El Ejército francés —en realidad, la Agencia de Innovación para la Defensa— está contratando un equipo de escritores de ciencia ficción para que imagine escenarios disruptivos, es decir, cuáles serán las amenazas del futuro. Lo bautizaron como Equipo Rojo, pero no es claro que resulte. Célebre es la fallida predicción de Julio Verne, quien, cuando conoció el submarino fabricado por el español Isaac Peral, allá por el 1880, estimó que era un arma tan devastadora que en el futuro las guerras serían inviables. También Isaac Asimov hizo algunos trabajos para el Departamento de Defensa de EE.UU., al parecer sin demasiada trascendencia. Colegas suyos, como Larry Niven, Jerry Pournelle o Karl Schroeder han trabajado también para el Pentágono o el gobierno de Canadá. Quizás escritores como Baradit, Parvex o Jodorowsky deberían poner un ojo en esta alternativa de reconversión laboral y atender así la sabiduría del clásico refrán: en tiempos de guerra, cualquier hoyo es trinchera.

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“Regular los precios beneficia a un número acotado de residentes y, a la larga, reduce la disponibilidad de viviendas para sectores vulnerables”.

Un estudio de la Cámara Chilena de la Construcción, que advertía que adquirir una vivienda en el país es “severamente inalcanzable”, abrió una discusión que, llevada de buena forma, puede contribuir a encontrar soluciones para ampliar la disponibilidad de viviendas a sectores de ingresos medios y bajos. Se trata, claro está, de una discusión compleja, que si es desatendida podría transformarse en un problema social y político de importancia en el mediano plazo.

Para lo anterior es necesario comprender que el alza del precio de las viviendas, más que a una causa específica, se explica por una serie de factores. Por lo pronto, el interés que ha generado la compra de bienes inmobiliarios para la inversión, tanto de personas naturales como de instituciones, motivado, entre otras razones, por las bajas tasas de interés. Luego, el aumento en la demanda por espacio residencial, especialmente en las zonas centrales de una ciudad como Santiago, producido por el alza de los ingresos promedios, la mayor formación de hogares y el efecto de la inmigración. Por último, la política de restricción de suelo que han emprendido desde 2012 varios municipios, entre ellos los más favorecidos con el trazado de las nuevas líneas de Metro, como Ñuñoa, Providencia, Santiago y Vitacura. Las limitaciones exageradas de las alturas merman la posibilidad de construir viviendas, lo que a su vez genera alzas en los precios de venta y de arriendo.

Tal como lo han señalado Clemente Larraín y Slaven Razmilic, investigadores del CEP, ninguna herramienta por sí sola resolverá el problema de la falta de oferta de vivienda. Desde esa perspectiva, se requieren medidas que puedan, por un lado, generar mecanismos de acceso y apoyo a las personas más vulnerables —como construcción de viviendas de integración social o subsidios para arriendo— para encontrar hogares accesibles en áreas céntricas, junto con facilitar la generación de oferta inmobiliaria. En este sentido, y en línea con lo que ha propuesto el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, parece necesario favorecer la densificación en altura en zonas cercanas a infraestructura pública como Metro, autopistas, parques y centros de servicios. Por cierto, no es razonable ni factible hacerlo sin guardar equilibrios ni respetar formas morfológicas urbanas, como la relación entre la altura de los edificios y el espacio público.

La evidencia, sin embargo, es contundente respecto a la inconveniencia de incorporar, entre estos mecanismos, la regulación de los precios de compra y arriendo de viviendas, o la limitación de rentabilidades, como lo han propuesto algunos parlamentarios. Diversos especialistas que han alertado cómo dicha lógica beneficia solo a un número acotado de residentes y, a la larga, reduce la disponibilidad de viviendas para sectores vulnerables.

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Una revolución

Señor Director:

A la luz de la reciente marcha por la emergencia climática liderada por jóvenes alrededor del mundo, cada vez se refuerza más la idea de que la definición de “desarrollo sustentable” propuesta hace más de 30 años adolece de un pecado de origen. El proponer que un tipo de desarrollo llevado a cabo por una cohorte de seres humanos se preocupará del bienestar de las siguientes cohortes es parte de la mitología que sostiene la intrínseca benevolencia de una masa crítica de seres humanos que prevalecerá por sobre la avaricia, la desidia y las necesidades acuciantes provocadas por la pobreza.

Por estos días se celebra en Nueva York una nueva versión de la Asamblea General de Naciones Unidas, la que reunirá a los líderes políticos para hablar sobre el cambio climático. En tres meses más se volverán a reunir, en Santiago, para hablar de lo mismo. Son reuniones periódicas que se han desarrollado por más de 30 años, sin que ello reoriente el rumbo de colisión de nuestra especie con la naturaleza de la cual formamos parte.

Los jóvenes de hoy se dan cuenta del engaño que representa nuestra generación y la de sus abuelos. Se dan cuenta, a veces con desesperanza y rabia, de que los discursos que se dirán por estos días en Nueva York, y en tres meses más en una capital sudamericana al fin del mundo, son solo palabras de buena crianza.

Quizás estemos viviendo los primeros atisbos de una revolución en marcha. Porque las revoluciones también son eso: la nueva generación se enfrenta a la vieja generación, se reemplazan los viejos patrones de desarrollo por los nuevos. Sin miramientos ni concesiones de ningún tipo. ¿Le alcanzará el tiempo a esta nueva generación para articularse y asaltar el cielo con sus sueños? ¿O sucumbirán tal como lo hicieron los soñadores de Mayo del 68, la generación responsable del estado crítico en que se encuentra el planeta y que sus nietos y bisnietos pretenden resolver?

Marcelo Saavedra

Falacia

Señor Director:

Los medios han transmitido las palabras del expresidente Mujica como frases para tomar en cuenta y considerar seriamente sus argumentos. Se ha creado una nueva falacia de autoridad, que plantea que porque una persona de alto rango dice algo tiene que ser así. La evidencia objetiva es suficiente para desmentir esa falacia. Si Uruguay fuera como Chile, sería la Suiza del continente desde antes de que el señor Mujica se diera cuenta de que es mejor la democracia que la guerrilla.

Felipe Vallejos O.

Presupuesto

Señor Director:

Próximamente el Ejecutivo enviará al Congreso la Ley de Presupuesto 2020, situación que se avizora compleja en lo político, habida consideración de los permanentes bloqueos que ha vivido este gobierno en el Legislativo.

Ello perjudica a la ciudadanía en general, y en particular a los más vulnerables. Es necesario entonces un diálogo profundo para avanzar no solo en el Presupuesto 2020, sino que también en cada proyecto que hoy se encuentra en discusión, donde la batalla política —muchas veces exclusivamente ideológica— podría generar importantes detrimentos a la nación.

El consenso creado por el diálogo ha generado grandes logros para este país, y son precisamente nuestros políticos quienes han colaborado para que aquello suceda.

Daniel Burgos B.

Agua Santa

Señor Director:

La bajada de Agua Santa, uno de los principales accesos a Viña del Mar, se ha vuelto peligrosa, debido más que todo al mal estado de conservación de sus calles y calzadas, llenas de hoyos. Por esquivarlos, los autos que circulan provocan muchos accidentes, además de la falta total de avisos y señaléticas pertinentes a la seguridad de peatones y conductores. Una ciudad, si pretende de ser “ciudad bella”, debe tener accesos seguros, con buena iluminación en su recorrido.

Renato Norero V.

Tedeum

Señor Director:

Es una lástima que el presidente de la Cámara de Diputados no haya podido asistir al Tedeum Ecuménico el 18 de septiembre pasado. Un acto oficial y republicano como ese no puede justificar la inasistencia de una autoridad legislativa como el presidente de una de las ramas del Parlamento.

Ese es el problema que tienen las principales autoridades de la nación: así como tienen muchas ventajas que no tiene el resto de la población, también tienen muchas obligaciones que cumplir, reglamentarias, emblemáticas o protocolares, como esta.

Pedro Romero Julio

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