El video de la campaña lanzada el 14 de mayo de 2019 “Que vuelva el Moai” —con el fin de repatriar al Hoa Hakananai'a a Rapa Nui, desde el Museo Británico de Londres— fue realizado por una agencia distinta a la contratada por el Ministerio de Bienes Nacionales y se usaron imágenes no autorizadas. “La Segunda” consultó a quien fuera el titular de esa cartera, Felipe Ward, quien no se refirió al tema y directamente a esa Secretaría de Estado, donde se reconoció que hubo un “error” en el uso de las tomas y que fue de responsabilidad de la Unidad de Comunicaciones.

El pago

El video del Gobierno ya no está en sus páginas institucionales. Pero en él se mostraban imágenes de Isla de Pascua, que fueron tomadas por el director audiovisual Leonardo Pakarati para su documental “El espíritu de los ancestros”.

Cuando Pakarati se enteró de esto, alegó directamente al ministerio. Así, el Gobierno decidió pagarle $3.500.000 por haber usado sus imágenes y se acordó no difundir más el video por ningún canal oficial del Ejecutivo.

Según las órdenes de compra disponibles en Mercado Público, Bienes Nacionales pagó $3,9 millones a la agencia Vizeum Chile S. A. por la “elaboración de imágenes” y desembolsó $5 millones a la misma firma por la “campaña de difusión”.

“La Segunda” contactó al gerente general de la agencia Vizeum, Patricio Cerda, quien respondió: “Nosotros al final no vimos la pauta del Moai. Como somos agencia de medios, nos contactó la agencia creativa (Kimica) que realizó las piezas para que le cotizáramos la exhibición”.

Y agrega: “Fuimos en conjunto aliados para adjudicarnos el trabajo, porque la agencia no tenía acuerdo marco y nosotros sí. Por eso está a nuestro nombre (en la orden de compra). Hicimos todo el proceso de facturación igual, pero fue para pagar finalmente toda la producción que realizó la agencia Kimica”.

Desde Kimica, Fernando Stipicevic, su director general, dice: “Para hacer ese video le pedimos al Ministerio que nos entregara las imágenes que tenía disponibles, y el Ministerio nos entregó las imágenes… No tenía la menor idea que no estaban autorizadas”.

LEER MÁS
 

Sergio Salinas advierte que al hablar del “reclutamiento” de estos días hay que considerar que “los anarquistas realizan acciones notorias, pero son minoría y no habrá un crecimiento como el que tuvieron los grupos tradicionales de extrema izquierda de los años 70 y 80”, cuando el mundo era bipolar. Agrega que el movimiento social “es intenso, pero será de corta duración. Bajará y en cinco o seis años con otros actores se puede repetir, como sucedió con las marchas estudiantiles de 2006, que tuvieron su eco en 2011. Baja 5-7 años y vienen otros actores que actúan”. “Cuando el estallido social baje quedará un pequeño segmento violento. Repetiremos lo de 2012. En 2011 hubo marchas estudiantiles y en 2012 atentados explosivos. Hay que ver qué vertientes reclutarán más; si fuera la anticivilizatoria —al estilo ITS— sería problemático, pues, por ejemplo, envían paquetes bombas a las autoridades”, dice. Y agrega: “Habrá otro fenómeno en las marchas del futuro: Distintos grupos aprendieron a enfrentarse a la policía con un nivel de organización que no era conocida: unos retiran enfermos, otros se enfrentan con la ayuda de escudos y láser, otros llevan comida y agua”.

En este punto Felipe Del Solar recalca que el estilo anarquista no es de grandes marchas, sino que de acciones reivindicatorias, donde el daño a civiles es “colateral”. Las marchas que vengan, se desprende, no serán de responsabilidad de ellos, pues “el anarquismo es una idea, no es un grupo organizado. Se compone de múltiples células que actúan de manera independiente”.

Sergio Salinas.

LEER MÁS
 

El 26 de octubre de 2019 el asesor de Defensa y ex director de la ANI, Gonzalo Yuseff afirmaba en La Tercera que “los anarquistas son grupos organizados; los que atacaron coordinadamente varias estaciones de Metro estaban organizados”.

Y aunque poco antes del 18 de octubre en la web Contrainfo —página latinoamericana que difunde noticias del anarquismo mundial— se llamaba a “una semana de evasión y sabotaje contra el servicio público”, tres expertos en grupos anarquistas consultados por “La Segunda” coinciden en que si bien pudieron actuar, no tenían la capacidad para generar el caos que se vivió en la primera jornada del estallido social y menos de conducir el proceso que siguió.

El especialista en violencia política de la U. de Chile y profesor de la Anepe Sergio Salinas; el historiador y autor —junto a Andrés Pérez— de “Anarquistas, presencia libertaria en Chile”, Felipe del Solar, y la profesional del Centro de Investigación de Ciencias Sociales y Juventud de la Universidad Católica Silva Henríquez, Camila Ponce, se aproximan a esta tendencia, cuyos adherentes más radicalizados no están cuantificados y son difícilmente identificables.

El mensaje

El estallido permite que grupos distintos participen de él, incluyendo a los anarquistas, que ven una posibilidad para mostrarse y reclutar jóvenes. “No somos una isla y esto del bloque negro, que son ‘los capuchas' —y que son quienes se enfrentan a la policía—, comenzó a verse en las movilizaciones antiglobalización como las de Seattle en 1999 (contra la OMC), o la de Génova en 2001 en respuesta a la cumbre del G8”, dice Salinas.

“En las protestas masivas de varias partes del mundo se ven 100 o 200 personas que se enfrentan a la policía. Son el bloque y en Chile el bloque negro nació con la APEC de 2004”, añade, pero subraya que “no todos ellos son anarquistas”.

Del Solar está de acuerdo: “Al igual que a todo el mundo, a los anarquistas los sorprende la revuelta de estas semanas. Pero incluso hay un sector de ellos que la ve con malos ojos. No les gusta el ciudadanismo (visto como una regeneración de la socialdemocracia y de la izquierda liberal). Puede ser que participen de la revuelta, pero no comparten la lógica ciudadana”.

Su impresión es que los anarquistas se desdibujaron en la protesta al pasar a ser parte del todo. “¿Anarquistas saqueando? No les interesa un plasma. Usualmente, atacan los bancos con la finalidad de hacer propaganda y después mandan un comunicado donde explican los motivos. Sin un acto violento, su discurso no tiene cobertura mediática”, remarca

Pero hay imágenes de las últimas siete semanas que muestran grupos obligando a los saqueadores a romper televisores que robaban. Salinas dice que ellos sí podrían ser anarquistas. “Para ellos es el momento de marcar un mensaje. Me llama la atención la sigla unificadora ACAB, que usan muchos grupos, incluyendo barristas (viene de la década del 20, se estima que nació en los barrios bajos de Inglaterra y se popularizó en los 70), que se repite en muchos rayados; es sigla internacional: All Cops Are Bastards. El mensaje que se está marcando hoy es, entonces, que la violencia es una herramienta política”.

“Estaban en decadencia”

Salinas agrega que también es un momento para reclutar. “Estos grupos estaban en un proceso de decadencia. Muchos de los militantes antiguos —parte de cuyos líderes eran lautaristas que estuvieron en la Cárcel de Alta Seguridad y que formaron el grupo anarquista Camina Libre— estaban alcanzando una edad mayor y pocos jóvenes se estaban incorporando a las primeras vertientes, que son la insurreccional y la ecológica. Los más radicalizados, pero que son muy pocos, estaban adscribiendo a los anticivilizatorios, aquellos que destrozan símbolos de la civilización”.

La insurreccional era, justamente, la línea de Camina Libre, que tomó fuerza entre 2004 y 2010 y que tenía presencia en las universidades Arcis y Academia de Humanismo Cristiano. Para difundir sus mensajes colocaban bombas de pólvora negra y tenían vínculos internacionales, que dejaban en claro al firmar con las siglas FAI-FRI (Frente Anárquico Internacional y Frente Revolucionario Internacional). El anarquismo ecológico y animalista nació en los 70, prendió en México hace 15 años y se ramificó en Chile hace 8, atribuyéndose la quema de cuatro medialunas en septiembre de este año; el ataque al bioterio de la UC hace 3 y la liberación reiterada de animales de la U. de Chile.

Los anticivilizatorios provienen de los animalistas y ecologistas, pero radicalizados y con Individualistas Tendiendo a lo Salvaje como referente internacional. No se sabe cuántos son, pero hasta octubre eran mínimos y violentos.

Salinas, reiterando que el movimiento estaba envejeciendo y reclutando poco, agrega que “con lo que está pasando ahora, los anarquistas tienen una nueva posibilidad” y explica que aunque en la “primera línea” —grupo de choque con las policías y que es un fenómeno poco estudiado— no todos son anarquistas, se ha formado una “mística” en torno a ella y al perro “Matapacos”. Una mística que se alimenta en las redes sociales.

Del Solar coincide: “Hoy hay muchos anarquistas escolares, desde 15 años hasta 24. Hacia los 30 y 40 la curva desciende. Dentro de la academia, uno de los principales tributarios son las ciencias sociales y humanidades. También se nutren de diseñadores talentosos, que le han impreso a esta cultura una estética distintiva, con la mezcla de rojo y negro empoderados, y afiches de calidad”.

“Esta estética —continúa— es una miel para adolescentes y jóvenes inquietos por acceder a una idea contestataria como esta. Hoy hay radicalización y politización de los escolares. Con estos escolares, la vida media de un anarquista podría ser mucho más larga. No sabemos hasta dónde llegará esta generación”. La respuesta a esa interrogante es difícil porque “esta vida requiere dedicación exclusiva. No tener hijos ni obligaciones monetarias importantes. En otros países hay anarquistas mayores. En Atenas hay un barrio anarquista: Exarcheia”.

“La mayoría de esos jóvenes —complementa Ponce— están en un proceso de búsqueda y les parece que el movimiento anarquista es muy estético e interesante y eso va ligado a la música”. Sin embargo, ella define a aquellos jóvenes como “alteractivistas”, es decir, activistas fuera de los partidos y que “concentran todas las causas de modo análogo al anarquismo: feminismo, mapuche, ecologismo” y donde puede o no haber penetración anarquista.

Del Solar piensa parecido, pero tiene un matiz. Para él lo que hay es una fragmentación del anarquismo, ideología que se expandió a fines del S. XIX de la mano del francés Pierre-Joseph Proudhon y del ruso Mijail Bakunin, entre otros. Se fue dividiendo en muchas vertientes, que hoy reivindican la solidaridad como opuesta a la competitividad, pero algunas de las cuales incluso reniegan del “hiper-racionalismo”, que caracterizó al movimiento desde su orígenes. “Estoy empezando a ver anarquistas que creen en el animismo, en las creencias ancestrales… Se inventan un pueblo mapuche ideal y reivindican su lucha. Pero la lucha mapuche no se explica por lo anarquista”. En el otro polo de la fragmentación están los anarquistas profesionales, esos que, dice Salinas, “participaron del movimiento estudiantil de 2011 y terminaron sus carreras. Hoy encontramos anarquistas que son abogados, por ejemplo”.

LEER MÁS