En los 21 años que lleva buscando un cargamento de 800 bolsas con monedas de oro, 200 barras de oro y 21 barriles con piedras preciosas y joyas en Juan Fernández, lo han llamado de variadas maneras.

Cuando en noviembre de 1998 comenzó a excavar era descrito como un historiador de 48 años graduado de ciencias políticas e historia en la Universidad de Jacksonville, Florida, en Estados Unidos. Más tarde, fue apodado“explorador”, “aventurero”, “cazatesoros”", “gringo Keiser" y “gringo loco”. Hoy se le mira como el detonante de una fuerte controversia que involucra al ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward, quien respaldó la búsqueda y la salida del jefe de la Conaf de la Región de Valparaíso, Pablo Mira, quien se opuso a que siguiera buscando, esta vez con maquinaria pesada

La obsesión de Keiser partió mirando el televisor en su casa de Illinois. Haciendo zapping se topó com un documental de tesoros ocultos: una mujer chilena llamada María Eugenia Beeche contaba las desventuras de su suegro Luis Cousiño —descendiente de Matías, el dueño de las minas de carbón en Lota, de cobre y plata en Chañarcillo y creador de la viña Cousiño Macul— para encontrar un cargamento de oro en el lado sureste de Juan Fernández, a raíz de una antigua carta que encontró enterrada en el patio de su casa en Horcón.

El estadounidense Keiser, nacido en Holanda, cambió el curso de su apacible vida. Casado y padre de dos niños, se dedicaba a importar telas no inflamables. Dejó el negocio en manos de su socio y se lanzó a buscar información reflotando su pasión por la historia.

Viajó cinco veces a la isla, conversó con María Eugenia Beeche, conoció la geografía local y se empeñó en ubicar el lugar donde estaría el tesoro.

Investigó en los archivos públicos de Estados Unidos e Inglaterra y también en Sevilla, España, donde revisó el Archivo de Indias, la mayor fuente de información de los buscadores de tesoros submarinos, ya que se encuentran registrados los viajes realizados durante la conquista de América. Tuvo que ayudarse de una traductora, porque no manejaba el castellano.

La carta en la botella

En su investigación, Keiser llegó a la conclusión de que alrededor de 1715 un noble español llamado Juan de Uribe y Echeverría enterró en la isla Juan Fernández un cargamento que era parte del tributo que el virreinato de México debía enviar al Consejo de Indias.

En esa época los Borbones y los Habsburgos peleaban por la corona española y Uribe, según Keiser, deseaba proteger las riquezas del virreinato de México para los Habsburgo, que resultaron victoriosos en ese momento.

Uribe habría viajado al Pacífico sur para guardar el tesoro. Cuatro décadas más tarde, un inglés se habría enterado y encargado a un marino mercante la misión de dar con el paradero del valioso cargamento.

Una carta daría cuenta de aquella expedición, que no resultó exitosa, puesto que el marino subió el tesoro al barco, zarpó, pero una tormenta rompió el mástil y no pudo continuar. El marino de apellido Webb volvió a enterrar el tesoro y se dirigió a Valparaíso a arreglar el barco y terminó muriendo en un hospital de Valparaíso no sin antes escribir una carta al noble británico Lord George Anson, quien le encargó la misión. Pero el noble inglés murió sin recibirla.

Keiser afirma que el marino mercante escribió otra carta que lanzó al mar en una botella. Esa fue la que encontró Luis Cousiño en el patio de su casa en Horcón.

Se supone que el hasta ahora mítico tesoro tiene un valor de US$10 mil millones y según la ley chilena al Estado le corresponde el 75% del hallazgo y el 25% a quien lo encuentre. Keiser contrató al estudio Baker Mackenzie y a Jaime Solari, socio de SGA, que tramita permisos medioambientales, y el 2001 logró la autorización de la ex Comisión Regional de Medio Ambiente para hacer las exploraciones.

Y las autoridades de la isla han pensado qué harían con el dinero: un teleférico, un hospital, un barco municipal para trasladar mercaderías desde el continente.

En el intertanto apareció la empresa Wagner con su robot Arturito que dejó los datos del lugar donde estaría el valioso cargamento en una notaría.

Han pasado 26 años desde que Keiser vio aquel reportaje en la TV y en Puerto Inglés, una playa pedregosa, se puede ver una hilera de álamos y una excavación de unos seis metros cuadrados y otros tantos de profundidad pues “el gringo cazatesoros” sigue buscando.

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La Conaf administra el Parque Nacional Juan Fernández, por lo que es uno de los organismos que tiene algo que decir frente a las excavaciones que realiza Bernard Keiser en la búsqueda del mítico tesoro. La renuncia del director regional de Valparaíso, Pablo Mira, coincidió con su oposición al uso de maquinaria mayor a la actual para agujerear rocas, solicitada por Keiser. El Consejo de Guardaparques de Chile respaldó a Mira por su postura contraria a las excavaciones mientras el ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward, apoyó la reanudación de las faenas, afirmó que la Conaf no está bajo su dependencia y le restó importancia a la polémica asegurando que el área de búsquedas corresponde a 400 m2, lo que equivale al 0,0004% del Parque Nacional.

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