The New York Times lo calificó como “una mutilación” y la BBC, como “una epidemia”. La cifra de heridos oculares dio la vuelta al mundo. A un mes del estallido, Mario Rozas, general director de Carabineros, suspendió el uso de balines y señaló que solo serán utilizados “como una medida extrema y exclusivamente para la legítima defensa cuando haya peligro de muerte”.

“Valoramos la decisión. Es la medida preventiva adecuada”, señalan esta mañana desde la Sociedad Chilena de Oftalmología (Sochiof).

Desde el 19 de octubre al 20 de noviembre la cifra alcanza 220 pacientes con trauma ocular severo, según las cifras de la Unidad de Trauma Ocular del Hospital del Salvador. El promedio de edad es de 29,8 años, en su mayoría hombres. Hay 74 casos más en otros centros de Santiago y regiones. “Nos ha costado mucho levantar el registro en todo el país”, explica Gonzalo Varas, director de Sochiof. “A la información de clínicas privadas hemos tenido que llegar a través de Fiscalía”, añade Dennis Cortés, presidente de la sociedad.

Cortés fue el primero en hablar de “emergencia sanitaria”, el 4 de noviembre (con 133 casos) ante la comisión de DD.HH. en el Senado, cuando señaló que “no hay ningún número en la historia de nuestra especialidad que se compare a estas cifras, en los últimos 27 años. Ni siquiera en áreas de conflictos, incluyendo Israel, Palestina, Jerusalén y Gaza”.

“Lamentablemente, ha ido aumentando la violencia de las manifestaciones y, con ello, los pacientes con traumas. Sin duda esto tiene un contexto político, pero nuestra misión es la salud visual de los pacientes. Un número importante va a tener una repercusión muy significativa en su salud visual y psicológica, van a tener al menos un duelo, y una recuperación prolongada probablemente en los casos más graves”.

Treinta y tres pacientes ya sufrieron pérdida total de la visión del ojo afectado. Y a la UTO llegaron 40 pacientes con traumatismo ocular con globo abierto (estallido ocular). El 80% a causa de balines antidisturbios. El 7% por bombas lacrimógenas y el resto por otras causas. “Eso es lo que más nos preocupa, significa que el globo se abre, literalmente. Se asocia a la alternación significativa o pérdida de la visión”, advierte Varas.

El 46,2% de la totalidad de los casos tiene una visión de 20/400 al de consultar, catalogada como “ceguera”. “La normativa legal cataloga a los pacientes que tienen una visión apta para la vida diaria, para trabajar, jubilar, etc. En el caso de tener el otro ojo sano, probablemente pueden retomar una actividad laboral bastante normal”, señala Varas. Cortés advierte que es este “el dato más relevante porque es el factor pronóstico. Un compromiso de visión a ese nivel es alarmante”.

El caso de mayor gravedad corresponde a Gustavo Gatica, ayer operado en la Clínica Santa María, quien sufrió un trauma ocular bilateral severo el 8 de noviembre. Hay dos casos más con daño bilateral en la UTO.

El duelo

En cuanto a las consecuencias de vivir con un solo ojo, Varas relata: “Me toca ver pacientes (que pierden un ojo) por trauma, desprendimiento de retina, glaucoma o un cáncer intraocular. Ellos entienden el proceso desde la enfermedad, pero cuando uno tiene que vaciar el globo, emocionalmente es muy difícil; pasan por un período de duelo, se deprimen o manifiestan alteraciones de salud mental”.

Lo primero es intentar restablecer la función visual. “Cuando no se puede, la idea es que el globo ocular se mantenga siempre que no cause dolor, inflamación, secreción o alteraciones que le permitan trabajar. Tercero, la rehabilitación cosmética”, añade.

Y explica la evisceración: “Cuando las paredes del globo están dañadas, pero se pueden mantener, uno vacía el contenido del ojo y pone un implante que da volumen. Seis semanas tarda en que el cuerpo lo integre. Posteriormente, viene la adaptación de una prótesis, cuando se instala el dispositivo externo, extraíble”. Ese está a cargo de protesistas, habitualmente odontólogos, que las confeccionan con mismo color y características del otro ojo.

El Ministerio de Salud respondió a la solicitud de la sociedad y del Colegio Médico, y anunció un Programa Integral de Reparación Ocular, en el que trabajarán equipos multidisciplinarios: oftalmólogo, protesista, psicólogo, psiquiatra, terapeutas ocupacionales y asistentes sociales. Porque solo la prótesis cuesta cerca de 600 mil pesos. La operación, sin cobertura, podría costar unos 2 millones y medio.

En cuanto a la rehabilitación, cuando el paciente ya perdió la visión, cirugía y recuperación podría tardar dos meses. “Cuando existe potencial visual, pero la severidad del daño es significativo, los primeros intentos son para preservar el globo y la visión. Podría durar de seis meses a un año, porque el ojo que no responde bien podría generar ptisis bulbi (atrofia del globo ocular)”.

Cuando los ojos entregan una visión disímil, el cerebro entrega visión doble y es lo que provoca el mareo. Lo más complejo en los pacientes en que pierden la visión de un ojo es la pérdida de la profundidad. “Les cuesta prepararse un café o un vaso de agua, hasta que el cerebro empieza a crear una forma para ver profundidad, como las sombras que dan los objetos”. Requiere entrenamiento y ejercicios. La rehabilitación psicológica podría extenderse mucho más.

Con respecto al estudio de la U. de Chile que arrojó que la composición de los balines son de 20% caucho y el 80% de sílice, plomo y sulfato de bario, Cortés confirma: “El aspecto, tanto en escáner con radiografías, siempre nos hizo sospechar que algo metálico había. Fue el comentario que nos hicieron los radiólogos”.

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sufrieron pérdida total de un ojo

(19 oct. al 20 nov.)

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