"WhatsApp copó el mercado de mensajería a las grandes telefónicas. Aquí en Chile, la Subtel lo hubiese cerrado por no tener concesión para dar telefonía pública”.

“Lo que paga (Telefónica) es mínimo en relación a lo que ha obtenido. Hizo un gran negocio”.

José Luis Zumaeta, gerente general OPS Ingeniería

Gastón Lizana, Claudia Torres y José Luis Zumaeta son ingenieros. Y les gustan las telecomunicaciones. De hecho, llevan más de dos décadas ligados al rubro. Y fue ese gusto el que los llevó a crear una pequeña sociedad tan ingenieril como ellos, OPS Ingeniería, para brindar servicios telefónicos. Todo iba bien, hasta que el gigante de la industria se les cruzó en el camino en 2006. Al año siguiente iniciaron una pelea judicial con Telefónica que duró 12 años y que concluyó el mes pasado, cuando la Corte Suprema condenó a la hoy llamada Movistar a pagarles una indemnización de US$ 6,4 millones por lucro cesante, debido a las conductas anticompetitivas en que incurrió la compañía de capitales españoles.

Con el fallo, esta pequeña sociedad, donde hoy trabajan unos 50 ingenieros y técnicos frente a los casi 4 mil de Telefónica, marcó un hito, pues se trata de la mayor compensación por perjuicios que ha dictaminado el tribunal máximo por ilícitos a la libre competencia, según sus abogados.

“Telefónica es una empresa exitosa que ha usado todo lo que ha tenido a su alcance para dejar en el camino a actores más pequeños como nosotros. Lo que paga es mínimo en relación a lo que ha obtenido. Hizo un gran negocio”, dice José Luis Zumaeta, gerente general de OPS, en una mezcla de alivio, alegría y rabia contenida al comentar el fallo.

De chico a grande

A inicios del milenio, José Luis Zumaeta, ingeniero de la U. de Chile, fue invitado por su colega Paulo Muñoz a una pequeña idea de empresa que estaba levantando. Luego, Muñoz vendió su parte a otra ingeniera, Claudia Torres. Y posteriormente, Zumaeta invitó a su excolega de Telefónica Manquehue Gastón Lizana, ingeniero eléctrico como él pero de la U. Federico Santa María, a integrarse. La sociedad quedó entonces en tres tercios: Lizana, Torres y Zumaeta. Muñoz siguió ligado, pero como gerente comercial.

En medio de la efervescencia de negocios tecnológicos y el auge de la telefonía móvil, los socios hallaron un nicho poco explotado: las llamadas de empresas a celulares.

A mediados de los 2000, los cargos de acceso de teléfono fijo a móvil eran tan elevados, que las empresas incluso las tenían bloqueadas, y una centralita debía contar con chips de cada compañía móvil para poder dar curso a las llamadas. “Se nos ocurrió la idea de externalizar esa parte hacia nuestros nodos de telecomunicaciones, para que las empresas evitaran comprar los chips para cada compañía”, cuenta Zumaeta. “Fuimos pioneros en el negocio. Y había tal necesidad, que los clientes nos llamaban para pedirnos el servicio, no los buscábamos. Crecíamos al triple o al cuádruple cada mes”, recuerda. Fueron así precursores de ese sistema que permite que una llamada de una empresa tenga un número de celular asignado al llegar a un terminal móvil.

Hasta que Telefónica se dio cuenta de que estaba perdiendo un negocio y comenzó a subirles el precio “de manera indiscriminada y selectiva”, e incluso les negaba la venta de sus líneas, recuerda.

En 2007 presentaron una demanda ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) en reacción a un alza de 86% que impuso Telefónica en la tarifa de minutos que OPS compraba para ofrecer su servicio, asegurando que el alza era solo para ella.

En 2009, el TDLC falló a favor de la pequeña firma y la Corte Suprema lo ratificó al año siguiente al calificarlo de atentado contra la libre competencia. Pero esa vez, el máximo tribunal definió una multa de US$ 2,4 millones a beneficio fiscal.

Lizana, Torres y Zumaeta estimaron que debían ser reparados. Fueron a la justicia civil. Y la Corte de Apelaciones de Santiago nuevamente los favoreció en 2017 y dictaminó que Telefónica les debía pagar US$ 14 millones. Ésta apeló. Y la Suprema respaldó la indemnización, aunque la rebajó a US$ 6,4 millones, pues estimó que la gigante solo debía responder por el 42% de los minutos que dejó de vender OPS, pues Telefónica era proveedor de dicho porcentaje de minutos.

—¿Qué van a hacer con el dinero?

—Aún no lo recibimos, pero queremos seguir creciendo. Hay más servicios que se pueden dar, pues somos especialistas en la interacción entre telefonía e informática. La idea es que en los canales de comunicación de las empresas con los clientes, todo tiene que estar integrado, explica Zumaeta.

—En concreto, ¿qué ofrecen hoy?

—Por ejemplo, apoyamos el rubro de las compras virtuales. Soportamos el servicio a los call centers o a los chatbots.

—¿Con qué lección se quedan del conflicto con Telefónica?

— No he sacado la cuenta, pero Telefónica es la empresa con más sanciones por libre competencia en Chile. Y los sistemas de libre mercado para que tengan validez deben tener un resguardo para la libre competencia. Las grandes empresas de garaje, si en un primer momento los controladores del mercado le hubiesen puesto el pie encima, no existirían. Es muy importante para que esto avance que las empresas chicas puedan derrotar a las grandes. Un ejemplo: WhatsApp copó el mercado de mensajería a las grandes telefónicas. Aquí en Chile, la Subtel lo hubiese cerrado por no tener concesión para dar telefonía pública.

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