Junto con fomentar que la gente salga con sus mascotas, se debería educar y proveer entrenamiento para los perros”.

Florencia Herrera

Las mascotas se han vuelto parte de la familia. Una reciente encuesta de Adimark reveló que el 60% de los hogares chilenos vive con una mascota, y en el caso de la Región Metropolitana la cifra asciende al 70%. Por eso muchos restaurantes y locales comerciales han cambiado sus políticas para aceptar el ingreso de perros, gatos y otros.

Cafeterías y restaurantes que aceptan mascotas ya son algo común. Municipalidades, como Providencia y Las Condes, han establecido circuitos pet friendly para que los vecinos puedan asistir con sus mascotas sin problema. Pero a la creciente tendencia se han sumado también hoteles, centros comerciales y grandes tiendas del retail.

En Mall Casa Costanera, Apumanque y Mall Vivo Los Trapenses se permite la entrada de mascotas a todas las áreas comunes y a casi todas las tiendas y restaurantes en su interior. El Parque Arauco también se declaró pet friendly recientemente y de forma periódica realiza actividades para dog lovers, como la “Feria pets”.

La cadena Mall Plaza se sumó a esta medida y anunció que cinco de sus centros comerciales se están habilitando como pet friendly, en el marco de la campaña “Todos aperramos” que promueve el cuidado responsable. Comenzaron con sus sedes de Los Dominicos, Vespucio, Norte, Oeste y La Serena, que fueron condicionadas con bolsas para desperdicios, bebederos y “Guau plazas” con juegos para perros.

Los hoteles comprendieron que las familias se resisten a salir de vacaciones sin sus mascotas. En Santiago, varios las reciben, como el Holliday Inn del aeropuerto, el Marriott, Crowne Plaza, Sheraton y el hotel W. En este último, las mascotas no solo pueden dormir en la habitación de los huéspedes, sino que además les otorgan platos de comida y agua, camas propias adecuadas a su respectivo tamaño, juguetes y snacks.

Un problema para los perros de asistencia

A pesar de la gran aceptación de los usuarios, la fiebre pet friendly les juega en contra a personas como la académica Florencia Herrera, que vive diariamente con la ayuda de un perro de asistencia. Por su discapacidad visual, ella debe ir a todas partes acompañada de su perro lazarillo Otto, entrenado para hacer su trabajo y no molestar a las demás personas. La ley los protege para que puedan ingresar a cualquier lugar, ya que prohibirle el ingreso a Otto es prohibirle el ingreso a Florencia.

Si bien Florencia celebra que la gente esté hoy más preocupada de sus mascotas, tiene ciertos reparos: diariamente tiene problemas al desplazarse por la calle, porque las mascotas que pasean sueltas le ladran a Otto o se acercan a interactuar con él y lo distraen de su trabajo. “Lo que pasa es que la mayoría de las mascotas no saben comportarse en público”, dice. Hoy se está topando con más perros en lugares inesperados, como restaurantes o tiendas de ropa. “Si hay dos cafés y uno es pet friendly, prefiero ir al que no lo es”.

“La semana pasada fui a un restaurante pet friendly. Y como venía con perro me mandaron a sentarme en la terraza. Otto no es mi mascota, nosotros nos podemos sentar en cualquier lado”, explica, y agrega que cuando los perros van a un lugar y se portan mal, corren por las mesas, ladran, orinan o defecan, desprestigian la cultura de ir con perros en general.

“Que todo se esté volviendo pet friendly me complica un poco. Que a todos les gusten más los perros es bueno y a nosotros nos ayuda, pero también invisibiliza lo que es un perro de asistencia, y eso nos perjudica”. Cuenta, además, que mucha gente se acerca para acariciar a Otto y hablarle, lo que también lo distrae.

“Como ando con Otto, nos ladran mucho en la calle y en todos lados”, añade Florencia. “Una vez un perro que paseaba suelto intentó montar a Otto. Él, como está trabajando, no se puede defender. La dueña se enojó mucho cuando yo le dije que tenía que tener amarrado a su perro, porque por su culpa yo no podía desplazarme. Ella me dijo que no tenía por qué tener amarrado a su perro y que era problema mío ser ciega”. Agrega que hace un par de días, saliendo de su trabajo en el centro, unos perros sueltos se acercaron a atacarlos, ladrando frenéticos. ‘Mi perro es libre', me dijeron. En esos casos, parece que los derechos de los perros son superiores a los de las personas”.

Por la misma tendencia pet friendly, algunos servicios se han vuelto más reacios a admitir perros: hace pocos días un taxi Cabify se negó a llevar a Florencia. “Le expliqué que era un perro de asistencia, entrenado, y que la ley lo permite, pero me dijo: ‘Yo no llevo perros', y se fue. Como no puedo manejar y me cuesta mucho andar en micro y metro, debo movilizarme diariamente en taxi. Y cada vez que pido un taxi se me aprieta la guata. Me insultan, me angustio. Me anticipo a la discriminación”, dice.

Sí tuvo una muy buena experiencia en un hotel en Lima. Reservó y avisó que iba con Otto, sin saber que el lugar era pet friendly, y allá tenían muchas comodidades para ellos, como una cama especial para Otto. “Quizás, junto con fomentar que la gente salga con sus mascotas, que es bueno, se debería educar y proveer entrenamiento para los perros mascota”.

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