Otra vez

se va de rositas. Sale muy

barato matar”.

Javier Laínez

Hermano del difunto

que peleó

con Lanza

Al fallecido almirante Sergio Huidobro, se le recuerda, principalmente, por su apoyo al golpe militar: el 9 de septiembre de 1973 le avisó a Augusto Pinochet que la hora H, cuando se iniciaría el alzamiento, serían las 6 AM del día 11.

A su nieto, Rodrigo Lanza Huidobro, se le conoce por causas distintas y de amplio eco mediático en España: ya suma siete años en alguna cárcel de ese país. Primero, pasó cinco años en presidios de Barcelona, condenado por tirarle una piedra a un agente de la Guardia Urbana en el desalojo de una casa okupa. Y ahora lleva dos años tras las rejas en Zaragoza, en espera de la sentencia por la muerte de un hombre de 55 años en un bar del barrio la Magdalena, donde Lanza se había ido a vivir tras dejar Barcelona.

Ambos episodios han sido cubiertos por la prensa española. El actual es llamado «el caso de los tirantes». Comenzó en diciembre del 2017, cuando Lanza, un amigo y dos mujeres que acababa de conocer se toparon adentro del bar «El tocadiscos» con Víctor Laínez.

Lanza había llegado en 2015 a Zaragoza, proveniente de Barcelona, ciudad que había abandonado porque se sentía “acosado” por la Guardia Urbana de esta última ciudad. A estas alturas el rostro de Lanza era bastante conocido, en especial por el documental «Ciutat Morta», que habla precisamente del caso donde él fue condenado en Barcelona.

Hay al menos dos versiones de lo que pasó en el bar. Esa noche Laínez vestía unos suspensores rojo y amarillo, los colores de la bandera monárquica española. Aparentemente de ese detalle no se percató Lanza, pero sí le sirvió a la prensa para darle el mote al caso. En fin, Laínez y Lanza tuvieron una discusión y enseguida el viñamarino habló con sus amigos, a quienes les contó que el español le había dicho “sudaca”. Lanza replicó a Laínez que la Magdalena, donde estaba el bar, era un barrio antifascista y no querían nazis por ahí.

El caso 4F

No es la primera vez que la palabra “sudaca”, que tiene connotaciones racistas, aparece en la vida de Lanza. En una entrevista de 2013, a poco de quedar libre tras su primera condena, dijo que había pasado “cinco años en la cárcel por ser sudaca”. Aludía a lo que le pasó en Barcelona el 4 febrero de 2006. Esa noche la Guardia Urbana llegó a desalojar la casa okupa de Sant Pere més Baix llamada el Palau Alós. Lanza, afecto al circuito de los jóvenes antisistema, era uno de quienes estaba ahí. En la trifulca un guardia fue golpeado. Una versión dice que le calló un macetero, otra —que adoptó la corte— que los okupa le habían arrojado una piedra. Quedó tetrapléjico.

Lanza fue uno de los nueve jóvenes que recibieron condena. Había otro chileno y también una mujer, que siempre mantuvo que ni siquiera había estado ahí pese a que le atribuían arrojarle una valla a la policía. Ella se suicidó en abril de 2011, cuando tenía un permiso penitenciario. Lanza en cambio pasó dos años en la prisión de la Trinidad y otros tres en Quatre Camins. “Había un policía herido y necesitaban un culpable, un cabeza de turco… Hubo un componente racial muy grande”, dijo en la entrevista de 2013. A partir de este caso se realizó el documental «Ciutat Morta», estrenado en marzo de 2014 en el Festival de Cine de Málaga.

Entre muchas locaciones «Ciutat Morta» también se exhibió en el Centro Social Okupado Kike Mur, de Zaragoza, donde Lanza se hizo habitual. El centro funciona en las instalaciones de la antigua cárcel de Torrero, pero —publica «El Periódico de Cataluña»— el viñamarino no residía ahí al momento de su incidente con Laínez. “Vivía en una casa de la Magdalena legalmente, trabajo, novia y perro. Una vida normal en Zaragoza en la que no se le habían conocido ni trifulcas ni arrestos hasta ahora”, publicó «El Periódico» en diciembre de 2017, días después de que Lanza fuera nuevamente encerrado.

El «caso de los tirantes» tomó fuerza apenas se inició su fase oral el pasado 4 de noviembre, con trasfondo político y cambio de look del imputado incluido. Por los acusadores estaba la fiscal Ana Cabezas y los abogados de la familia Laínez, pero también David Arranz, vocero del ultraderechista VOX en Aragón. A Lanza lo defendía Endika Zulueta, aficionado al punk y guitarrista de Familia Real, grupo contemporáneo de La Polla Records; alguna vez abogado de Rabei Osmán El Sayed, implicado en los ataques de Atocha.

El veredicto de las cinco mujeres y cuatro hombres que enjuiciaron a Lanza en la Audiencia Provincial de Zaragoza estuvo más cerca de lo que pretendía Zulueta que de los acusadores. El tribunal halló que Lanza era culpable de lesiones imprudentes, no de homicidio: Lanza le pegó a Laínez después del intercambio de palabras que tuvieron, pero no para matarlo. El máximo posible de la condena cayó así de 25 a 12 años de cárcel. Su defensor pidió dejarlo libre porque si le dan el mínimo, ya lo tiene cumplido. “Otra vez se va de rositas. Sale muy barato matar”, dijo en cambio Javier Laínez, hermano del difunto de los tirantes.

Arriba, con atuendo okupa. Abajo, cómo apareció en la corte: partidura y camisa de vestir.

LEER MÁS