Ficha

Esta entrevista fue hecha por Ariel V. a propósito del estallido de la ola feminista en Chile. Fue publicada originalmente el 22 de mayo de 2018.

Lo primero es incomodar, dice, mientras revisa las imágenes de las últimas marchas feministas surgidas en Chile. “Es interesante porque ha sido un proceso radical y explosivo. Y tiene que ser así. Hay un mundo político masculino asustado con esto porque no sabe con quién lidiar ni cómo, están perdidos”, asegura la escritora. Acaba de entregar a la editorial su último libro que, como los anteriores, está dedicado a reflexionar sobre el rol de la mujer en la sociedad. Si antes investigó a Violeta Parra y a Inés Echeverría Bello, ahora decidió contar la historia de la chilena Sybila Arredondo, quien estuvo catorce años presa en Perú acusada de colaborar con Sendero Luminoso.

Mónica Echeverría es hija de la escritora feminista María Flora Yáñez y nació en 1920, cuando las mujeres “no teníamos nada, ni un derecho y los maridos nos mataban rapidito si alguna se enamoraba de otro”. Aunque proviene de una familia aristocrática, asegura que la normalización del machismo y el femicidio no era exclusiva de ninguna clase social. “Las de la oligarquía teníamos ciertos privilegios, es cierto, pero todas las mujeres estábamos igualmente sujetas a los hombres”, dice.

Creció en una época en la que no existía una educación sexual en los colegios ni en las casas. “No sabíamos nada de nada, por mucho que pololeáramos y nos toqueteáramos, éramos vírgenes totales”, explica. Sin embargo, a sus 24 años no llegó tan desinformada a su matrimonio con el arquitecto Fernando Castillo Velasco. “Entre las amigas del curso teníamos nuestro sistema. La primera que se casaba sabía que tenía la obligación de volver de la luna de miel y contarnos todo lo que le había pasado. Nos juntábamos alrededor de ella y nos contaba, todo, todo, todo, sin tapujos ni tabúes”.

-¿Era una forma de nivelarse con la experiencia que tenían los hombres?

-Era una manera de protegernos, una defensa ante la debilidad, porque, te insisto: no sabíamos nada. Mira, siempre que hay un sistema patriarcal las mujeres inventamos otro sistema, secreto, subterráneo para intentar recuperar el poder.

-¿Y cómo fue la educación sexual que les dio a sus dos hijas?

-Muy abierta y directa. Aunque en la casa había diferencias con mis hijos. Los dos hombres podían traer a sus pololas a dormir, pero pobre de ellas que quisieran hacer lo mismo. Fernando no lo permitía.

-¿Existe una izquierda machista?

-Por supuesto que sí. Y es terrible. El machismo es transversal.

-¿Y el feminismo?

-También. Aunque históricamente hemos sido las mujeres de izquierda las que hemos luchado más públicamente por el feminismo. Posiblemente las de derecha también tendrán sus métodos, más privados de enfrentarse al machismo.

-¿Cuál cree que es el rol de los intelectuales hoy ante el feminismo?

-Creo que los hombres intelectuales chilenos están, en general, un poco desorientados. Asustados. Las mujeres están empezando a hablar y eso los tiene muy intranquilos, porque no les conviene que delaten cosas que antes no delataban. Tienen mucho miedo de que ellas tengan ese poder y a mostrarse vulnerables.

Performer

Siendo una colegiala en las Monjas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, “un colegio tremendamente cartucho” como lo define, se infiltró en la clausura y expuso la ropa interior de las hermanas de la congregación para demostrar que debajo de sus hábitos había mujeres reales. Era la década del 30 y fue la primera de muchas de sus manifestaciones que luego adquirieron una dimensión política.

-¿Se desnudaría hoy para manifestarse?

-Ya lo hice en París en los 70. Me acuerdo de que a la entrada de la reunión de un colectivo feminista nos hicieron sacarnos los sostenes y los calzones. Mira qué cosa más absurda, creían que eso era lo revolucionario.

-¿Desnudarse no le parece revolucionario?

-Me encanta. Es un gesto de despojo.

-¿Qué le parece que la nueva ola feminista en Chile se esté gestando en las universidades?

-El abuso en la universidad, comosuele ocurrir donde hay hombres con poder, ha existido siempre. Los profesores se han aprovechado mucho y van a continuar haciéndolo hasta que les den. Todavía hay derechos y posibilidades de emancipación que la mujer no ha adquirido y hoy son las estudiantes universitarias

quienes están percibiendo esto y manifestándose. Pero no es exclusivo de ese espacio.

Clases abiertas

En 1967 su marido, Fernando Castillo Velasco, se convirtió en el primer —y único— rector de la Pontificia Universidad Católica elegido por la comunidad universitaria, y durante cuatro años a partir de 1974, mientras estuvieron autoexiliados en Inglaterra, ambos vivieron y trabajaron en la Universidad de Cambridge. Allá, mientras él formaba parte del cuerpo docente, a ella le ofrecieron enseñarles español a profesores ingleses. Empezó con cuatro alumnos. “A las pocas semanas tenía ocho y al mes ya eran más de treinta”, cuenta. ¿El secreto? La última media hora del curso, Mónica se dedicaba a conversar sobre sexo con ellos. En español.

-¿Cómo se tomó esto su marido cuando supo?

-No se lo conté, sentí que no se lo podía contar. Hay cosas que son propias del mundo femenino, por más confianza que exista en el matrimonio. Él nunca lo supo.

LEER MÁS