“No tengo tan claro si nuestro trabajo puede explicar lo que está pasando, el estallido social y de protesta, pero lo que sí hace es demostrar que la demanda ciudadana por desconcentrar el poder y por desconcentrar los privilegios existe desde hace mucho tiempo”, dice Auska Ovando de Ciudadanía Inteligente.

Conversatorios: El ladrido civil

A pocos días de que comenzaran las protestas, el director de cine Fernando Guzzoni (La colorina, Carne de perro, Jesús), la artista visual Laura Estévez y el periodista Sebastián Herrera se dieron cuenta de que entre tantas pancartas que gritaban mensajes diversos, se necesitaban intérpretes en medio del sinfín de discusiones cruzadas. La necesidad de dialogar en un momento social tan complejo era urgente.

Después de la marcha del miércoles 23 llegaron a sus casas con la idea de que el protagonista de esta temporada sería el lenguaje y los nuevos discursos civiles. Decidieron agruparse en un colectivo llamado “Tres tristes tigres”, en honor a la película de Raúl Ruiz de 1968, para ellos una referencia en la práctica de tensionar el lenguaje. Como además se sentían tristes, pensaron que el nombre les calzaba perfecto. Lo siguiente fue organizar los “Coloquio de perro” (el nombre de otra obra de Ruiz, de 1977), un conversatorio con panelistas que hablan desde las subjetividades: Poesía, literatura, arte, historia, psicología y filosofía, que partieron el domingo 27 de octubre y ya va para su tercera versión, con una asistencia creciente de público.

“La izquierda y la derecha son conceptos en desuso. Es un binarismo en el cual la gente no se siente representada y yo creo que son las organizaciones ciudadanas, los intelectuales, académicos, artistas, activistas los que están dando respuestas e instalando banderas. Por eso, nos parece convocante y horizontal abrir un espacio para ese mundo”, dice Fernando Guzzoni.

En el primer encuentro, los tristes tigres juntaron al actor Alejandro Goic; el cientista político Recaredo Gálvez, de la fundación SOL; la abogada constitucionalista Jimena Jiménez; el filósofo Rodrigo Karmy; Yerko Lubitic, del INDH; la directora de El Desconcierto, Francisca Quiroga; el académico UDP Rodrigo Rojas; el poeta Raúl Zurita, y la psicoanalista Constanza Michelson, quien fue la moderadora.

Afuera del Museo de Arte Contemporáneo, los asistentes se sentaron en las escaleras del edificio, enfrentando a la mesa de especialistas. “La manera en la que están distribuidos los asistentes y los charlistas es a propósito. La mesa está en la plaza y el público que observa lo hace desde el museo. Se hace un juego contrario a lo que se pasa habitualmente, donde el pensamiento suele estar expuesto adentro y los espectadores afuera. Aquí el ciudadano es el protagonista”, explica Laura Estévez.

Mientras los panelistas disponen de unos minutos para hablar desde su expertise sobre el colapso del sistema neoliberal, ladran perros, gritan niños que juegan en el parque, se escuchan las sirenas de Carabineros que desfilan por Andrés Bello y los cañonazos de las lacrimógenas que se lanzan en Plaza Italia.

“En el establishment, el mundo de la cultura y la subjetividad es una paria”, reflexiona Guzzoni. “Es de lo primero de lo que se prescinde, lo primero que se recorta en términos de presupuesto. Por eso, el espíritu de esta actividad es levantar voces que no están representadas en los medios oficiales ni en la clase política”. Y Estévez agrega: “El uso de los espacios públicos nos parece fascinante. El grito de un curado, una señora que se queja, los bocinazos que se cuelan en la conversación nos gustan. Hoy, lugares que eran meramente de tránsito se volvieron espacios politizados, que nos pertenecen. Es la nueva polis donde la gente se está encontrando, articulando su discurso y rearmando su identidad. No hay que higienizar esta conversación, hay que ponerla en el centro de la ciudad, dentro de todo el flujo de cosas que están ocurriendo”.

Los asistentes llevan agendas en las que toman notas, algunos se levantan y alzan la voz, pero más allá de encontrar una respuesta, el objetivo del grupo es que se generen nuevas preguntas. Constanza Michelson, la moderadora, lo explica así: “Elaborar ideas y ponerlas en palabras, en definitiva, poder hablar, es lo que permite que uno se alivie. La gente tiene muchas ganas de hablar, y es eso lo que la tecnocracia no entiende. A veces las respuestas vienen por añadidura, pero lo que uno necesita primero es espacio para pensar en un contexto de participación y diálogo. Eso es lo que se genera en estos coloquios”.

Los tristes tigres están documentando todo lo que pasa en sus encuentros para hacer llegar los mensajes a todo Chile a través de las redes sociales. También esperan poder revisar el material, en un futuro no lejano, y ver si las preguntas finalmente consiguieron alguna respuesta.

Este domingo, el coloquio tendrá su tercera versión, a las 18:00 horas en el mismo lugar, con el dramaturgo Guillermo Calderón, el historiador Gabriel Salazar, la vocera de la coordinadora feminista 8M Javiera Manzi, la periodista Mónica González, Roberto Morales de la Amnistía Internacional y el historiador Enzo Abbagliati.

Cabildo feminista en el Museo de la Memoria

En Ni Una Menos Chile se dieron cuenta de que tenían que incorporar nuevas formas de diálogo para fortalecer su participación política en estos días. Por eso, desde el 18 de octubre aumentaron la frecuencia habitual de sus reuniones, que en los casos de mayor participación se realizan con 40 mujeres, tipo asambleas. También llamaron a su primera cabilda, con el apoyo del sindicato y el equipo de Memoria y Feminismo del Museo de La Memoria y los Derechos Humanos. “Hay muchas ganas de participar y ser parte de este cambio cultural que es inminente” explica Francisca Rusque, una de las voceras del movimiento.

Como no existe un formato específico para desarrollar estos encuentros, y la experiencia de las semanas anteriores en otros cabildos ya les indicaba que estaban compartiendo un diagnóstico, propusieron abordar otros temas. “Decidimos salirnos de la metodología más tradicional del cabildo, porque hemos visto que todo se ha centrado en la Asamblea Constituyente. Y si bien el cambio de Constitución es un punto importante, no es lo único que queremos trabajar. Por eso ampliamos las preguntas y trabajamos por temas”. Rusque cuenta que, en la interna, propusieron diez preguntas y previeron que cada grupo, también de diez asistentes, respondería solo una de ellas. Esperaban la participación de unas 100 asistentes. En la convocatoria no excluyeron a los hombres. La realidad las sorprendió. Finalmente, llegaron cerca de 400 personas, todas mujeres, quienes cumplieron con la tarea de compartir tres reflexiones o propuestas en torno al tema seleccionado. “Vinieron de muchas comunas de Santiago, incluso una de Pichilemu”, cuenta la vocera del movimiento Ni Una Menos Chile.

La pregunta sobre la violencia, que incluso les ha permitido anclar la frase “todas las mujeres contra todas las violencias”, fue la que generó el mayor interés. Cerca de cuarenta asistentes se inscribieron para tratar el tema desde una mirada crítica. Esa reflexión es clave para ellas, porque entienden que es una de las preocupaciones menos presentes en el contexto actual. En cambio, como agrupación, lo tienen muy vigente. “Ha pasado en muchas instancias de este período de movilización, en marchas, en asambleas y en cabildos, que asisten hombres que han sido violentos con sus parejas anteriores. Acá tuvimos un episodio similar, había un acosador, un hombre que andaba siguiendo a una de las chiquillas que fue a la jornada. Cuando nos dimos cuenta, todas reaccionamos para echarlo. Lo mismo pasó en un cabildo al que fuimos en Plaza Brasil”.

Ahora tienen que dar el paso siguiente. Rusque cuenta que se están organizando para transcribir, sistematizar y sintetizar toda la información, tratando de identificar los temas y definiciones más recurrentes. Saben que tienen que hacerlo rápido. Necesitan este análisis para evaluar si es posible concretar pronto otra cabilda, que les permita tratar más preguntas. Además, tienen el desafío de robustecer su proyecto político Ni Una Menos Chile, e incluir sus demandas y visiones en el contexto más amplio.

La evaluación, en comparación con su forma habitual de deliberar, es positiva. “La cabilda es una instancia enriquecedora en términos de propuestas y de ampliar la visión. Por ejemplo, cuando nosotras nos reunimos, compartimos menos miradas, quizás se problematiza menos que en estos espacios donde participan muchas más y podemos tener una visión más panorámica de lo que piensan todas las que conforman el movimiento feminista. Por ese lado, creo que complementa bien (a la asamblea), porque podemos proponer el proyecto político desde el movimiento de mujeres en Chile”. Además, Francisca cuenta que en esta instancia observó que todas tienen un vínculo cercano: “apuntamos a erradicar toda la violencia, desde la base de este sistema. Entonces se da este ambiente de compañerismo, todas queremos lo mismo” concluye.

Por ahora, los pasos futuros no contemplan participar del proceso ciudadano que está preparando el Gobierno: “tenemos desconfianza de esos espacios institucionales”, comenta Rusque. Sin embargo, están conversando la posibilidad de entregar los resultados al Congreso o a la ministra de la Mujer y Equidad de Género.

Asambleas: Todas las voces todas

Ayer en la mañana en la comuna de Providencia, y mientras la alcaldesa Evelyn Matthei comenzaba su día dirigiendo el tránsito con un chaleco reflectante amarillo, para después huir corriendo de la prensa televisiva tras discutir con un periodista de Chilevisión, una solemne calma invade uno de los salones de la Universidad Autónoma, en la calle Pedro de Valdivia. Lejos de las cámaras de TV y del circo mediático, este espacio se va llenando de representantes de la red social La Comunidad de Organizaciones Solidarias. Son dirigentes de unas 200 organizaciones de la sociedad civil, como Techo y Fundación Las Rosas, cuyo patrón común es ver y discutir temas vinculados a la superación de la pobreza, población en vulnerabilidad social, niños desprotegidos, ancianos, migrantes... En fin, personas que son parte del Chile menos afortunado.

Antes de iniciar esta asamblea —que luego de unos minutos ya completa cerca de 70 personas—, Leonardo Moreno, secretario de la comunidad, saluda a los invitados de mano, siempre con una sonrisa. Viejo conocido en sus esfuerzos por hacer más justa la repartición de la torta de este Chile campeón de la inequidad, viene trabajando desde hace años en la Fundación Superación de la Pobreza. Y desde el 19 de octubre, junto a Rodrigo Jordan, director de la organización, ha sido parte de este esfuerzo participativo que no solo contempla un fin particular, sino muchos objetivos sociales al mismo tiempo.

“La asamblea de hoy día es una de las redes, donde están básicamente las que se dedican a temas de pobreza y exclusión. Trabajan con tercera edad, infancia, pobreza, vivienda, migrantes. Todos los asistentes somos parte de la misma red. Pero desde que partió esta crisis hemos logrado una cuestión inédita en Chile, reunir a muchas de estas redes, casi diez. Y no solo eso: se ha logrado armar una mesa de coordinación de estas redes a pesar de cada una trabajar distintas temáticas. Derechos humanos, medio ambiente, exclusión, pobreza, temas religiosos, ciclistas, etc.”, cuenta Moreno. Y agrega: “En esta mesa de coordinación de hoy, estamos hablando de cerca de 800 organizaciones de la sociedad civil de lo que se denomina habitualmente el tercer sector. No son organizaciones de base, sino más bien ONGs que trabajan temas específicos. Y lo que se pretende es avanzar en diálogo social y hacer un puente con aquellos sectores que están vetados del diálogo”.

En una muralla se proyectan gráficos, ideas más digeridas, y los invitados van tomando tanto notas como la palabra. El diálogo está vivo y el protagonista es el estallido social en curso y la contingencia.

Hay un factor de las asambleas, a diferencia otros formatos de diálogo, que es ¿cómo mantenerse unidos cuando hay muchas miradas?

Nosotros sabemos que estamos unidos con un pegamento muy frágil, lo que hemos hecho es tratar de ir avanzando en los mínimos comunes y no ser tan maximalista. Te voy a poner un ejemplo súper concreto: La Constitución. En la primera semana nos dimos cuenta de que sin un cambio constitucional, esta cuestión no va a funcionar. Pero cuando vas a la asamblea, algunos te dicen que sí y otros te dicen que no. Y cuando caemos en eso, decimos: perfecto, entonces ahora usemos Mentimeter, un software que permite votar en asambleas por una idea A o una idea B. Entonces elegimos si vamos apoyar un cambio constitucional o no, e inmediatamente alguien te dice asamblea constituyente. Y decimos: “Momento pos compadre, estamos de acuerdo en que tenemos que cambiar la Constitución, ahora lo que tenemos que tratar de ponernos de acuerdo es: o lo hacemos a través de un plebiscito o a través de una asamblea constituyente o a través del Congreso”. O sea, vamos tratando de avanzar poco a poco.

Herramientas digitales: participar con un clic

En la fundación Ciudadanía Inteligente (ex Ciudadano Inteligente) están trabajando en un proyecto digital relativo a las demandas sociales. Y también durante el estado de emergencia invitaron a los cibernautas a conocer evidencia antimilitarización, contenido con ejemplos regionales acerca de cómo se agudiza una crisis social cuando la presencia militar se usa contra civiles indefensos.

Auska Ovando es una de las coordinadoras de esta ONG que ya lleva 10 años de aporte en el campo de la reducción de las asimetrías de información entre la ciudadanía y la élite con poder. Diez años achicando las a veces abismales diferencias entre lo que el ciudadano de a pie puede saber sobre los proyectos de sus líderes y viceversa, y que Auska Ovando ejemplifica con una imagen que llega más lejos: Cualquier persona o grupo con interés, ideas y una propuesta bien hecha podría llegar a incidir en políticas públicas a pesar de no ser parte de un círculo de poder. Para ello, a lo largo del tiempo han creado herramientas digitales a través de las cuales la población puede participar de la democracia con un ímpetu cualitativo mayor al mero hecho de ir cada cuatro años para marcar tal o cual preferencia en las urnas.

Durante la actual crisis por la que cruza el país, en la fundación creen que su trabajo, ahora más que nunca, puede ser un aporte para comprender el perfil y los descontentos de un país que se ha manifestado en busca de equidad y justicia social. En sus servidores se almacena información electoral, propuestas sociales a candidaturas y fiscalización de promesas electorales, entre muchos otros materiales. Además, transmiten mediante talleres a líderes emergentes la experiencia de la ONG como partes querellantes en escándalos de corrupción como Penta, Soquimich y Corpesca.

“No tengo tan claro si nuestro trabajo puede explicar lo que está pasando, el estallido social y de protesta, pero lo que sí hace es demostrar que la demanda ciudadana por desconcentrar el poder y por desconcentrar los privilegios existe desde hace mucho tiempo”, dice Ovando, y agrega que “hay muchas organizaciones e individuos en Chile que llevan muchos años, algunos más que nosotros, tratando de canalizar eso y empujar por eso”.

Ciudadanía Inteligente nació en un contexto favorable. En abril de 2009 debutaba la Ley de Transparencia, sin contar el cada vez más frecuente uso de las nuevas tecnologías por parte de la ciudadanía: celulares, redes sociales, etc. Esos ingredientes contribuyeron al objetivo de reducir las desigualdades en la participación social y fortalecer la democracia. Su primer proyecto se llamó Vota Inteligente. “Aún lo llevamos a cabo, volvemos a poner en marcha Vota Inteligente para todas las elecciones municipales y presidenciales en Chile, y también lo hemos practicado en países como México y Marruecos”, dice Ovando.

El objetivo inicial era agrupar en un solo lugar toda la información de cada candidatura. Pero en 2019 ha mutado a un sistema de participación electoral bastante completo, que además ofrece la posibilidad de que las personas y organizaciones hagan propuestas a las candidaturas y que sean incorporadas a sus programas de gobierno.

“Tenemos una metodología al servicio de las organizaciones para que se activen alrededor de las elecciones y así invertir democráticamente en la dinámica. Es decir, que sea la ciudadanía quien marque la agenda y no solo los discursos que ponen los candidatos”.

¿Qué ventajas tienen las plataformas tecnológicas en relación a la participación presencial?

Al principio éramos más ingenuos respecto de los beneficios de estas herramientas, y hoy día, si bien es nuestro foco principal, tenemos proyectos que incorporan una visión más crítica, ya que hemos visto los efectos nocivos que puede tener la tecnología en la democracia, como lo ocurrido con el escándalo Cambridge Analytica. También pasa con los algoritmos. Son herramientas que toman una decisión automática, pero con base en parámetros y datos que insertamos humanos. El problema es creer que la tecnología es neutra o es objetiva, y no es así, entonces, se te pueden colar sesgos y desigualdades de forma muy profunda en la toma de decisiones, por ejemplo, en la asignación de subsidios, sesgos que pueden ser tremendamente dañino para grupos que ya son vulnerados. Yo creo que la tecnología es un muy buen complemento de la democracia, pero no se puede confiar solo en la tecnología para hacer democracia. Por eso nosotros hablamos de participación ciudadana y de fiscalización. Necesitamos ser críticos e innovadores con las herramientas que usamos.

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