Hay más estrellas que granos de arena en todas las playas de la Tierra. Y ahora sabemos que hay más planetas que estrellas”.

Personas vivas hoy van a alcanzar a ver el primer planeta que tenga vida en su biósfera. Puede ser en 5 o en 10 años. Nada será igual.”

Lo primero fue un telescopio que le regaló su padre. James Jenkins tenía entonces 8 años, vivía en el pequeño pueblo escocés de Bo'ness y podía pasar horas mirando el cielo. Poco después, la seducción operó a través de los libros. Especialmente unos que tenía su madre. Entre ellos estaba uno sobre ovnis. Así, a sus 12, tuvo la seguridad de que todo ese mundo allá arriba era fascinante. A nadie sorprendió que más tarde estudiara Astrofísica y Astronomía en Liverpool y luego se trasladara a Londres para un doctorado. “Comencé analizando las estrellas, pero siempre con la meta de buscar planetas alrededor de ellas. Era lo único en que quería era trabajar”, dice hoy Jenkins, quien se ha mantenido coherente con esa premisa. Solo habría que hacer una precisión: lo que este hombre busca por el espacio son exoplanetas, como se les llama a los planetas que existen fuera de nuestro Sistema Solar.

James Jenkins —39 años, académico de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA)— dice que ha participado en el descubrimiento de alrededor de 100 exoplanetas. Los últimos seis —hallazgo en que trabajó junto a astrónomos de The Open University, del Reino Unido— fueron publicados hace una semana y media en la revista digital Nature Astronomy.

—¿Qué se siente descubrir un planeta?

—Cuando logras un hallazgo así es emocionante, aunque después de 10, 20, 50 veces te lo tomas muy tranquilo, como el fin de una investigación. Rápidamente te pones a escribir papers, y muchas veces no paras a pensar en ello.

Cuesta creer tanta compostura. Por eso le recuerdo su hallazgo en 2016, cuando con otro grupo de trabajo encontraron al exoplaneta Próxima b, que fue recibido con júbilo porque era parecido a la Tierra; porque orbitaba la estrella más cercana al Sol —llamada Próxima Centauri, a 4.2 años luz de nosotros— y porque además se encontraba en la que llaman “zona habitable”: en un rango de distancia de su estrella que permitiría la existencia de agua líquida. O sea, la posibilidad de alguna clase de vida.

—¿Frente a un hallazgo como ese no explotas de emoción?

—Bueno sí, en ese caso hubo más emoción, porque sabíamos desde el principio que era algo importante. Los primeros trabajos habían comenzado una década antes a cargo de otro equipo. Nosotros lo retomamos en 2012, usando sus datos. Así comenzamos a buscar ese movimiento de la estrella que ellos habían descrito y que podía ser una señal de un planeta orbitándola. Cuando lo encontramos fue emocionante. Es algo profundo, un momento en que un astrónomo puede respirar y pensar. Te preguntas qué significa esto para la vida fuera del Sistema Solar…

—¿Es una satisfacción comparable a qué?

—(Se queda en silencio un rato) Pensé decirte que era equiparable a la felicidad de convertir un gol, porque yo cuando joven jugaba fútbol. Pero es diferente. Lo del gol tiene emociones rápidas, intensas, pero breves. Descubrir un planeta es más parecido a la emoción de cuando nace un hijo, porque es algo que no va a desaparecer en el tiempo. Es una emoción que queda en uno; nunca se va. Tiene esa longevidad de decir: “este es mi planeta”. Antes que tú lo encontraras, nadie en la humanidad sabía de él.

—¿Cómo celebraron esa vez?

—Tomamos cerveza en honor a Próxima b. Fue una buena noche.

Sin romanticismo

—¿Puedes explicar en simple tu último hallazgo, el que recién publicó Nature Astronomy?

—Estamos hablando del descubrimiento de seis exoplanetas que están en tres estrellas distintas, a distancias que van entre 150 y 440 años luz de nosotros. Las estrellas ya las conocíamos.

—Son planetas con altísimas temperaturas, que orbitan muy cerca de sus estrellas. ¿Eso descarta enseguida la posibilidad de vida?

—Por las características de estos planetas, aquí no vamos a tratar de buscar vida. Son planetas súper calientes, lo cual hace imposible encontrar trazos de agua líquida. En uno de ellos, el que está más cerca de su estrella, la temperatura es como de 1.500 grados celsius. Eso significa que si tiene una atmósfera, la está perdiendo. Y si posiblemente no hay, la superficie de la roca es tan caliente que se va evaporando también.

—Aunque no siempre se explicite, lo que mueve el trabajo de hallar planetas es la posibilidad de encontrar algún tipo de vida, ¿no?

—Completamente. No quiero decir que es la meta final siempre, pero hay muchos astrónomos que piensan en esto.

—Y si en los últimos planetas que encontraron no hay posibilidad de vida, ¿dónde está la importancia de este descubrimiento?

—Buena pregunta, porque este es un hallazgo totalmente relevante. Usamos estas estrellas porque en sus índices casi no mostraban actividad y entonces nos preguntamos qué estaba pasando: ¿tienen planetas muy cerca?, ¿están ellos perdiendo su atmósfera?, ¿hay anillos de materia que el planeta pierde constantemente y que están bloqueando la luz de la estrella? Esa puede ser la gran importancia de este hallazgo. Nuestro sueño es analizar la materia que un planeta va dejando en el anillo alrededor de la estrella: aquí por primera podríamos analizar en detalle la superficie de exoplanetas rocosos y chicos e investigar su química.

—¿Para el descubrimiento de un planeta no se mira el cielo, sino solo los datos de una pantalla?

—Sí. Analizamos datos. Eso romántico del ojo en un telescopio no existe.

Multitud de planetas

En el CATA comentan que Jenkins no solo es un “cazador” de planetas, sino que también es un formador de quienes quieren dedicarse a eso. Bajo su mirada trabajó la joven astrónoma Maritza Soto, quien ya ha descubierto varios exoplanetas. Hoy guía a otros estudiantes que siguen la misma línea. Él dice que este tema se ha convertido en moda dentro de la astronomía. Que las tecnologías han ido mejorando y que el número de profesionales dedicados a esto ha ido subiendo. Desde 1995 —año del descubrimiento del primer planeta orbitando una estrella distinta al Sol—, la cantidad de exoplanetas encontrados sobrepasa los 4.000. Una buena parte de ellos han sido confirmados desde los clarísimos cielos del norte de Chile.

—¿Por qué buscar más allá del Sistema Solar y no con mayor dedicación dentro de él?

—¿Estamos hablando de planetas o de búsqueda de vida? Porque búsqueda de vida es mucho más fuerte ahora en el Sistema Solar. Hay mucha gente tratando eso. Recientemente tuvimos datos de (la sonda) Cassini (en Saturno); y también (del satélite natural) Europa alrededor de Júpiter, que probablemente tiene océanos muy profundos. Hay grandes equipos buscando evidencia de vida. También hay más trabajo buscando planetas que hace cinco años.

—Pero la posibilidad de “cazar” planetas parece más amplia fuera del Sistema Solar: está todo el Universo.

—Sí, posiblemente; más ahora que tenemos los instrumentos. La diversidad de planetas que estamos encontrando es mucho más amplia que antes. En el Sistema Solar podemos ver cuatro planetas cerca del sol que son chicos y rocosos; y cuatro planetas más lejos, que son grandes de gas. Pensábamos antes que esto era típico alrededor de las estrellas, pero no. Hay un rango mucho más grande de planetas.

—A propósito, ¿qué ha pasado con Próxima b?

—Hay una cosa ambivalente. Si bien tenemos un planeta en la zona más cercana a nosotros, el problema es que su estrella es de un tipo llamado enana m: su tamaño es como un décimo del Sol, entonces es mucho menos caliente y eso hace que su “zona habitable” sea mucho más cerca de ella.

—Al celebrar su descubrimiento, uno de los astrónomos involucrados lo calificó de “un sueño hecho realidad, que deja la puerta abierta para buscar trazos de agua líquida; y si eso ocurre, la posibilidad de hallar vida sería mayor”. ¿Ha bajado el entusiasmo?

—No, para nada y en ningún momento. Ese espíritu todavía está.

Testigos

Hace un mes, James Jenkins creó a pulso un canal de YouTube para hacer difusión científica. Lo siente como una obligación profesional. Se llama Science Violation; y está narrado en inglés —con su acento de Escocia— y subtítulos en castellano. Él es un astrónomo que maneja muchos datos. Cuenta, por ejemplo, que a mediados de diciembre, tras un concurso de la Unión Astronómica Internacional, se bautizó a un exoplaneta y a su estrella, descubiertos hace una década por una astrónoma chilena, con nombres de la mitología chilota: Caleuche al primero; Pincoya a la segunda. “Están a 120 años luz de nosotros”, precisa.

Luego, entramos a terrenos más metafísicos.

—¿Crees que somos la única forma de vida dentro del Universo?

—De ninguna manera. Para mí es difícil que no haya vida microbiana en otros mundos alrededor de otras estrellas. La distancia y el volumen del Universo es algo que ninguno de nosotros podemos visionar. Hay más estrellas que granos de arena en todas las playas de la Tierra. Y ahora sabemos que hay más planetas que estrellas. Son números tan grandes… En nuestra galaxia hay 40 billones de planetas en la zona habitable, orbitando estrellas. Además sabemos que hay química en el espacio, que creemos que fue necesaria antes para la vida en la Tierra. Es difícil pensar que somos los únicos.

—¿Esos 40 billones de planetas es una suposición?

—No, es un cálculo. Usamos como base la información recolectada por la nave espacial Kepler.

—¿Hoy los exoplanetas se están descubriendo más rápido que antes?

—Sí. Las naves espaciales están detectando muchos planetas y sistemas solares con muchas posibilidades de ser reales.

—Con esta velocidad de trabajo y de descubrimientos, ¿el hallazgo de algún tipo de vida debería ser pronto?

—Estamos en un momento importante en la historia de la humanidad en este sentido: hay personas vivas hoy que probablemente van a alcanzar a ver el primer planeta que tenga agua en forma líquida y posiblemente vida en su biósfera.

—¿Qué tan luego podría ocurrir eso?

—Estamos hablando de los próximos 30 años, aunque puede ser en 5 más, o en 10… Pero lo cierto es que en 30 años más vamos a tener los instrumentos para esa búsqueda.

—Ese día va a ser inmenso…

—Sí, no habrá algo más grande que esto. No se podrá comparar con nada. Y va a impactar todo: la ciencia, la religión, la sociedad, la Historia. Vamos a vivir en un mundo totalmente diferente a partir de ese día.

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