Durante muchos, muchos años, Chile era uno de los mejores países en Latinoamérica para que se instalaran restaurantes extranjeros. Y una de las principales causas era su estabilidad económica y social. Con la crisis del último mes, esta percepción cambió radicalmente y hoy nos vemos en una posición que siempre pensamos era más del vecino, no de nosotros. No pretendamos recobrar las mismas confianzas y las rutinas que teníamos antes del 18 de octubre, porque las cosas cambiaron. Pero si ante lo sucedido logramos generar nuevas alianzas y confianzas, podemos crear mejores acuerdos basados en relaciones más reales y más justas. Y si logramos hacerlo bien, lo más seguro es que solo vengan buenas nuevas. Pero para que esto resulte, debemos estar muchos trabajando en la misma línea: el Estado y la industria gastronómica juntos. Es momento de aunar esfuerzos.

Este local es uno de los peruanos que faltaba por arribar a Santiago, luego de que en Lima se convirtiera en un referente de cocina marina fresca y sabrosa. Acá se instaló en lo que se ha convertido en el polo gastronómico de la cocina peruana de “mantel largo”: el eje Nueva Costanera y Alonso de Córdova. Está muy bien montado, con una carta larga que se pasea entre los clásicos de la cocina peruana hasta propuestas nuevas y bastante sabrosas. ¿Qué pedir? La lista es larga y acá van tres de mis recomendados.