las demandas sociales, nadie se detiene a pensar que para financiarlas dependemos de los recursos naturales. Este cuidado debería estar primero, pues gracias a eso podemos tener una economía más sólida. Además, la educación, sin importar el segmento, debería estar orientada a la importancia de proteger nuestro medioambiente y sus recursos. El planeta es nuestra casa y, si falla, fallamos todos.

—El Gobierno está poniendo su foco en el cuidado medioambiental, lanzó recientemente la campaña “Cuidemos el agua”.

—Es un tema fundamental y crítico teniendo en cuenta la crisis hídrica que vivimos, la peor de los últimos cincuenta años producto del cambio climático. La escasez de lluvia ha producido un colapso en los sistemas de riego en varias provincias, algo impensado hasta hace un tiempo si consideramos que Chile es el país con mayor reserva de agua dulce del continente. Incluso la sequía ha provocado la muerte de decenas de miles de cabezas de ganado. A esto se suman temas como la privatización del agua que debe discutirse con más fuerza a nivel nacional. Hoy somos uno de los países con mayor privatización de agua a nivel mundial, pero el agua es de todos y no solo debe privilegiar al sector productivo.

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