Hijo de un contador de Limache y de una dueña de casa de Valparaíso, Gonzalo Rojas (66) es el único de los 3 hermanos que pasó por la universidad. Entró a los 17 años a la Católica, donde hizo la carrera de Derecho y de Historia, luego la universidad lo becó para hacer un doctorado en Navarra y tras eso siguió allí como profesor durante más de cuatro décadas. Hasta que el año pasado renunció a la casa de estudios tras recibir denuncias de los alumnos por abuso de poder y no conseguir el apoyo que esperaba del director del plantel, quien le aseguró que cualquier profesor denunciado debía someterse a sumario.

Ahora sigue dando clases a grupos pequeños de alumnos que van a su oficina, donde también lee e investiga. “Mi obsesión es el Partido Comunista chileno. A ellos los he estudiado mucho. Les tengo gran admiración, porque hacen las cosas muy bien”, admite haciendo alarde de su gusto por la provocación. Porque todo el mundo sabe de su posición “conservadora y autoritaria”, como él mismo define. Ya se sabe que pertenece al Opus Dei, que es admirador de Jaime Guzmán, adherente de la Constitución del 80, contrario al aborto, al divorcio, a la homosexualidad y a todo lo que no sea la familia tradicional. Lo que no se sabe es que nunca ha tenido teléfono celular, que hizo votos de castidad cuando aún era estudiante universitario y que es fanático de la U.

—¿Por qué no tiene celular?

—No lo necesito, me gusta caminar tranquilo por la ciudad, no me gusta sentirme invadido. Aunque ahora no puedo, porque si me reconocen tres universitarios me pueden dar una pateadura.

—¿Lo amenazaron?

—A los 4 días después del estallido me llegó por email una amenaza en inglés que decía “You will be punish”. Esa es la única amenaza que he recibido.

—¿Está asustado?

—Hoy día no, pero he pasado miedo. El otro día que iba por Providencia, iba bajando una horda que venía de Plaza Italia y me asusté. Me da miedo que digan “ahí va Rojas” y me ataquen.

—¿Se sabe odiado?

—Por alguna gente, sí.

—¿Y qué le pasa con eso?

—Trato de perdonarlos, porque odiarme es un problema de ellos.

—¿Y por qué cree que lo odian?

—Porque soy frontal, tal vez porque soy irónico y hoy hay mucho joven hipersusceptible.

—¿Duerme tranquilo?

—Absolutamente. Pero he tomado medidas de seguridad, como no dar mi dirección, no bajar al centro, cerrar bien las puertas, etc.

—El año pasado usted renunció a la Católica tras ser acusado por sus alumnos.

—Yo fui agredido por un alumno en clases, que era mi amigo, me caía bien, pero algo dije que lo ofendió. Entonces llevé el caso a una instancia mediadora para que me pidiera perdón frente al curso y lo hizo. Pero dos meses después él junto a la FEUC liderada por el Frente Amplio me denunciaron por abuso de poder. Es lamentable, porque no tuve el apoyo de la dirección y es triste dejar una institución en la que he estado toda mi vida y que me ha dado mucho.

—También una alumna lo funó por discriminación...

—Lo cual es totalmente falso. Yo nunca he discriminado. En realidad la principal razón por la que renuncié es porque ya no podía entrar a hacer clases a la casa central de la Católica, se volvió muy difícil para los profesores.

—¿Se siente amenazado por los alumnos?

—Por supuesto, los alumnos abusan y no respetan ninguna autoridad. Esto viene del mayo de 2018, cuando el rector Sánchez entregó la universidad a las feministas. Desde ese minuto se fue notando autocensura en los profesores. No más reuniones en la casa, no más paseos con los alumnos, estaban asustados. Yo antes salía siempre de paseo con mis alumnos. Ahora se ha perdido totalmente la libertad, el juego y el humor. Los profesores no podemos decir ni hacer nada, porque todo puede ser considerado ofensivo, todo puede ser catalogado como una “micro agresión”. Reconozco que también ha habido ofensas graves a las mujeres en distintas situaciones, pero también no se puede impedir el juego pedagógico, propio del goce de enseñar y aprender.

—¿Qué piensa de la funa que le hicieron a Boric?

—Me parece muy mal que lo hayan atacado, no comparto esa violencia e intolerancia.

—¿Le cae bien Boric?

—Lo encuentro inteligente, con carácter. Las tres o cuatro veces que he estado con él me ha tratado bien. Es buena onda.

—¿Usted valora más la inteligencia que la ideología?

—Bueno, yo soy una persona de inteligencia media-superior, pero no siempre la inteligencia va de la mano con otras cualidades personales.

—¿Cómo sabe que su inteligencia es media-superior? ¿Se sometió a un test?

—Porque me comparo. Yo creo que comparado con los profesores de la universidad yo no era del 5% superior, había tipos muy superiores a mí, pero sí estaba dentro del 10% alto. Pero la inteligencia no es todo. Uno se topa con alumnos en clases que son de inteligencia portentosa, algunos buenas personas y otros soberbios sin límites.

—¿Usted no es soberbio?

—Yo tengo soberbia, por supuesto. Y con la luz de Dios descubro mi soberbia. Reconozco que cometí muchos errores en la docencia, me excedí en la ironía y eso se leyó como abuso.

—Tiene cara de irónico

—Sí, soy tomador de pelo. Es que no hay manera de hacer buena docencia sin dosis de ironía, porque la ironía es el camino medio entre la banalidad y la sacralidad. La Universidad tiene que estar en ese lugar intermedio, el juego con los alumnos es clave. Yo en clases me reía de mí mismo, de mis orejas de paila, de mi estatura, de mi fanatismo por la U.

—¿No tiene complejo de chico?

—Ninguno. A veces es muy bueno medir 1.67. Por ejemplo cuando uno viaja en avión.

—Dicen que los chicos son achorados.

—Totalmente. No hay chico pacífico.

“Decir ahora que ‘ya pasó lo peor' es un error tremendo”

—¿Por qué nunca se ha casado?

—Porque soy numerario del Opus Dei y tomé una promesa de celibato.

—¿Y es difícil ser célibe?

—Me tinca que el matrimonio es mucho más difícil.

—Ya, pero no hay que casarse para tener relaciones sexuales...

—No, yo no tengo relaciones porque me debo completamente a Dios.

—¿Está casado con Dios?

—Así es.

—Usted se autodefine como conservador y autoritario. ¿Qué significa eso?

—Mantener las tradiciones institucionales del país y entender que el poder es un gran bien para la sociedad. No creo en esa tontera de que el poder corrompe. El poder es un gran bien que debe radicarse en quien lleva el timón.

—Los críticos del gobierno afirman que La Moneda no ha sabido llevar el timón.

—Sí, esto está sucediendo con el Presidente Piñera.

—¿Lo ha hecho muy mal, Piñera?

—En este momento sí. Quiero aclarar que yo nunca he votado por él, jamás. Y en esta coyuntura me parece que por tratar de evitar el juicio de la mitad de los chilenos que lo pueden considerar violador de los derechos humanos se está ganando el juicio negativo del 100% de los chilenos. Porque la gente de derecha ve que no ha sido capaz de normalizar al país, y han sido perjudicados en su vida cotidiana.

—¿Cómo califica su performance discursiva?

—Redundante, sin matices, desconectada de sus electores. Con sus frases provoca efectos totalmente desproporcionados. Decir ahora que “ya pasó lo peor” es un error tremendo. No se puede apuntar al futuro cuando estás en medio de un terremoto. El Presidente no ha entendido nada.

—¿Piensa que el Presidente acomoda la realidad a su pinta?

—No sé cuáles son sus mecanismos psicológicos, no soy psicólogo, pero me llama mucho la atención su imprudencia.

—¿Cómo evalúa el rol de la derecha en esta pasada?

—Para mí la única derecha que va quedando es la que lidera José Antonio Kast, a cuyo partido pertenezco. Pero el rol de Chile Vamos, que ya no es derecha, me parece penoso. Se rindieron por completo en el acuerdo para una nueva Constitución, abandonaron sus principios.

—¿A qué adjudica ese abandono?

—Falta de coraje y convicción, políticos acostumbrados a acomodarse, que es justamente lo que no hace Kast. Kast asume sus ideas, es el único que no es esquizofrénico. Renovación Nacional está dividida en dos mitades. Un partido que está dividido respecto a la norma fundamental de la república tiene que terminarse, porque ya no es un partido. Y con la UDI pasa lo mismo, no hay un partido. Hay dirigentes que firman un acuerdo y luego anuncian que van a votar contra en el plebiscito. Los principales líderes de la UDI no concuerdan respecto de algo tan fundamental como la Constitución.

—¿Kast puede ganar las próximas elecciones?

—Totalmente. Pero si va de candidato Lavín, la tendría difícil, porque Lavín va a engordarse captando a otros sectores. Ahora, todo esto que estamos hablando depende de que el país subsista.

—¿Cree que Chile puede colapsar, como temen los más pesimistas?

—Lejos de pensar que “ya pasó lo peor” uno podría razonablemente pensar que pueden pasar muchas cosas graves. Y es solo cosa de acordarse de que la próxima semana es la PSU y ahí puede quedar un caos gigante. Son 297 mil alumnos que tienen que estar el mismo día a la misma hora dando examen en distintos locales. Si yo quiero terminar de quebrar la institucionalidad chilena escojo 50 locales a lo largo de Chile, pongo barricadas a las 6 de la mañana, inicio combate con carabineros e impido la llegada los alumnos. Otra cosa es el retorno del futbol nacional, en 10 días más, ahí también puede armarse un gran caos.

—Oiga, a juzgar por su estilo, usted no parece que fuera numerario del Opus Dei. ¿Es un bicho raro en su tipo?

—En el Opus Dei hay de todo. Yo soy una persona normal. Pero yo soy de Los de Abajo, entonces tengo que ser chispeante.

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