Tras la entrega del informe preliminar de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) sobre el mercado de medicamentos en Chile, los actores involucrados empiezan a reaccionar al diagnóstico y las 14 propuestas que realizó el organismo que lidera Ricardo Riesco.

Y en un mercado donde existen varias distorsiones de mercado, como la presencia de patentes y amplias asimetrías de información entre médicos y pacientes, cada actor busca proteger sus intereses.

Entre quienes participaron del estudio alaban su seriedad y que por primera vez aborda toda la cadena de valor de la industria. Claudio Lucarelli, académico chileno de la Universidad de Pensilvania y quien asesoró el estudio, explica que su gran aporte es que “el nivel de detalle, al analizar todo el canal, es inédito”, aunque no tan sorprendente en una industria que no opera bien. “Los hallazgos son todos esperables en un mercado que no presenta gran intensidad de competencia en precios”, explica el economista.

Roces entre industrias

Las reacciones entre las empresas involucradas han sido a cuentagotas. Y entre las primeras, cada una “ha llevado agua a su propio molino”, acusando a sus contrapartes. Hasta ahora la única cadena de farmacias que ha hecho una declaración pública ha sido Cruz Verde. Allí culpa a los laboratorios de “discriminar a las cadenas de farmacias con precios más altos”. Además, pidió que la autoridad sea “muy cuidadosa” con la venta de medicamentos sin receta en lugares distintos a una farmacia y exige “regulación y estándares sanitarios” para la venta de remedios online, otra de las propuestas de la FNE.

En tanto, la Cámara de Innovación Farmacéutica (CIF) —que agrupa a los laboratorios internacionales— en una declaración de su vicepresidenta ejecutiva, Mariela Formas, pide “regular los márgenes” de las cadenas de farmacias.

Bioequivalencia, clave

La Ley de Fármacos I, aprobada en 2014, buscaba potenciar el uso de medicamentos bioequivalentes. Pero su mala implementación —que obligó a los mismos laboratorios a certificar esa condición, pero que muchos prefirieron no realizar el trámite— terminó disminuyendo el número de alternativas más económicas (remedios genéricos) del mercado. Según el estudio de la FNE, un 80% de los medicamentos no tienen bioequivalente.

Ahí hay un punto de coincidencia. Tanto la CIF como Cruz Verde pidieron avanzar en la ampliación de la oferta de este tipo de medicamentos y facilitar los procedimientos de registro y certificación de bioequivalentes.

El proyecto de ley de fármacos II, que se discute en el Congreso y que hoy está en segundo trámite en la comisión de Salud de la Cámara, será clave pues contiene algunas de las propuestas de la FNE como venta en retailers distintos a farmacias y la forma de recetar medicamentos.

lugar ocupó el precio entre los factores para prescribir un medicamento según la encuesta de la FNE.

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Chile tiene un nivel de desigualdad similar al de Nicaragua y Bolivia. Y pese a que este problema es casi norma en Latinoamérica, parece estarle pasando la cuenta. El estallido social en nuestro país tiene como motor central la queja contra la inequidad. Y se hace patente que son necesarias medidas urgentes para atacarla, y otras de más largo plazo para irla reduciendo aún más con el objetivo de parecernos a países de mayor desarrollo.

Es que la desigualdad ya no es un tema ideológico. Organismos internacionales como la OCDE lo han levantado como un problema profundo, que afecta la economía y la estabilidad social.

Económicamente, restringe el crecimiento. Según un estudio de la OCDE, un alza de la desigualdad de 3 puntos en el índice Gini (donde 0 es total igualdad y 100 es total desigualdad) en los países que la conforman está relacionado con un menor crecimiento del PIB de 0,35 puntos porcentuales al año. En 25 años, es un 8,5% de menor crecimiento.

Varias razones explican esto: la desigualdad hace que personas de pocos ingresos gasten menos en educación, lo que baja el número de trabajadores productivos, y el poder de consumo de la clase media, reduciendo el pago de impuestos. A esto se suma que tiene un efecto de inestabilidad política y social, que golpea la inversión.

En busca de reducir la desigualdad, varios países han implementado políticas exitosas, pero que tienen sus tiempos de maduración. Los impuestos y trasnferencias son una inyección directa y rápida para enfrentarla. El empleo acompañado del crecimiento son una respuesta para el corto y el mediano plazo. Y la educación es sin duda la receta más potente, pero de más largo plazo para este combate.

1 Impuestos y gasto

El Gini de Chile y Alemania, antes de impuestos y transferencias, es de 50. Luego, Alemania cobra impuestos y realiza transferencias directas de recursos a los más vulnerables, lo que baja a 30 su Gini. En Chile queda en 48. “Esto es tanto por la forma de recaudar, como por la eficiencia del gasto”, advierte Dante Contreras, académico de la FEN de la U. de Chile.

En recaudación, una de las principales diferencias con países desarrollados es que en Chile la mayor parte se realiza a través del IVA, un impuesto que, proporcionalmente, pagan más las personas de menores ingresos. Mientras que en los países de la OCDE se recauda más por impuestos a la renta, que son progresivos.

Para Osvaldo Larrañaga, académico de la Escuela de Gobierno UC, tener impuestos progresivos es clave para reducir la concentración de ingresos en la parte alta de la distribución. Da como ejemplo a los países europeos. “A principios del siglo XX tenían niveles de desigualdad tan elevados como Chile actualmente. Hacia 1970, redujeron su Gini a 30. El Estado desempeñó un papel muy importante”.

El acuerdo al que llegó el Gobierno para la reforma tributaria, tras el estallido social, instalaría mecanismos más progresivos que van en esta dirección. Pese a que esto puede ser un avance, Contreras advierte que queda la segunda parte: un gasto más eficiente.

El académico de King's College London Paul Segal cree que es clave aumentar el gasto público en salud y educación. Esto, dice, disminuye la desigualdad después de impuestos, ya que se incluyen los valores de los servicios recibidos. “Si Chile recaudara 4% más del PIB (con impuestos progresivos) y lo gastara en servicios públicos universales, elevando el gasto del 14% del PIB al 18%, cerca del de Argentina, tendría un impacto enorme”.

2 Transferencias directas

El programa Bolsa Familia en Brasil, que consiste en una transferencia directa de dinero a las familias pobres, a cambio de que se aseguren de que los hijos vayan al colegio y cumplan con el calendario de vacunación, fue responsable del 10% de la reducción de la desigualdad en ese país en la década del 2000. En Chile, a menor escala, se han realizado programas similares, como el Ingreso Ético Familiar, también con impactos en la desigualdad. Más transferencias son necesarias.

Un ejemplo que ha tenido resultados es el pilar solidario en pensiones. Con su creación en 2008, el Gini de los mayores de 65 años cayó de 48 a 46 en 2011. Ahora, las mejoras que se discuten en el Congreso, que aumentarían en 50% sus recursos, podrían potenciar esto. “La gente que no tuvo un buen pasar en el mercado laboral no tendrá una buena pensión. Una inyección directa de recursos podría reducir de forma importante la desigualdad”, dice Contreras.

Y el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, parece estar inclinándose por más transferencias. Ya anunció una “acción potente”, en la cual revisarán los programas mal evaluados por la Dipres, que son siete de cada diez, para redirigir recursos hacia transferencias directas para familias más vulnerables.

Pero, ya que la pobreza en Chile es solo del 8%, estas transferencias deberían centrarse también en una clase media vulnerable que ha crecido en los últimos años y que, ante cualquier eventualidad (enfermedad, accidentes, etc.) pueden caer bajo la línea de la pobreza.

3Mercado del trabajo

Políticas que disminuyan el desempleo y la informalidad han ayudado a reducir la inequidad social de Latinoamérica, según el BID. Esto, porque los trabajadores informales ganan menos dinero que sus pares con niveles similares de habilidades y no tienen acceso a seguridad social.

“La reducción de la desigualdad en sociedades industriales del siglo XX fue posible por la acción de sindicatos fuertes y leyes laborales que balancearon la fuerza negociadora de trabajadores y los dueños del capital”, dice Larrañaga.

Concuerda Segal y agrega que el alza del salario mínimo también tiene efectos en la reducción de la desigualdad.

4 Educación de calidad

Para conseguir crecimiento y reducir la inequidad, los “tigres asiáticos” (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán) se centraron en políticas de educación: acceso universal a educación primaria, altas matrículas secundarias y terciarias, y énfasis en las carreras técnicas e ingenierías.

En Latinoamérica, la educación también ha sido clave. Un estudio realizado por Nora Lustig (Tulane) y Eduardo Ortiz (King's College London) en 2016 mostró cómo la desigualdad se redujo en la región en la primera década del 2000, cuando cayó en 16 de los 17 países que la conforman, gracias a las inversiones en educación de los años 80 y 90. “Se dio un aumento relativo en la oferta de mano de obra con mayor calificación, lo que incrementó el ingreso laboral por hora”, explica Ortiz. Ahora, advierte, cambió el énfasis. “Es importante la inversión en educación, ya no necesariamente en cobertura, sino en calidad”, dice Ortiz. Concuerda Contreras: “Para tener un efecto en el largo plazo se requiere gasto en calidad”.

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