“La falta de orden público es un costo político creciente para el Gobierno. No creo que se le pueda achacar al ministro Blumel la responsabilidad, pero va a pagar los costos”, advierte el exministro del Interior José Miguel Insulza (PS).

Recuerda que la jefatura de gabinete tiene dos grandes objetivos: resguardar el orden público y liderar la conducción política. “Lo primero claramente no está; los protocolos policiales no están funcionando y se están vulnerando los derechos humanos. Hay que sentarse con Carabineros a revisar eso, dejando en claro que se necesita la actuación de la policía”, dice.

Y en lo segundo, dice Insulza, el ministro “tiene un trabajo enorme: avanzar en un acuerdo político con el Gobierno y con la oposición. Es full pega”.

El problema —admiten parlamentarios, tanto de gobierno como de oposición— es que el desorden público, los saqueos y el vandalismo lo desvía en la dedicación que puede imprimir a la búsqueda de los acuerdos que se necesitan, pero además los excesos policiales “son un reclamo constante de la oposición, que dificulta avanzar con ellos en acuerdos políticos”.

Liderazgo de las policías

En la tarde de ayer Blumel dijo que “efectivamente están ocurriendo hechos graves de saqueo y vandalismo que condenamos y repudiamos”. Y junto con admitir que las fuerzas policiales están “absolutamente sobreexigidas”, agregó: “Hemos pedido que se refuercen todas las actuaciones policiales de forma tal de recuperar el orden público”. Esta mañana Eduardo Vergara —exjefe nacional de Seguridad Pública y director ejecutivo de Fundación Chile 21— escribió en su tuit: “Aquí Blumel debe entender que lo nombraron ministro para que lidere a las policías. No puede pedirles ‘reforzar' acciones a Carabineros. Ya pues, ¡ministro! Usted es ahora responsable del actuar policial”.

El analista político Tomas Duval señala que “la labor del ministro del Interior es ser el conductor político del Gobierno, pero su principal rol es asegurar el orden público. Y por lo visto, hay una suerte de incapacidad frente a esto cuyos costos los va a tener que asumir el ministro del Interior, quien va a ver muy dificultada su labor”.

Por ello, señala, Blumel debe apoyarse en el resto del comité político. “Sería un error que trate de enfrentar esto solo. Hay más ministros y hay partidos políticos. La salida de esta crisis es política, y eso es lo que ha faltado”, dice.

Para el diputado Gonzalo Fuenzalida (RN), “en Chile no tenemos ley para enfrentar esto. Y está trayendo un problema grave respecto de la actuación de Carabineros, de la falta de respuesta de la fiscalía y de los tribunales, y del costo político del ministro Blumel”.

Por eso, anuncia, que presentará un proyecto de ley “que dé un piso jurídico a la policía y a los fiscales para que actúen sobre aquellos que están afectando a terceros a través de la violencia. Mañana espero juntarme con el ministro para que el Gobierno se la juegue por esa fórmula. Sin eso, el costo político va a ser alto”.

—¿Cuál es la mayor dificultad?

—Que no hay ley para enfrentar estos delitos, entonces el actuar de Carabineros no es eficaz, se excede, vulnera derechos ciudadanos, los fiscales no son eficaces en formalizar, los tribunales no juzgan porque no hay claridad respecto a las penas y finalmente el Gobierno se lleva el costo político. Necesitamos eficacia.

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“En 42 años de servicio que tuve no lo vi nunca, jamás. Creo que a ningún otro general director le ha tocado vivir estas circunstancias tan extrañas, con una violencia inusitada y un comportamiento delictual fuera de lo común. Aquí se ha producdo una situación excepcional”, remarca el exgeneral director de Carabineros, Manuel Ugarte (1997-2001), quien al igual que el exgeneral director de la institución, Alberto Cienfuegos (2001-2005), analizan el momento de la policía uniformada, liderada hoy por el general Mario Rozas.

Ambos reconcen que jamás pasaron por una situación tan compleja como la que enfrenta Rozas y, remarca Ugarte, “el problema se ha suscitado por responsabilidad absolutamente política, este problema lo crearon los políticos y los políticos tienen que solucionarlo”.

Dicho lo anterior, reconocen cuatro factores que complican a la institución: los problemas de orden público; el agotamiento físico y sicológico de su tropa; los casos de derechos humanos que se producen en algunos operativos y un alto mando completamente nuevo, que asumió cuando la popularidad de la institución iba a la baja por los casos de fraude a la intendencia, Operación Huracán y la muerte de Camilo Catrillanca.

1 La calle no senormaliza

Más allá de la masividad de las marchas pacíficas, desde el estallido social del 18 de octubre, han muerto 20 personas, se han registrado 1.462 eventos graves, 1.105 funcionarios de Carabineros, PDI y las FF.AA. han sido lesionados, al igual que 746 civiles. Además 624 vehículos policiales han sido dañados, 29 buses incendiados, 53 estaciones de metro vandalizadas o quemadas. Los saqueos han afectado a farmacias, bancos, AFP, universidades, bombas de bencina, locales comerciales varios, infraestructura pública, plazas, monumentos.

“Con mucha honestidad tenemos que reconocer que tenemos dificultades con las herramientas actuales que tiene Carabineros y la PDI para poder enfrentar este nivel de violencia de grupos menores, pero muy organizados”, rijo hoy la intendenta Karla Rubilar, tras un encuentro realizado en “La Segunda” (ver pág. 6 y 7).

Más allá de que para Urgarte el desborde tiene que ver con la magnitud de los eventos, de “responsabilidad y solución” política, para Cienfuegos mucho tiene que ver con la falta de contingente especializado en contención: “En cualquier país las policías que contienen los desórdenes públicos tiene un trabajo estresante. Carabineros tiene una dotación exigua para control de orden público, que es distinto de la prevención del delito y de los patrullajes. Por cada Carabinero en Chile (dedicado a orden público) en Francia tienen 2,5. Dicen que saquearon y carabineros no llegan, pero con tantos focos a la vez y con tantas personas es imposible estar en tantas partes a la vez y en número suficiente”, apunta.

—Carabineros también viene a la baja en las encuestas por los casos Intendencia, Catrillanca y Huracán, ¿Cree que la población puede estar más reactiva frente a los uniformados a causa de ese motivo?

—Todas las instituciones están en un descrédito generalizado hace años. Y cuando las instituciones se desligitiman pierden su eficacia. Sin embargo hay un sector importante que sigue apoyando a Carabineros.

2 Cansancio

Mario Rozas dio a concer que sus efectivos trabajan entre 16 y 18 horas por la contingencia.

Ugarte parte diciendo que los uniformados “van a soportar por su fortaleza moral y por su juramento. Están muy comprometidos”. “Pero —añade— hay que tener cuidado, porque los carabineros son seres humanos, son personas. No fueron reclutados en Marte, fueron reclutados en Chile, bajo ese uniforme se esconde un hombre con todas sus características”.

Cienfuegos complementa: “No todas las personas tiene la capacidad de enfrentar el desgaste y el riesgo porque no estamos cortados por la misma tijera. Hay carabineros trabajando medios lesionados en una mano, con compañeros que han caído al hospital y pueden sentir la orfandad del compañero con el que estaban acostumbrado a trabajar todos los días. Entonces se me ocurre, como especulación, que a veces el carabinero sobrerreacciona producto de esta situación anormal a la que llega desde el punto de vista sicológico… en que actúa con miedo, con el deseo de defender a su compañero. Todos los excesos, como sean, pueden tener explicación, pero no se justifican y tiene que ser denunciados a los tribunales de justicia”.“Sin duda —cierra Ugarte— como seres humanos la resistencia tiene un límite y eso es muy peligroso. Como el trabajo es abrumador, estando bajo amenaza, ofensas, agresiones y como seres humanos pueden tener reacciones no adecuadas, pues están en el límite. Por eso, les ruego a las autoridades políticas, que son las que tienen que solucionar esto, conversen y pronto. Tiene ese deber”.

3 En la mira por DD.HH.

Como consecuencia del roce, del agotamiento y, en algunos casos, del descriterio, Carabineros enfrenta más de 200 denuncias del Instituto Nacional de Derechos Humanos, su actuar ha sido criticado por organismos como Amnistía Internacional y es vigilado por una misión de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU. El Poder Judicial transmitió en su canal de TV esta mañana la formalización del mayor que disparó perdigones de goma dentro del Liceo 7 de niñas y el Mnisterio Público anunció la formalización de otros 14 uniformados. Las filmaciones de su actuar además son viralizadas en redes sociales y mientras todo ello sucede, para el analista político Eugenio Guzmán la policía “está tratando de diferenciar lo que han sido las situaciones de contención de la violencia legítima”.

“En la calle hay un cuerpo a cuerpo inevitable, porque la gente está más osada y se acerca a las barbas de la policía a insultarlos y tirarles piedras, objetos contundentes y bombas molotov, como el caso de las dos carabineras. Son seres humanos y también sienten temor”, dice Cienfuegos.

“Leí un tuit acertado, que decía que carabineros que se ha salido de la ley será procesado. La justicia tienen que actuar. Pero si quienes nos cuidan son detenidos, estamos en el peor de los mundos. Yo creo que quienes cometen excesos, comprobados, deben ser sancionados. Sin embargo, el impacto para el resto (de la tropa) cuando ven que a sus compañeros los están procesando, mi interrogante, sin que yo tenga la respuesta es: ¿Qué pasa con ellos cuando ven que sus compañeros van a ser formalizados en número no menor? Hay una raya tenue que separa la fuerza autorizada por la ley y la violencia innecesaria, que es un delito”, agrega.

Pero Ugarte no cree que ello inhiba a los efectivo: “Cuando se viven situaciones tan conflictivas como las de hoy, es posible que se presenten casos (de atropellos). Pero la doctrina le ha facilitado al carabinero una cosa indispensable para mantener la disciplina y la moral en alto: el debido proceso, que es administrativo y, si corresponde, judicial. Lo que ha ocurrido con los 14 carabineros lo vi en un video y no me da para tortura, a lo más apremios ilegítimos, que es una tipificación distinta. No tengo elementos de juicio como los del fiscal, pero por lo que vi, tortura es muy exagerado”.

4 Inexperiencia

Otro factor que complica la gestión del Rozas es que tiene un Alto Mando con generales nuevos, producto de los recambios forzados por los casos Intendencia, Huracán y Catrillanca.

“Y él mismo (Rozas) iba a cumplir recién un año en el grado de general. La experiencia fuerte de estos días les entregará aplomo. Es una prueba de fuego. Nadie sabía que vendría esta revolución social”, apunta Cienfuegos.

—Más allá de la formación para el mando que recibe todo oficial, no era el momento para entrar a aprender.

—Esa es la realidad y tendrán que adquirirla, pero seguir sacando gente es peor. Lo importante es que las órdenes sean claras, corregir algunos procedimientos e instruir al personal.

“Desgraciadamente —finaliza Ugarte— han ocurrido sucesos impensados que han provocado cambios al alto mando. Pero Carabineros es una institución jerarquizada, disciplinada, piramidal, cuyas personas van siendo preparadas para ejercer el mando desde que ingresan. Lo ideal es que el mando vaya envejeciendo, pero esto que ha vivido la insitución, que lo ha soportado y sabido sortear, es una cosa extraordinaria.

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Un quinto problema para el general Rozas agrega el analista de la UDP Mauricio Duce: la falta de evolución de Carabineros. “La sociedad tiene conciencia de sus derechos y existen muchas más herramientas para controlar el ejercicio abusivo. Sácale el INDH, que en realidad no tiene capacidad de controlar tanto, y sólo con los celulares se puede controlar eso. La ciudadanía hace a Carabineros enormes demandas de seguridad, y ahí, cosas que antes se resolvían con un cacheteo, uso de la fuerza, intervenciones de tipo básico, hoy son inaceptables, porque cualquier país democrático sabe que no se puede controlar así. Entonces, se ha producido una enorme evolución social y los carabineros no evolucionan. En los viejos tiempos todo era más fácil”, dice.

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