Este 2019 se conmemoran los 140 años de iniciada la Guerra del Pacífico y los 90 años del Tratado de 1929 que significó el retorno de Tacna al Perú. Este acontecimiento se ha convertido en el principal eje de articulación histórica entre Perú y Chile, debido a la derrota del primero y el triunfo del segundo. La representación del vencido lo hace pensar constantemente en el pasado, mientras que al vencedor le permite mirar más hacia el futuro. En el imaginario del vencido, el trágico final de la guerra con la pérdida de Tarapacá y el recurso salitrero, sumado a los 50 años que separaron a las provincias cautivas de Tacna y Arica del Perú, hizo que la memoria del “bueno perdedor” de la guerra de 1879 se mantuviera viva, imponiéndose sobre la realidad de los hechos, es decir, la historia, responsabilizando de todo al “imperialismo chileno” del “malo vencedor” por su carácter expansionista e invasor. En el imaginario del vencedor se construyó la idea del “irredentismo peruano”, quien con actitud revanchista buscaba recuperar por cualquier medio lo apropiado legítimamente por Chile en una guerra vista como justa. Así se reivindicó primero las provincias cautivas, lográndose a medias concretarla con el Tratado de 1929, en la medida que únicamente Tacna retornó al Perú mientras que Arica pasaba a Chile. Tras la demanda de la frontera terrestre se exigiría la frontera marítima ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la cual concluyó con el fallo en 2014, cuando el Perú logró más de 50 mil kilómetros cuadrados del llamado “Mar de Grau”. Si bien la resolución de la Corte de La Haya fue implementada rápidamente, quedaba pendiente por resolver el “triangulo terrestre”.

El recuerdo del pasado centrado en la Guerra del Pacífico y la actualidad del presente respecto al impasse con relación al “triángulo” donde la tierra es peruana y el mar, chileno, debe buscar superar binacionalmente la imagen de vencedor-vencido/victimario-víctima/malo-bueno, sin olvidar lo que ocurrió en 1879. Algo que llama poderosamente la atención es que el Perú es uno de los pocos países en el mundo en los cuales sus héroes nacionales más representativos se consagraron en una guerra que perdieron. Ante las pérdidas territoriales se resaltan las acciones de los héroes patrios Miguel Grau y Francisco Bolognesi, el primero inmolado en el mar de Angamos y el segundo en las tierras de Arica. El recuerdo a través de la memoria histórica de lo perdido impide el olvido, consolidando con esto la actitud de víctima, del bueno derrotado heroicamente en la guerra.

No olvidemos que el expresidente Ollanta Humala, durante el primer aniversario del fallo de La Haya, en una ceremonia de tipo castrense señaló que fue “una gesta pacífica” y “un triunfo de la razón jurídica”, declarando el 27 de enero como “Día de la Soberanía Marítima”. Discrepando, a pesar de sus buenas intenciones, de esta celebración de carácter militar, hubiese sido mucho mejor organizar una que fuese más nacional, que congregara a todos los peruanos, y por qué no binacional, que no excluyera a Chile, en la medida en que la expresión “soberanía marítima” le da un tono de tintes nacionalistas muy propios del siglo XIX, cuando era imprescindible defender las fronteras y la nación incluso con las armas. Esta debería tener además un carácter civil con el objetivo de reconocer en su amplitud al otro para ir superando desconfianzas. Podría llamarse la conmemoración “Día de la Integración Binacional”, ello nos puede permitir una reinvención de las tradiciones, construir una nueva historia en las relaciones históricas peruano-chilenas, a través de un nuevo hito historiográfico como es el 27 de enero, para así resignificar la historia, lo cual ocurre en muy pocas oportunidades.

De la integración a la reconciliación: Miguel Grau y el “Huáscar”

Los procesos de integración para que sean exitosos deben ir de la mano con adecuadas políticas públicas de la memoria. Para ello es necesario ponerlos en debate público e insistir en que no se quiere olvidar lo sucedido ni desconocer el sacrificio de los héroes nacionales como los realizados por Grau y Bolognesi, o los excesos que se cometieron sobre las poblaciones peruanas durante la ocupación chilena. Ello pasó y la herencia que dejó aún perdura, pero tampoco se quiere que solo este evento siga marcando las relaciones peruano-chilenas mirando hacia el futuro.

A través de nuestras indagaciones observamos que el personaje con la mayor cantidad de monumentos construidos en el Perú a lo largo de la historia es Francisco Bolognesi, mientras que el personaje declarado figura del milenio fue Miguel Grau. El primero se encuentra íntimamente vinculado con el morro de Arica, que defendió “hasta quemar el último cartucho”; el segundo, con el monitor “Huáscar”, y es quien a través de sus acciones se ganó el apelativo de “Caballero de los Mares”. Ello debido al peso que tiene la defensa del territorio y la imagen de los héroes por acción de un Estado que se encuentra atado a conceptos propios del siglo XIX, el que asume que debe velar por la soberanía territorial, pensar por el ciudadano en aras de este objetivo y para ello tiene que construir una historia oficial en términos nacionalistas, la cual se difunde en los colegios a través de los textos escolares, en los que se observan serias deficiencias para alcanzar la integración y una cultura de paz. La autoestima patriótica que exaltan los textos escolares de historia peruanos no va articulada a una estima por el otro chileno.

En el Perú, por tomar algunos ejemplos, es difícil no pensar en la devolución, por parte de Chile, del patrimonio bibliográfico y documental de la Biblioteca Nacional, aunque las demandas se concentran en el monitor “Huáscar”, el cual se exhibe como museo flotante en la bahía de Talcahuano, y del que se espera sea devuelto como un gesto de “buena voluntad” por parte de Chile o que tenga un carácter binacional izándose ambas banderas nacionales. Es necesario precisar que los primeros son un bien cultural y como tal podrían ser devueltos como ha ocurrido en los últimos años por iniciativa del gobierno chileno; el segundo es un trofeo de guerra y queda a decisión de Chile la decisión de devolverlo o no al Perú. Pero para que esto ocurra deben darse gestos recíprocos en función de superar los diversos grados de desconfianza en ambos países, como cuando el Perú, en el 2007 permitió la repatriación de los restos de un soldado chileno encontrado en Chorrillos durante la defensa de Lima.

Gestos tan importantes como los de Miguel Grau —salvando a los marinos chilenos de la “Esmeralda” en el combate de Iquique o la relación con Arturo Prat, a través de la entrega de sus cartas a su esposa— deberían ser más difundidos en Chile como ejemplos que van más allá de los actos propiamente bélicos, y resaltar que las motivaciones heroicas, pero también de sentimientos de respeto hacia el otro, pueden ampliar nuestras actitudes desde simples indicios de buenas intenciones hacia formas de sensibilidades comunes más concretas y permanentes que permitan reconciliarnos.

Aprovechemos fechas como el 8 octubre, conmemoración del combate de Angamos, y el buen momento por el que atraviesan diplomáticamente las relaciones peruano-chilenas, para que el III gabinete binacional que se realizará este 9 y 10 de octubre en Perú sea otro hito histórico que permita avanzar en la integración, con los compromisos y acuerdos que puedan suscribir ambas partes. Les sugerimos a nuestras más altas autoridades que miren más allá de la perspectiva nacionalista del siglo XIX, que carga con un pasado de desconfianzas mutuas, para apreciarnos mejor a nosotros mismos en tiempos de globalización, conocer mejor el presente, preparándose para afrontar el futuro que nos depara este siglo XXI a través de un adecuado diálogo con el pasado, sin intentar buscar, como ocurre en Perú, a los culpables de la derrota para únicamente censurarlos, ni tampoco a los vencedores para demandar nuevas reivindicaciones. Debemos ir más allá de la guerra en sí misma, olvidamos con facilidad los 10.000 años de historia precedente en las activas relaciones peruano-chilenas en el área andina.

Ficha del autor

José Chaupis

Reconocido historiador peruano, quien forma parte de una tendencia historiográfica que revisita el conflicto de la Guerra del Pacífico desde nuevas perspectivas. Bachiller y licenciado en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Perú, con magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Acaba de publicar un nuevo libro con Daniel Parodi, editado por la Universidad Bernardo O'Higgins y la Universidad de Lima, titulado “Lo que decimos de ellos (La Guerra del Pacífico en la historiografía y manuales escolares peruanos)”.

LEER MÁS