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Generalmente, la transferencia tecnológica se asocia a universidades (investigación y desarrollo, o I+D), pero hoy otros actores están entrando al modelo: las startups.

“Una startup puede ser considerada como generador de nuevas tecnologías con modelos de negocios que permiten escalar los productos que desarrollaron. Esto se diferencia de la academia por el foco en productividad; es decir, sacar los productos de los laboratorios y llevarlos al mercado”, señala el director de Start-Up Chile de Corfo, Sebastián Díaz.

Pero, además, las startups pueden adquirir tecnologías desarrolladas en universidades y crear modelos de negocio para entrar al mercado. “Hay una tremenda oportunidad para poner modelos de negocios escalables y crear startups con todas las tecnologías que se están desarrollando en universidades y que no entran al mercado”, añade.

En este sentido, Sofía Grez, CFO de ChileGlobal Ventures, sostiene que las startups validan su capacidad de innovar y demuestran que el negocio es técnica y económicamente viable.

Agrega que la industria de capital de riesgo en Chile está despegando, pues “todos los factores para que tengan éxito están convergiendo y está siendo más fácil realizar esta transferencia tecnológica, ya que las grandes corporaciones están notando la necesidad de introducir innovación de manera ágil en sus modelos de negocios”.

Bajar las barreras

Cuando las grandes corporaciones apuestan por las startups y bajan las barreras de riesgo para trabajar con ellas, los modelos de innovación —dice Sofía Grez— crecen de manera orgánica, potenciando el desarrollo de nuevas startups que pueden ofrecer al mercado productos y servicios cada vez mejores.

Para Marcelo Tarkieltaub, director regional Cono Sur de Rockwell Automation, generar un ecosistema de transferencia tecnológica requiere “preparar la cultura organizacional para la adopción de tecnología, entender dónde se cruza la innovación con los objetivos de negocios, y ver cómo medimos el retorno de la inversión y cuantificamos beneficios, no solo en el aspecto económico, sino también en el de las personas y el medio ambiente”.

Construir ecosistema

“Un ecosistema de transferencia tecnológica no es algo bilateral, más bien es un conjunto que incluye variadas entidades como gobierno, industria, proveedores tecnológicos e instituciones de educación, entre otras. Así, cuando hablamos de tecnología es algo transversal a la sociedad y, por lo tanto, sus beneficios también”, sostiene Marcelo Tarkieltaub.

¿Cómo se configura este ecosistema de transferencia tecnológica? Cristina Jiménez, directora del Instituto Passivhaus Chile, cree que empresas y universidades deben aportar a la definición y validación del potencial de innovaciones ya presentes en el mercado.

Pero, en un contexto de calentamiento global y cambio climático, pareciera que la industria constructiva chilena no avanza con la velocidad necesaria para asumir nuevas tecnologías, precisa la ejecutiva, quien lo atribuye a la falta de redes de transferencia tecnológica para aunar y compartir criterios de diseño y ejecución.

En este sentido, el estándar Passivhaus aboga por redes de transferencia tecnológica que se consoliden y posicionen como ecosistemas que permitan alcanzar beneficios mutuos.

Círculo virtuoso

Para Rodrigo Prado, gerente general de Tecno Fast, es primordial impulsar la transferencia tecnológica, no solo porque permite seguir creciendo y ser más productivos, sino también por los beneficios sociales que genera.

“Es un círculo virtuoso. Si requerimos una capacitación permanente de nuestro personal para estar a la vanguardia con la tecnología, generamos oportunidades de desarrollo académico en centros tecnológicos y universidades. Asimismo, los trabajadores especializados se convierten en un pilar fundamental para aumentar la mano de obra calificada y promover el desarrollo del país”, comenta.

Para Tecno Fast —firma que ofrece soluciones de espacio— las últimas tendencias tienen que ver con la automatización, la fabricación en madera y el desarrollo sostenible.

En este sentido, un hito fue el diseño del primer edificio de seis pisos hecho en madera y de forma modular en Latinoamérica. Ahora se agrega una planta robótica sustentable que mejora los estándares de eficiencia, rapidez y productividad. “Hoy contamos con la fábrica modular más moderna de Sudamérica, que incorpora producción robótica y energía sustentable, gracias a los mil paneles solares que instalamos”, detalla el ejecutivo de Tecno Fast.

En efecto, la transferencia tecnológica aplicada a la producción de energía solar hizo posible la generación de 581.412 kWh al año, lo que permitirá cubrir entre el 70% y el 75% del consumo energético de la fábrica, pero también entregar energía al sistema eléctrico nacional, cuando haya excedentes.

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