Las últimas semanas de Marcela Sabat han sido especialmente agitadas. Pero en su cara no hay señal de cansancio y su voz parece adquirir un nuevo vigor apenas empieza a hablar de la propuesta sobre paridad, participación independiente y pueblos originarios en el proceso constituyente, que esta diputada y vicepresidenta de RN presentó hace una semanas y la ubicó en el centro del debate político.

—Esta es una oportunidad histórica para Chile y para que las mujeres tengamos una representación legítima —explica mientras se toma un descanso en la cafetería de la Cámara de Diputados.

Son las dos de la tarde del penúltimo día de 2019. Hace tres horas Sabat llegó desde Santiago al Congreso en Valparaíso —se levantó a las seis de la mañana, estuvo con su hijo León de nueve meses y en el camino sostuvo algunas entrevistas radiales— para reunirse al mediodía, en el salón Inés Enríquez, con diputadas y senadoras de distintas tiendas políticas para acelerar la reforma que apunta a la paridad de género en la eventual Convención Constituyente. Marcela junto con la senadora Ximena Rincón (DC) encabezaron este encuentro, en el que también participaron representantes de organismos de la sociedad civil como Mercedes Ducci y Esperanza Cueto, de ComunidadMujer; Marcela Ríos, del PNUD, y Camila Maturana, de Corporación Humanas.

—Por años hemos vivido subrepresentadas por un Congreso que hoy, con ley de cuotas, con un mecanismo de incentivo que es probado a nivel internacional, solo nos entrega un 23% de participación. Estoy segura de que en los próximos 30 o 40 años, cuando se hable de este proceso, no se entenderán las razones de este enfrentamiento de posiciones sobre que las mujeres tuviéramos una participación legítima y paritaria. Esta discusión la veo como tan del siglo pasado… es como una lucha que tuvieron las mujeres para el voto.

—¿Usted se define feminista?

—Ser feminista en mi sector no es fácil, porque el concepto tiene una carga de izquierda mal entendida. Nuestra lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no es partidista. Mi lucha no tiene domicilio político.

***

Todo partió el 10 de diciembre. Ese mediodía, mientras se iniciaba la discusión parlamentaria sobre el proceso constituyente, Marcela Sabat junto con otras dos diputadas de RN, Ximena Ossandón y Erika Olivera, realizaron un punto de prensa para proponer que el organismo encargado de redactar la próxima Constitución estuviera compuesto de forma equitativa tanto por hombres como por mujeres. Validaron su propuesta con cifras: “51% de la población es femenina, ante tal situación hay que asegurar la paridad”.

Pero ocurrió lo inesperado.

Una semana después, el 18 de diciembre, cuando se votaba “el Acuerdo por la Paz”, la propuesta que habían formulado las parlamentarias de RN —que se unió a las mociones que también hicieron diputadas de oposición y grupos de mujeres de la sociedad civil—, fue rechazada por Chile Vamos. Evópoli y la UDI, y algunos parlamentarios de RN, se opusieron a la idea de legislar porque “rompía el acuerdo del 15 de noviembre”.

Marcela Sabat, quien es también vicepresidenta para Sudamérica de la Red Parlamentaria para la Igualdad de Género (RPIG), que promueve el liderazgo político de las mujeres en los países de las Américas y el Caribe, se abstuvo de votar la moción, “para no rechazarla”.

—Mi convicción me impidió votar en contra de una lucha en la que creo y defiendo desde hace muchos años. Es la única forma de disminuir la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, teniendo espacios de decisión —dice la diputada, quien ese día presentó junto a sus compañeros de partido la misma iniciativa.

—¿Qué es para usted la paridad?

—La paridad está directamente relacionada con insertar la perspectiva de género en la nueva Constitución y posibilitar la resolución de un sinfín de problemáticas de las mujeres en Chile. La paridad en el proceso constituyente tiene un objetivo de fondo muy claro: igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Una demanda que no es solo de las mujeres, es de la sociedad. Cuando una mujer deja de ser discriminada y vulnerada, una familia entera es la que avanza y logra mayores oportunidades.

No es la primera vez, dice Marcela Sabat, que se involucra en un desafío similar. En julio de 2014 fue una de las organizadoras de una “bancada de mujeres” para promover una agenda de género dentro del Congreso y que contó con el apoyo de diputadas de todos los partidos. Las unía una cifra que querían cambiar: las legisladoras solo constituían un 15,8% del Congreso. Fue el punto de partida para la Ley de Cuotas, que fue aprobada en agosto de ese año.

—Pero en ese momento hubo tanta división en su alianza como ahora…

—No… no amenazaron con quebrar Chile Vamos. Hoy día, efectivamente, han existido presiones muy fuertes con bajar el proyecto, porque en el fondo no tiene apoyo de un sector que es —siento yo— más extremo en estas posturas. Hace algunos años, la UDI satanizó la Ley de Cuotas y ahora es un mecanismo que valida y busca ampliar. Yo entiendo que eso responde a un avance, a una evolución en su forma de pensar… Ese desfase legislativo de la UDI en materias tan importantes no le hace bien a Chile. Espero que modificando el mecanismo en el Senado se abran al tema de fondo.

—Quienes la critican dicen que está acercándose a ideas de la izquierda.

—Pero nos están acusando quienes están capitalizando votos de la derecha radical de José Antonio Kast. Yo valido también esa estrategia de la UDI, pero no creo que se deba poner en peligro la coalición de gobierno, que necesita estar unida para apoyar al Gobierno a sacar adelante la agenda social, la agenda antiabusos, la agenda de orden público; no se puede poner en peligro esa unidad.

—¿Ha conversado sobre este proyecto con Jacqueline van Rysselberghe?

—No, con ella no… ella ha tenido enfrentamientos muy fuertes con el presidente de mi partido (Mario Desbordes) y ahí ella ha expresado cuál es su voluntad respecto a esto. Yo me niego a creer que la presidenta de la UDI y su partido estén en contra de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en un proceso constituyente.

—La diputada Catalina del Real, quien integra su partido, ha dicho que no todas las mujeres de RN comparten su mirada.

—Nosotros hoy día, en RN, somos la bancada más grande de diputadas en el Congreso, porque el partido fue el que mejor leyó la Ley de Cuotas. Entiendo que en el interior de mi partido existen distintos criterios, existen distintas visiones, pero existe el respeto; y a mí en RN nadie me ha amenazado con vetarme y eso lo agradezco. Por eso estoy en RN y no estoy en la UDI.

—¿Cómo ha llevado las conversaciones con las parlamentarias del Frente Amplio y del Partido Comunista?

—Las conversaciones con las diputadas de oposición para este y otros proyectos que buscan mejorar la vida de las mujeres han sido un trabajo en equipo y demuestra que en política, manteniendo las diferencias, deben primar los acuerdos en base a los que nos une primero para poder avanzar.

***

Marcela Sabat Fernández en marzo de este año cumple diez años desde que asumió como parlamentaria. Inició su carrera política cuando se presentó como candidata a diputada a las elecciones de diciembre de 2009. Tenía 27. En esa elección compitió por el distrito Nº 21, (que incluía Ñuñoa y Providencia) y fue elegida con el 27,4% de la votación. En 2013 fue reelegida por el mismo distrito . Y volvió a repetirlo en 2017, pero ahora por el nuevo distrito 10, un área mucho mayor que abarca las comunas de La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín y Santiago.

Hija del exalcalde de Ñuñoa Pedro Sabat, ella suele repetir: “Yo no entré a la política, siempre estuve en la política”. Dice que creció viendo a su padre en campañas o en sus labores comunales. Al principio de su labor parlamentaria, ese detalle lejos de ayudarla, le jugó en contra. Incluso políticos de su mismo sector como el exalcalde de Providencia Cristián Labbé la nombraba “la niñita Sabat”. Ella lo recuerda:

—Así fue. Tenía tres pecados: un apellido conocido, era joven y soy mujer.

—¿Cómo enfrentó esos prejuicios?

—Igual que todas las mujeres, con mucho esfuerzo y trabajo. Es la fórmula que tenemos las mujeres para enfrentar las discriminaciones, los prejuicios, que son miles. Especialmente en política, que ha sido por años un mundo de hombres. Entonces se deben demostrar las capacidades tres veces más que lo que un hombre. Además, nos enfrentamos a los estereotipos de género que implican ser criticadas desde lo superficial, como la apariencia física… eso no ayuda, provoca que existan muchos juicios anteriores, antes de que una mujer ni siquiera opine.

—¿Cómo fue su primer año en el Congreso?

—Fue muy duro y ni siquiera me dejó cuestionarme por qué yo tenía que enfrentarme a un mundo de críticas injustificadas. Y todo eso me ha servido para fortalecer mi convicción en torno a cómo hay que trabajar y cómo hay que fortalecer la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, para lograr estar en escaños de poder.

La diputada se queda pensando y agrega:

—Cuando uno parte en política, claramente debe enfrentar una escala distinta a la que tiene un hombre. Y esto se siente mucho más fuerte. Pero no me quedo en la victimización y por eso que también he luchado tanto para integrar a los hombres al tema de la paridad, porque esto no es contra los hombres, esto es con ellos. No solamente por las mujeres y para las mujeres; esto es para las familias. Cuando una mujer enfrenta una discriminación y sale adelante, es una familia entera la que sale adelante, es una familia entera la que se libera de la vulneración de sus derechos, porque hay muchas mujeres que son jefas de hogar y hay muchos niños que dependen de estas mujeres.

Marcela Sabat comenta que el machismo, al igual que la política, lo conoce desde cerca.

—Yo vengo de una familia árabe, donde históricamente el machismo es una característica esencial, pero mi padre ha sido todo lo contrario a eso. Él ha sido el primero en apoyarme para que el proceso constituyente tenga paridad, y eso no es muy conservador… Él hoy día me ha entregado mucha fuerza para decirme que no dude ni un segundo en mirar atrás y “sigue con fuerza, porque yo sé que esto lo crees de corazón, con guata y además estás preparada para luchar por esto”.

—Pero su padre llamó con palabras muy duras a las estudiantes del Internado Nacional cuando iniciaron una toma en la época de la revolución pingüina.

—Errores en frases no responden a las creencias que uno tiene de base, porque si mi papá hubiera representado lo que dijo en esa frase, no sería la diputada mujer con más votos en la Cámara… Mi padre ha sido un gran apoyo, a pesar de tener visiones muy distintas en política; su consejo me ha dado fuerzas para mantenerme firme frente a presiones... Pero creo que este tipo de preguntas tienen una carga machista y a esto me enfrenté fuertemente cuando ingresé a este mundo.

***

En junio de 2018, la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados aprobó la comisión de Mujeres y Equidad de Género de carácter permanente. La propuesta había surgido de una iniciativa de las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola, a las que se sumó un grupo de diputadas de la ex Nueva Mayoría y Marcela Sabat. Hace unas semanas, solo llegó una integrante de las 13 que conforman esta comisión cuando se las citó para analizar las eventuales situaciones de vulneración a los derechos humanos de mujeres durante las manifestaciones que estallaron el 18 de octubre.

—¿Usted fue una de las ausentes?

—Sí, pero porque esa instancia fue completamente politizada… Hemos condenado todos los abusos contra las mujeres, con mucha fuerza. Entendemos lo que dicen Lastesis en su performance. Aunque tiene una carga política que no es compartida transversalmente, lo que dicen es muy ilustrativo de lo que les pasa a las mujeres en Chile. El abuso de las mujeres que no tuvieron la culpa de estar en ese minuto entregadas a un abusador por el solo hecho de ser un hombre que se sentía con el derecho de abusar de ellas; habla de las desapariciones de mujeres que nunca tuvieron justicia, habla de que efectivamente muchas causas se cerraron porque no hubo un ente persecutor que tuviera mayores intenciones de buscar a esas mujeres desaparecidas; habla de muchas violaciones que terminaron con sentencia de firma en un libro. Eso no puede ser. Y eso habla de que hay una legislación a la que le falta la perspectiva de género. Por eso iniciamos la ley Gabriela, que lo que busca es justamente sancionar las muertes y ampliar el femicidio.

—Hoy se cuestiona a las clases privilegiadas, ¿usted cree que forma parte de ellas?

—Yo creo que la clase política ha sido privilegiada por muchos años. Y esa política de privilegios nos separó del sentir directo, de estar día a día con quienes nosotros tenemos que representar y que están sufriendo con el estallido social. Creo que ha habido cambios, por ejemplo en el sistema electoral, que también nos alejaron de quienes tenemos que representar; porque no es fácil tener que pasar de dos comunas a seis y de representar a una cantidad tan menor a una gran cantidad de gente. Ahora, ni aunque quisiera podría ir a mirar a los chilenos a los ojos y preguntarles qué les pasa, porque no se me permite.

—¿Está de acuerdo con la idea de bajar la dieta parlamentaria?

—Nunca me he negado a esa discusión y eso está en la historia de mis votaciones; creo que es un paso que hay que dar. En este estallido social las señales son muy importantes y este es un gesto que la gente espera. Por eso yo no entiendo que la participación paritaria en el proceso constituyente, que la participación garantizada de independientes en igualdad de condiciones con los partidos políticos y que la participación de los pueblos originarios no estén aprobadas unánimemente… No debiese ser tema de discusión y que divida a un sector.

—¿Qué opina de las críticas del abogado constitucionalista Jorge Correa Sutil, quien dice que la fórmula de paridad asegurada es injusta, “pues lo razonable es que si saca más votos un hombre o una mujer dentro de una lista, esa persona sea proclamada ganadora” y que “no es legítimo que los prejuicios de género determinen ganadores de una competencia”?

—Yo creo que Jorge Correa Sutil —no solo él, sino que muchos hombres— habla de este lugar privilegiado que han tenido siempre, de creer que nos dan clases por el solo hecho de ser hombres. Está pasando a llevar a las mujeres que presentaron una propuesta, que trabajaron. Porque también hay que decirlo, aquí políticamente estamos empujando una causa que tiene un soporte muy fuerte en fundaciones de mujeres que se han preparado para esto. Esto no es un capricho, esto está sustentado en estudios. Estamos un paso adelante de la discusión de Sutil, por eso las críticas que hace se las contestan una cantidad impresionante de mujeres abogadas que dicen: “No necesitamos que nos enseñen más, necesitamos que nos tengan de igual a igual en una conversación y que validen nuestras posturas”.

—El Presidente Piñera dijo que lo peor de la crisis ya pasó. ¿Está de acuerdo con esa frase?

—Tenemos que utilizar todos nuestros esfuerzos para dar respuestas rápidas a este estallido, porque si no somos capaces de dar las respuestas a demandas justas, vamos a tener algo mucho más fuerte en unos meses más. Yo valoro a quienes han salido a la calle, en manifestaciones pacíficas, al más de un millón 500 mil personas que han salido a decir “basta”; y valido que hay que cambiar una estructura de fondo, para que esto no siga más. Y cuando yo digo que hay que dar respuesta, es a esa gente, para poder aislar a los violentistas. Hay mucha gente que se confunde y dice que nosotros les estamos dando los acuerdos a los violentistas; los violentistas no quieren acuerdos, son como una derrota para ellos. La gente hoy está cansada de estas peleas, de acusaciones, de censura y hay situaciones políticas que no ayudan en nada a avanzar en lo que hoy la calle está pidiendo.

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“Cuando una mujer enfrenta una discrimi-

nación y sale adelante, es una familia entera la que sale adelante”.

Las últimas semanas de Marcela Sabat han sido especialmente agitadas. Pero en su cara no hay señal de cansancio y su voz parece adquirir un nuevo vigor apenas empieza a hablar de la propuesta sobre paridad, participación independiente y pueblos originarios en el proceso constituyente, que esta diputada y vicepresidenta de RN presentó hace una semanas y la ubicó en el centro del debate político.

—Esta es una oportunidad histórica para Chile y para que las mujeres tengamos una representación legítima —explica mientras se toma un descanso en la cafetería de la Cámara de Diputados.

Son las dos de la tarde del penúltimo día de 2019. Hace tres horas Sabat llegó desde Santiago al Congreso en Valparaíso —se levantó a las seis de la mañana, estuvo con su hijo León de nueve meses y en el camino sostuvo algunas entrevistas radiales— para reunirse al mediodía, en el salón Inés Enríquez, con diputadas y senadoras de distintas tiendas políticas para acelerar la reforma que apunta a la paridad de género en la eventual Convención Constituyente. Marcela junto con la senadora Ximena Rincón (DC) encabezaron este encuentro, en el que también participaron representantes de organismos de la sociedad civil como Mercedes Ducci y Esperanza Cueto, de ComunidadMujer; Marcela Ríos, del PNUD, y Camila Maturana, de Corporación Humanas.

—Por años hemos vivido subrepresentadas por un Congreso que hoy, con ley de cuotas, con un mecanismo de incentivo que es probado a nivel internacional, solo nos entrega un 23% de participación. Estoy segura de que en los próximos 30 o 40 años, cuando se hable de este proceso, no se entenderán las razones de este enfrentamiento de posiciones sobre que las mujeres tuviéramos una participación legítima y paritaria. Esta discusión la veo como tan del siglo pasado… es como una lucha que tuvieron las mujeres para el voto.

—¿Usted se define feminista?

—Ser feminista en mi sector no es fácil, porque el concepto tiene una carga de izquierda mal entendida. Nuestra lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no es partidista. Mi lucha no tiene domicilio político.

***

Todo partió el 10 de diciembre. Ese mediodía, mientras se iniciaba la discusión parlamentaria sobre el proceso constituyente, Marcela Sabat junto con otras dos diputadas de RN, Ximena Ossandón y Erika Olivera, realizaron un punto de prensa para proponer que el organismo encargado de redactar la próxima Constitución estuviera compuesto de forma equitativa tanto por hombres como por mujeres. Validaron su propuesta con cifras: “51% de la población es femenina, ante tal situación hay que asegurar la paridad”.

Pero ocurrió lo inesperado.

Una semana después, el 18 de diciembre, cuando se votaba “el Acuerdo por la Paz”, la propuesta que habían formulado las parlamentarias de RN —que se unió a las mociones que también hicieron diputadas de oposición y grupos de mujeres de la sociedad civil—, fue rechazada por Chile Vamos. Evópoli y la UDI, y algunos parlamentarios de RN, se opusieron a la idea de legislar porque “rompía el acuerdo del 15 de noviembre”.

Marcela Sabat, quien es también vicepresidenta para Sudamérica de la Red Parlamentaria para la Igualdad de Género (RPIG), que promueve el liderazgo político de las mujeres en los países de las Américas y el Caribe, se abstuvo de votar la moción, “para no rechazarla”.

—Mi convicción me impidió votar en contra de una lucha en la que creo y defiendo desde hace muchos años. Es la única forma de disminuir la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, teniendo espacios de decisión —dice la diputada, quien ese día presentó junto a sus compañeros de partido la misma iniciativa.

—¿Qué es para usted la paridad?

—La paridad está directamente relacionada con insertar la perspectiva de género en la nueva Constitución y posibilitar la resolución de un sinfín de problemáticas de las mujeres en Chile. La paridad en el proceso constituyente tiene un objetivo de fondo muy claro: igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Una demanda que no es solo de las mujeres, es de la sociedad. Cuando una mujer deja de ser discriminada y vulnerada, una familia entera es la que avanza y logra mayores oportunidades.

No es la primera vez, dice Marcela Sabat, que se involucra en un desafío similar. En julio de 2014 fue una de las organizadoras de una “bancada de mujeres” para promover una agenda de género dentro del Congreso y que contó con el apoyo de diputadas de todos los partidos. Las unía una cifra que querían cambiar: las legisladoras solo constituían un 15,8% del Congreso. Fue el punto de partida para la Ley de Cuotas, que fue aprobada en agosto de ese año.

—Pero en ese momento hubo tanta división en su alianza como ahora…

—No… no amenazaron con quebrar Chile Vamos. Hoy día, efectivamente, han existido presiones muy fuertes con bajar el proyecto, porque en el fondo no tiene apoyo de un sector que es —siento yo— más extremo en estas posturas. Hace algunos años, la UDI satanizó la Ley de Cuotas y ahora es un mecanismo que valida y busca ampliar. Yo entiendo que eso responde a un avance, a una evolución en su forma de pensar… Ese desfase legislativo de la UDI en materias tan importantes no le hace bien a Chile. Espero que modificando el mecanismo en el Senado se abran al tema de fondo.

—Quienes la critican dicen que está acercándose a ideas de la izquierda.

—Pero nos están acusando quienes están capitalizando votos de la derecha radical de José Antonio Kast. Yo valido también esa estrategia de la UDI, pero no creo que se deba poner en peligro la coalición de gobierno, que necesita estar unida para apoyar al Gobierno a sacar adelante la agenda social, la agenda antiabusos, la agenda de orden público; no se puede poner en peligro esa unidad.

—¿Ha conversado sobre este proyecto con Jacqueline van Rysselberghe?

—No, con ella no… ella ha tenido enfrentamientos muy fuertes con el presidente de mi partido (Mario Desbordes) y ahí ella ha expresado cuál es su voluntad respecto a esto. Yo me niego a creer que la presidenta de la UDI y su partido estén en contra de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en un proceso constituyente.

—La diputada Catalina del Real, quien integra su partido, ha dicho que no todas las mujeres de RN comparten su mirada.

—Nosotros hoy día, en RN, somos la bancada más grande de diputadas en el Congreso, porque el partido fue el que mejor leyó la Ley de Cuotas. Entiendo que en el interior de mi partido existen distintos criterios, existen distintas visiones, pero existe el respeto; y a mí en RN nadie me ha amenazado con vetarme y eso lo agradezco. Por eso estoy en RN y no estoy en la UDI.

—¿Cómo ha llevado las conversaciones con las parlamentarias del Frente Amplio y del Partido Comunista?

—Las conversaciones con las diputadas de oposición para este y otros proyectos que buscan mejorar la vida de las mujeres han sido un trabajo en equipo y demuestra que en política, manteniendo las diferencias, deben primar los acuerdos en base a los que nos une primero para poder avanzar.

***

Marcela Sabat Fernández en marzo de este año cumple diez años desde que asumió como parlamentaria. Inició su carrera política cuando se presentó como candidata a diputada a las elecciones de diciembre de 2009. Tenía 27. En esa elección compitió por el distrito Nº 21, (que incluía Ñuñoa y Providencia) y fue elegida con el 27,4% de la votación. En 2013 fue reelegida por el mismo distrito . Y volvió a repetirlo en 2017, pero ahora por el nuevo distrito 10, un área mucho mayor que abarca las comunas de La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín y Santiago.

Hija del exalcalde de Ñuñoa Pedro Sabat, ella suele repetir: “Yo no entré a la política, siempre estuve en la política”. Dice que creció viendo a su padre en campañas o en sus labores comunales. Al principio de su labor parlamentaria, ese detalle lejos de ayudarla, le jugó en contra. Incluso políticos de su mismo sector como el exalcalde de Providencia Cristián Labbé la nombraba “la niñita Sabat”. Ella lo recuerda:

—Así fue. Tenía tres pecados: un apellido conocido, era joven y soy mujer.

—¿Cómo enfrentó esos prejuicios?

—Igual que todas las mujeres, con mucho esfuerzo y trabajo. Es la fórmula que tenemos las mujeres para enfrentar las discriminaciones, los prejuicios, que son miles. Especialmente en política, que ha sido por años un mundo de hombres. Entonces se deben demostrar las capacidades tres veces más que lo que un hombre. Además, nos enfrentamos a los estereotipos de género que implican ser criticadas desde lo superficial, como la apariencia física… eso no ayuda, provoca que existan muchos juicios anteriores, antes de que una mujer ni siquiera opine.

—¿Cómo fue su primer año en el Congreso?

—Fue muy duro y ni siquiera me dejó cuestionarme por qué yo tenía que enfrentarme a un mundo de críticas injustificadas. Y todo eso me ha servido para fortalecer mi convicción en torno a cómo hay que trabajar y cómo hay que fortalecer la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, para lograr estar en escaños de poder.

La diputada se queda pensando y agrega:

—Cuando uno parte en política, claramente debe enfrentar una escala distinta a la que tiene un hombre. Y esto se siente mucho más fuerte. Pero no me quedo en la victimización y por eso que también he luchado tanto para integrar a los hombres al tema de la paridad, porque esto no es contra los hombres, esto es con ellos. No solamente por las mujeres y para las mujeres; esto es para las familias. Cuando una mujer enfrenta una discriminación y sale adelante, es una familia entera la que sale adelante, es una familia entera la que se libera de la vulneración de sus derechos, porque hay muchas mujeres que son jefas de hogar y hay muchos niños que dependen de estas mujeres.

Marcela Sabat comenta que el machismo, al igual que la política, lo conoce desde cerca.

—Yo vengo de una familia árabe, donde históricamente el machismo es una característica esencial, pero mi padre ha sido todo lo contrario a eso. Él ha sido el primero en apoyarme para que el proceso constituyente tenga paridad, y eso no es muy conservador… Él hoy día me ha entregado mucha fuerza para decirme que no dude ni un segundo en mirar atrás y “sigue con fuerza, porque yo sé que esto lo crees de corazón, con guata y además estás preparada para luchar por esto”.

—Pero su padre llamó con palabras muy duras a las estudiantes del Internado Nacional cuando iniciaron una toma en la época de la revolución pingüina.

—Errores en frases no responden a las creencias que uno tiene de base, porque si mi papá hubiera representado lo que dijo en esa frase, no sería la diputada mujer con más votos en la Cámara… Mi padre ha sido un gran apoyo, a pesar de tener visiones muy distintas en política; su consejo me ha dado fuerzas para mantenerme firme frente a presiones... Pero creo que este tipo de preguntas tienen una carga machista y a esto me enfrenté fuertemente cuando ingresé a este mundo.

***

En junio de 2018, la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados aprobó la comisión de Mujeres y Equidad de Género de carácter permanente. La propuesta había surgido de una iniciativa de las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola, a las que se sumó un grupo de diputadas de la ex Nueva Mayoría y Marcela Sabat. Hace unas semanas, solo llegó una integrante de las 13 que conforman esta comisión cuando se las citó para analizar las eventuales situaciones de vulneración a los derechos humanos de mujeres durante las manifestaciones que estallaron el 18 de octubre.

—¿Usted fue una de las ausentes?

—Sí, pero porque esa instancia fue completamente politizada… Hemos condenado todos los abusos contra las mujeres, con mucha fuerza. Entendemos lo que dicen Lastesis en su performance. Aunque tiene una carga política que no es compartida transversalmente, lo que dicen es muy ilustrativo de lo que les pasa a las mujeres en Chile. El abuso de las mujeres que no tuvieron la culpa de estar en ese minuto entregadas a un abusador por el solo hecho de ser un hombre que se sentía con el derecho de abusar de ellas; habla de las desapariciones de mujeres que nunca tuvieron justicia, habla de que efectivamente muchas causas se cerraron porque no hubo un ente persecutor que tuviera mayores intenciones de buscar a esas mujeres desaparecidas; habla de muchas violaciones que terminaron con sentencia de firma en un libro. Eso no puede ser. Y eso habla de que hay una legislación a la que le falta la perspectiva de género. Por eso iniciamos la ley Gabriela, que lo que busca es justamente sancionar las muertes y ampliar el femicidio.

—Hoy se cuestiona a las clases privilegiadas, ¿usted cree que forma parte de ellas?

—Yo creo que la clase política ha sido privilegiada por muchos años. Y esa política de privilegios nos separó del sentir directo, de estar día a día con quienes nosotros tenemos que representar y que están sufriendo con el estallido social. Creo que ha habido cambios, por ejemplo en el sistema electoral, que también nos alejaron de quienes tenemos que representar; porque no es fácil tener que pasar de dos comunas a seis y de representar a una cantidad tan menor a una gran cantidad de gente. Ahora, ni aunque quisiera podría ir a mirar a los chilenos a los ojos y preguntarles qué les pasa, porque no se me permite.

—¿Está de acuerdo con la idea de bajar la dieta parlamentaria?

—Nunca me he negado a esa discusión y eso está en la historia de mis votaciones; creo que es un paso que hay que dar. En este estallido social las señales son muy importantes y este es un gesto que la gente espera. Por eso yo no entiendo que la participación paritaria en el proceso constituyente, que la participación garantizada de independientes en igualdad de condiciones con los partidos políticos y que la participación de los pueblos originarios no estén aprobadas unánimemente… No debiese ser tema de discusión y que divida a un sector.

—¿Qué opina de las críticas del abogado constitucionalista Jorge Correa Sutil, quien dice que la fórmula de paridad asegurada es injusta, “pues lo razonable es que si saca más votos un hombre o una mujer dentro de una lista, esa persona sea proclamada ganadora” y que “no es legítimo que los prejuicios de género determinen ganadores de una competencia”?

—Yo creo que Jorge Correa Sutil —no solo él, sino que muchos hombres— habla de este lugar privilegiado que han tenido siempre, de creer que nos dan clases por el solo hecho de ser hombres. Está pasando a llevar a las mujeres que presentaron una propuesta, que trabajaron. Porque también hay que decirlo, aquí políticamente estamos empujando una causa que tiene un soporte muy fuerte en fundaciones de mujeres que se han preparado para esto. Esto no es un capricho, esto está sustentado en estudios. Estamos un paso adelante de la discusión de Sutil, por eso las críticas que hace se las contestan una cantidad impresionante de mujeres abogadas que dicen: “No necesitamos que nos enseñen más, necesitamos que nos tengan de igual a igual en una conversación y que validen nuestras posturas”.

—El Presidente Piñera dijo que lo peor de la crisis ya pasó. ¿Está de acuerdo con esa frase?

—Tenemos que utilizar todos nuestros esfuerzos para dar respuestas rápidas a este estallido, porque si no somos capaces de dar las respuestas a demandas justas, vamos a tener algo mucho más fuerte en unos meses más. Yo valoro a quienes han salido a la calle, en manifestaciones pacíficas, al más de un millón 500 mil personas que han salido a decir “basta”; y valido que hay que cambiar una estructura de fondo, para que esto no siga más. Y cuando yo digo que hay que dar respuesta, es a esa gente, para poder aislar a los violentistas. Hay mucha gente que se confunde y dice que nosotros les estamos dando los acuerdos a los violentistas; los violentistas no quieren acuerdos, son como una derrota para ellos. La gente hoy está cansada de estas peleas, de acusaciones, de censura y hay situaciones políticas que no ayudan en nada a avanzar en lo que hoy la calle está pidiendo.

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