Griegos y romanos conocieron del cemento y con el devenir de la Revolución Industrial y, posteriormente, el siglo XX se aceleraron procesos y patentamientos de inventos que permitieron su fabricación por millones de metros cúbicos alrededor del mundo. El extendido uso en Chile del cemento –y de su producto final para construcción, el hormigón– dice relación con la característica de ser un país sísmico que obliga a levantar estructuras normadas con este material, en especial para edificaciones en altura.

La razón principal para su uso es “por la capacidad estructural que tiene el hormigón armado ante un sismo y también la eficiencia y rapidez que tiene la construcción con el hormigón en relación a la albañilería”, explica Milenko Ogaz, coordinador de Capacitación del Instituto del Cemento y del Hormigón de Chile (ICh).

El cemento –señala Nicolás Moreno, director del Área Construcción de Inacap– es un material aglomerante formado por arcilla y caliza, las que pasan por un proceso de molienda y calcinación, a la cual se le agrega yeso. Al contacto con agua, la mezcla se endurece y permite obtener un material de consistencia pétrea y, por ende, con buenas resistencias mecánicas: el hormigón o concreto. En nuestro país se fabrican cementos con adiciones como la puzolana y la escoria de alto horno.

Reinado del hormigón

En los últimos años, el hormigón se ha ido posicionando por sobre la albañilería tradicional en lo que se refiere a la construcción de viviendas en nuestro país. Este dato, que arrojó el nuevo Explorador Interactivo de Estadísticas de Edificación desarrollado por el ICh, muestra que el hormigón armado superó a la albañilería.

“La razón es que desde 2007 las grandes constructoras, debido al aumento de la mano de obra, pero el nulo crecimiento en productividad en el sector, buscaron alternativas tecnológicas que les permitiesen mejorar este último índice. Eso hizo que se acercaran a nuestro instituto y en 2009 se realizaron misiones tecnológicas a países que vivieron procesos similares al chileno y en donde estas nuevas tecnologías aplicadas al método constructivo, mejorasen la productividad en obra. Siempre, considerando al hormigón como material principal”, recuerda Felipe Kraljevich, periodista del ICh.

A una década de esas misiones y de investigación, añade, “se están viendo los resultados y las constructoras están decidiendo más por el hormigón, porque existen ya probados aumentos en la productividad en obra con menor uso de mano de obra. Y al ver estos resultados, las constructoras comienzan a adoptar esta metodología constructiva”.

En 2018 se despacharon 8.407.911 m3 de hormigón, 13,3% más que en 2017.

Usos

El cemento es ampliamente utilizado en la construcción nacional. José Pedro Mery, director de la Escuela de Construcción Duoc UC, detalla que “de acuerdo a la legislación, está contemplado en las nueve clases de construcción definidas en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, ya sea como hormigón armado, fibrocemento, hormigón, hormigón liviano y prefabricados de hormigón. También está presente en las obras sanitarias como tuberías y cámaras de hormigón, en las obras viales como losas de hormigón, adocretos, baldosas, soleras, barreras de seguridad, cierros, postaciones, refuerzos de suelos y taludes, etcétera”.

Actualmente existe un nuevo impulso y fortalecimiento por la necesidad de prefabricar elementos de hormigón. Su uso también se extiende a obras de ornamentación y arquitectura e incluso en esculturas. De hecho, el premio Nacional de Arte Federico Assler ha desarrollado gran parte de su obra a partir de nuevas formas del hormigón.

“La actual normativa que obliga a construir en acero y hormigón sobre cuatro pisos de altura, el alto costo del acero, la fuerte condición sísmica y una cultura social por la albañilería y el hormigón, seguirán empujando el uso del cemento por muchos años. Por otro lado, el déficit de obras civiles de infraestructura productiva, altamente demandantes de hormigón, también representan una demanda potencial de cemento por bastante tiempo. A lo anterior se debe sumar la creciente orientación sectorial hacia materiales prefabricados en hormigón”, concluye Mery.

Daniela Brizuela, académica de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la U. Central, precisa que en Chile se construye mayormente con hormigón armado, que está constituido por cemento, grava, agua y refuerzos de barras de acero, que suplen o complementan los esfuerzos externos a los cuales son sometidos los elementos estructurales y en donde el hormigón por sí solo no puede.

“Dependiendo de la obra, de los tiempos que se requieran, de la capacidad del personal, los costos, etc., es que se puede aplicar mayor tecnología que haga más eficiente la construcción”, indica.

Moreno, en tanto, subraya que “las investigaciones a nivel mundial abordan el empleo de subproductos como las cenizas volantes, producidas por el empleo del carbón pulverizado en las centrales termoeléctricas, que tienen propiedades termoeléctricas, así como la confección de morteros reemplazando la arena por PET”.

Calidad

Milenko Ogaz sostiene que las especificaciones técnicas de cada proyecto establecen los parámetros y exigencias que deben cumplir cada uno de los materiales. El hormigón en Chile se rige por la NCh 170-2016 Hormigón, Requisitos Generales, en la cual se establecen los criterios de aceptación y rechazo del hormigón, como también los ensayos a realizar para corroborar de manera real que cumple con lo solicitado en las especificaciones técnicas.

“Hay diversos actores que controlan y velan por la calidad de este material. En primera instancia, quien fabrica el hormigón cuenta con su propio laboratorio de autocontrol; luego en obra generalmente está el contratista y el ITO (Inspector Técnico de Obras), que es quien informa al mandante del cumplimiento de las especificaciones técnicas”.

(Sigue)

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