“Guardo confianza en que, a pesar de errar en el camino, el bien va a prevalecer”.

Patricia May (63) escribe en su escritorio frente a una gran ventana de su casa en Colina.

Desde ahí ve cómo “al vaivén del viento” se mueven un par de álamos y un nogal de su jardín. También observa sus cactus y las esculturas de su abuela paterna Marta Colvin.

“Siempre ha escrito conectada con el entorno natural. En otros tiempos lo he hecho frente al mar. Puedo mirar los pajaritos que están recogiendo semillas. Observo el cielo a distintas horas del día. Pongo mi pensamiento entre el computador y la mente que se me abre en la contemplación de la naturaleza”, comenta.

Los últimos dos años no han sido fáciles para la antropóloga titulada de la Universidad de Chile y escritora.

Su estado de salud la ha obligado a someterse a una serie de operaciones, y a bajar drásticamente el ritmo de sus actividades. Sin embargo, no ha parado con sus talleres de desarrollo espiritual integral en su “Escuela del alma” en su parcela de Colina, donde imparte clases junto a su marido, el pintor Sergio Sagüez.

Patricia sigue escribiendo. Este año publicó dos libros con ediciones Urano “Ando lento” y “De la tierra al alma”.

La antropóloga se ha enfocado en el desarrollado de ámbitos como las tradiciones espirituales y ciencias integrales, la evolución de la conciencia humana y de la vida cotidiana. Por eso la crisis social del país no podía estar fuera de su mirada reflexiva. “Me alegra poder ver a un Chile real y que se escuchen otras voces. Que en las manifestaciones pacíficas se muestre la diversidad de lo que somos; el sentido profundo de los chilenos. Pero lamento que para que haya un despertar planetario tengamos que llegar a extremos. Debemos hacernos cargo del tipo de dinámicas hemos construido para entender este nivel de violencia. Qué tipo de valores hay detrás de eso. Dónde queda el valor de la honestidad, de la integridad, de la solidaridad. Sin embargo, guardo una confianza amplia en que, a pesar de errar en el camino, el bien va a prevalecer”, sostiene.

“He sido profundamente feliz”

Debido a la condición con la que nació, una pseudoacondroplasia (cuadro genético que determinó su baja estatura) que heredó de su padre, su parte articular ha sido compleja. May —quien se ayuda por unas muletas de fierro y madera— cuenta que en 2017 de un día para otro no pudo caminar más. Desde entonces ha tenido dos intervenciones a la tibia. Además, este invierno se le luxó la cadera y otra vez ingresó a pabellón. “Debo operarme en dos meses más para ponerme una prótesis de rodilla que me permita volver a caminar. Han sido operaciones bastante grandes. He tenido que pasar por dolor, por la recuperación con impedimentos para trasladarme”, comenta.

Patricia reconoce que su condición física de niña y adolescente fue “dura”. Hubo etapas donde debió estar un año en cama. “En esos tiempos no eran tan integradores a la diversidad como hoy. Por muchos años usé fierros en mis piernas porque los doctores tenían la falsa teoría de que no debía caminar. Pero no he tenido una vida amargada ni de puro sufrimiento; he gozado muchísimo. He sido profundamente feliz, porque he vivido en el amor. Amo el saber, la naturaleza y conectarme con otros seres humanos”, enfatiza.

Pero reconoce que, pese a su resiliencia, ha vivido situaciones dolorosas. El 2003, con meses de diferencia, perdió a su hermana y a sus padres en sucesivos accidentes automovilísticos. “Éramos muy unidos y se quebró mi mundo. El dolor de la pérdida no se salta, pero es un dolor con sentido”, dice.

El duelo para la antropóloga no es transformarse en un ser sufriente para el resto de la vida. “El dolor nos da la tremenda oportunidad de ablandarnos y conectarnos con el prójimo. El gran desafío es que el dolor se convierta a largo plazo en amor, humildad y sabiduría, no en amargura. Por eso es fundamental abrir nuestros corazones a los momentos que vive Chile”, comenta.

—Hace diez años como columnista de la Revista Sábado escribió sobre el “proyecto país”, donde planteó que el centro del desarrollo de una nación no podía estar solo en lo económico.

—Así es, porque eso no involucra una educación completa del ser humano en sí. Detrás de las protestas y la insatisfacción veo un clamor más profundo: el futuro de Chile no puede enfocarse solo en lo material. Es una visión más amplia que va ligada a una transformación cultural que va mucho más allá de conseguir, por ejemplo, un mejor modelo de jubilación o una mejor salud. Es otra manera de entender al ser humano con otro ritmo de vida. Con otro objetivo, no individualista ni materialista. Esos caminos solo traen estrés, agobio, desolación y soledad.

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