Desciende de un ministro exiliado en su tiempo y su esposo tiene parientes en el PS. La presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, en lo personal ha sido objeto de funas y tras el acuerdo del 15 de noviembre ha protagonizado fuertes pugnas con sus socios de coalición, en especial con el presidente de RN, Mario Desbordes, aunque no descarta votar por él si llegara a ser el candidato de la coalición.

Su vida tiene varios capítulos que se apartan de esa fama de mujer dura que tiene. Salió del colegio a los 16 años y a los 22 ya era médico. “Como tenía buenas notas entré a hacer la beca de especialidad en psiquiatría. Estaba en mi segundo año del posgrado y ya estaba pensando en hacer otro en España”, recuerda.

—¿Es cierto que a la semana de conocer a su marido decidieron casarse?

—Por esos días tenía una despedida de soltera de una amiga y me confundí de fecha. Iba acompañada de otra amiga, nos dimos cuenta del error y estando en el centro de Concepción decidimos ir a comer algo. Al cruzar la calle, ella se encontró con un amigo y me lo presentó. Él nos invitó a comer y cuando nos fue a dejar, se me quedó la cartera en su auto, pero él me llamó por teléfono para avisarme y me invitó a comer. A la semana subsiguiente empezamos a pololear y decidimos casarnos. A los tres meses estábamos casados. Llevamos 29 años de feliz matrimonio (con Mauricio Pavez) y tenemos seis hijos… seis hijos y con el mismo marido, algo poco común.

—Entiendo que su esposo era concertacionista, ¿no?

—Su familia tiene muchos miembros que son militantes del PS. De hecho, mi suegro (ya fallecido) trabajó en el gobierno de Allende, Mario Pavez.

—¿Él sigue siendo simpatizante de la izquierda?

—Noooo. El amor es más fuerte. En su minuto votó por el No (plebiscito de 1988), era independiente pero más bien cercano a la Concertación. ¿Y después? Bueno, como dije, el amor es más fuerte: Hoy es militante de la UDI. Tengo un voto asegurado.

—¿De dónde viene el interés por la política?

Pienso que de mi abuelo, Enrique van Rysselberghe, que fue alcalde de Concepción. La gente lo recordaba con mucho cariño. En los años 80 mientras estudiaba en la Universidad, me vinculé al movimiento gremialista.

—Supe que desciende de un ministro de José Manuel Balmaceda, Valentín Martínez, que escapó a Bélgica en 1891.

—Mi bisabuela Isabel Martínez era hija de él. Ella se fue a Europa por esa misma razón y se quedó allá. Mi bisabuelo (belga) Max van Rysselberghe se vino en un barco de exploración a los hielos australes de la Antártica y la nave quedó atrapada por los hielos durante dos años. A la tripulación se le dio por muerta, allá en Bélgica hubo funeral. Pero habían sobrevivido y usando dinamitas lograron salir y salieron de vuelta a Europa. Allá él conoció a Isabel Martínez y se casaron. Luego llegaron a Concepción. Como puede apreciar yo vengo de un sobreviviente y de una aventurera. .

—¿O sea, la presidenta de la UDI es descendiente de un exiliado?

—Para que vea...

Mujeres en política

—Tomando en cuenta que usted rechazó la paridad, ¿le ha costado abrirse paso en la UDI, por ser mujer?

—No, al contrario. Lo que es difícil es encontrar mujeres a las que les guste la política, porque es un trabajo súper expuesto. Pero en la UDI nunca encontré obstáculos por ser mujer.

—¿O sea, le dieron el beneficio de las paridad de género a usted?

—Sí (se ríe). Las mujeres, si tienen las condiciones, son muy buenas candidatas. A mí me buscaron para postular a concejal cuando tenía 26 años. Hacía tres meses había tenido mi primer hijo. Pensé que iba a perder… quién iba a votar por mí —me pregunté— , y para sorpresa mía, a pesar de haberme enfermado de una hepatitis feroz (pasé en cama el último mes de campaña) saqué una súper buena votación. Entonces pensé que si me aplico puedo ser alcalde. Y a la tercera vez lo logré. Tenía 35 años. Cuando asumí en la municipalidad todos los directores eran hombres y mayores que yo. Tuve que desarrollar el carácter que tengo, un estilo de liderazgo que es frontal. Tenía que hacer que me obedecieran.

—¿Recuerda algún acto machista que la perjudicara en la UDI?

—No.

—¿Y en el mundo de la política en general?

—Un poco más. Yo creo que ha sido a raíz de tener un liderazgo parecido al de los hombres. Lo sentí cuando fui intendenta, porque encontré un ambiente absolutamente hostil.

—¿Ha renunciado a algo por la vida partidaria?

—Básicamente a la privacidad y al tiempo con mi familia. Por ejemplo mi hija menor tiene 12 años y paso poco tiempo con ella.

—¿No está arrepentida?

—No, porque mis hijos son sanos de cabeza y de corazón , con buen humor, son generosos. Y lo que más me interesa en la vida es que ellos sean felices.

—Pero debe haber ocasiones en que algún hecho de la política los haya afectado…

—Me acuerdo cuando era alcaldesa y el municipio fue condenado a pagar una cifra millonaria por un juicio debido a la deuda histórica con los profesores. Como la ley castigaba con privación de libertad esas deudas yo dije que estaba dispuesta a irme presa y no dejar endeudada a la alcaldía. El gobierno de Ricardo Lagos no me daba una solución adecuada. Mientras tanto construyeron un pensionado (cárcel) para mujeres porque no había uno en Concepción. Cuando salió la orden de arresto en mi contra, una de mis hijas me mostró un billete de mil pesos arrugadito. Me lo entregó diciendo que era para pagar la deuda ‘y para que no vayas presa, mamita'. Tenía cuatro años y me dio mucha pena.

—Hay quienes dicen que a usted le cuesta que le dé pena.

—Esas son caricaturas. Hay personas que no están acostumbradas a que haya mujeres que digan lo que piensan, que les gusta que uno diga lo que ellos quieren escuchar.

—¿Por qué no saludó a Mario Desbordes durante la ceremonia de La Moneda el 23 de diciembre por el plebiscito de abril? ¿Fue algo planificado?

—Sé que nadie me cree cuando digo esto, pero sinceramente no los vi. Tengo déficit atencional y en ese momento (cuando iba pasando) me hablaron dos personas al mismo tiempo y sonó mi teléfono. Pasé de largo. Y cuando me senté al lado de Mario Desbordes le dije buenos días. Por eso pensé que cuando me preguntaban los periodistas era porque no me había parado a saludarlo. Eso sí que lo hice consciente, me dio lata pararme. Claro que cuando vi la imagen del video de mi paso frente a ellos, hice la misma exclamación que el resto de la gente, y dije ohhhh!!

—¿Le molesta que algunos no le crean?

—Por mi formación de psiquiatra soy responsable de lo que digo, no de lo que el resto dice escuchar. No me complico más allá. La vida ya tiene muchas complicaciones como para preocuparme por lo que alguna gente interpreta.

—¿En política, usted votaría por Mario Desbordes si fuera candidato presidencial del sector?

—En general soy disciplinada y siempre he votado por los candidatos del sector, pero en esta oportunidad esperamos llevar un candidato de la UDI .

—¿Entonces votaría por él?

—Pienso que empezar a hablar de este tema ahora es casi frívolo.

Un episodio desagradable

—¿Cómo ha vivido las funas que le han afectado luego del 18 de octubre?

—Son súper injustas. Entiendo y respeto que haya personas que me encuentran razón y otras que no. Pero nadie tiene ningún derecho a que por pensar distinto se sientan con el poder a molestar, ofender o pegar.

—¿Fue sorpresivo que una mujer la golpeara en un avión?

—Me sorprendió y además la mujer que me pegó fue maletera. Yo estaba hablando por teléfono, pasó por el lado y me pegó un combo en el hombro mientras yo estaba sentada. Le dije ‘loca de patio, me pegaste un combo'. Y ella se puso como loca y respondió: ‘Debería pegarte un combo en la cara'. Ahí intervino la azafata y el piloto. Pienso que debieron haberla bajado del avión.

—¿Por qué cree que no lo hicieron?

—Todo el mundo tiene miedo y ella estaba grabando. Le pedí a la aerolínea que hiciera la denuncia, espero que la hayan hecho. Voy a hacer un seguimiento para que cumplan con su obligación y no quede impune este hecho

—¿Qué sintió en ese episodio?

—Es algo humillante porque no hay ninguna razón para que se hagan este tipo de cosas. Estos episodios los suben a las redes sociales y los ven los hijos de uno, mi madre, la gente que la quiere a una … Buscan sacarte de tus casillas para responderte y uno tiene que aguantar insultos y falsas acusaciones. Es un verdadero ejercicio de fortaleza y paciencia no contestar porque da rabia. Es algo humillante porque uno no tiene por qué aguantar que te insulten.

—¿Ha tomado medidas por esto y otros hechos?

—Me pusieron protección policial, luego de que quemaron mi oficina en Concepción, trataron de hacer lo mismo con la de mi marido y desconocidos grabaron mi casa. También tengo amenazas telefónicas y por redes sociales

—¿En su visión de psiquiatra cómo analiza la salud mental en el Congreso?

—En el Senado el trato es bien humano, agradable, más allá de las diferencias, y eso se agradece. No hay insultos ni descalificaciones personales , salvo un par de casos. Pero pienso que la salud mental en Chile en general está mal. Este es el país de lo políticamente correcto donde pocos dicen lo que piensan, lo que genera conflictos y eso es poco sano desde el punto de vista psiquiátrico. Hay dicotomías estresantes: quieres ser exitoso pero quieres tener tiempo… son cosas incompatibles. Hay que tomar decisiones. Por ejemplo, hay adolescentes que quieren entrar a la universidad, pero no quieren estudiar para dar la PSU.

—¿Cuál es el problema de fondo en todo el lío de la PSU?

—Es un tema ideológico. Si se escucha la fundamentación hablan de que se está segregando. Pero es evidente que se tiene que segregar, tiene que haber todo tipo de profesionales y oficios para cumplir las diversas funciones. No todo el mundo tiene la misma capacidad, habilidad, concentración, memoria, perseverancia, inteligencia. Son talentos distintos. Eso no lo aceptan. No todos somos iguales. Uno tiene que tener todas las oportunidades pero eso luego depende de las capacidades y del esfuerzo y del trabajo de cada uno.

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