“Está mala la cosa”, la frase suena una y otra vez al recorrer la Av. Providencia. La normalidad de sus calles lleva más de un mes interrumpida y los restaurantes y bares de la comuna se resienten ante la baja de sus ventas.

Son las 15:30 horas y en el Liguria de Manuel Montt cuatro mesas son la excepción y exhiben comensales en una zona donde abundan las terrazas vacías. No son los mejores días para un clásico de la zona. Nos cuentan que en días de semana cierran entre la 1 y las 2 A.M., pero la baja en las ventas en notoria y que una de las medidas para revertir la ausencia de clientes es abrir los domingos, ese local y el de Pedro de Valdivia, entre las nueve de la mañana y las 6 de la tarde.

En la esquina de General del Canto está hamburguesería Luco's. La administradora, Sandra Palacios, cuenta que en poco más de un mes el negocio ha dejado de percibir cerca de 15 millones de pesos. Doce personas trabajan en el lugar que a eso de las 4 de la tarde casi no recibe clientes.

La terraza del Lomits exhibe relativa normalidad, pero don Domingo Aravena, a cargo del local, cuenta que han visto una baja de alrededor del 40% en sus ventas. Pese a eso dice: “Tenemos una situación favorable al lado de otros lugares. No hemos sido vandalizados y como tenemos clientes fieles, hay un piso en las ventas que es lo que nos mantiene”, dice.

En el contexto actual, el Lomits cierra a eso de las 10 de la noche, pero han reforzado sus ventanas y puerta de acceso. A su lado el Vapiano se ve vacío, nos dicen que el fuerte ahí son las mañanas y que mientras el día avanza se va desocupando. Los garzones juegan con sus celulares, hablan por teléfono.

En el Drugstore las mesas exteriores del Tavelli siempre tienen visitantes. Abren a las 11:00 de la mañana y por estos días ya pueden cerrar a eso de las 20:30. Eso sí, dicen que en materia de horarios prefieren ir analizando el día a día, dependiendo del funcionamiento del metro.

Para ellos la prioridad es que los trabajadores pueden llegar bien a sus casas. Reconocen entre 40% y 50% menos de visitantes, que el desayuno y el almuerzo mantienen niveles casi normales de pedidos, pero que después de las 5 es muy poco probable que alguien entre al lugar.

Unas cuadras más allá, en Nueva de Lyon, en el restaurante Baco señalan que han bajado en 20% sus clientes, pero que en el contexto del estallido social no han sufrido mayores alteraciones en su horario de atención, que se mantiene entre las 12:30 y las 11:00 de la noche.

Pegadito está el restaurante Ambrosía, que a eso de las 5 de la tarde no tiene clientes en sus mesas. Sebastián Saavedra, el administrador, se lamenta y dice que la baja en sus ventas ya va entre 40% y 50%.

Por las noches, acostumbraban a recibir entre 50 y 60 personas, ahora no suman más de 10, en el mejor de los escenarios. En Ambrosía han optado por estimular a sus clientes a realizar pedidos a través de internet. Tienen convenios con empresas de repartidores y promociones para premiar a quienes elijan esa opción.

En una de las salidas del edificio Dos Caracoles, hay un local de La Churrería. Aquí el lamento se agiganta. Nos dicen que la baja en sus ventas está en niveles dramáticos. Más del 70% menos de clientes han desaparecido. Después de las 3 de la tarde, con suerte se venden algunos churros para llevar y las mesas no reciben gente hasta que cierran a eso de las 20 horas.

Por la vereda sur de la avenida Providencia, la situación es similar. En el sector de Guardia Vieja la vida termina a eso de las 6 de la tarde. En la fuente de soda Elkika los garzones ordenan las mesas una y otra vez: sus ventas han caído en 30 %, también en la sucursal de la calle Hernando de Aguirre en metro Tobalaba.

A eso de las 19:00 horas pocos lugares siguen abiertos, los de clientes más fieles tienen cuerda hasta pasadas las 22:00 horas. Algunos happy hours y promociones seducen a unos pocos.

“Chile despertó, pero nosotros no nos podemos dormir”, dice Wilmar Valencia, a cargo de Elkika.

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