El martes 3 de septiembre se cumplirán 30 años del que es considerado el mayor escándalo de la historia del deporte chileno. Ese día, en el estadio Maracaná, Brasil recibía a Chile en el último partido válido por el grupo 3 de las eliminatorias a la Copa del Mundo de Italia 1990. No era cualquier partido. Brasileños y chilenos venían “toreándose” durante todas las clasificatorias por una rivalidad que se forjó por una goleada (4-0) de la Roja al Scratch dos años antes en la Copa América de Argentina, y que se había profundizado por un violento primer partido eliminatorio entre los mismos rivales en Santiago (1-1) que terminó con patadas, botellazos, peleas y un Estadio Nacional sancionado.

Chile llegaba con la obligación de ganarle a Brasil. Por diferencia de goles, un empate le bastaba al equipo de Taffarel, Romario y Careca para sacar pasajes a Italia. Y de hecho lo estaba consiguiendo, porque en pleno segundo tiempo iba ganando 1-0.

Pero de repente sucedió lo impensado. El arquero y capitán chileno se tiró al suelo luego de que una bengala tirada desde la galería aterrizara cerca de él. Rojas fue rodeado por sus compañeros, quienes lo sacaron de la cancha. Sangraba. Y el equipo decidió no volver a jugar el partido.

La FIFA intervino, investigó y sancionó a Rojas y a otros, porque dijo que se trató de un engaño. Nueve meses después, el propio jugador reconoció la mascarada. Pero durante estos 30 años, Rojas ha cambiado sus versiones, al punto de que la verdad absoluta aún no se sabe.

Protagonistas y testigos directos de lo que pasó ese día hoy se abren a contar detalles que no eran de dominio público.

Dos líderes en pugna: Cuando el arquero confesó haberse autoinfligido la herida señaló al zaguero Fernando Astengo como su cómplice en la charada. Pero, ¿eran realmente tan cercanos ambos como para hacer este pacto? “Yo no era amigo de Roberto. Nunca lo fui. De hecho, siempre tuvimos encontrones”, relata hoy Astengo. “Por ejemplo, en 1987 antes de la Copa América, por el problema de los premios, él insistía en no viajar y no jugar, en cambio yo era de la idea de ir de todas maneras. Eso generó roces”.

Esas diferencias, confirma Astengo, venían de antes. “Cuando llegué a Colo Colo en 1986, él y jugadores cercanos que estaban ya en el club, es decir, Ormeño, González y Vera, entre otros, me hicieron a mí y a los que recién llegamos un vacío. Como que nos veían como intrusos a mí, a Jáuregui, Castro y Revetria. Fuimos campeones pero solo porque cada cual quería serlo, nunca terminamos de acercarnos”.

Patricio Yáñez, compañero de ambos en la selección de 1987, ratifica que “era un hecho conocido por todos que no se pescaban mucho. Tenían personalidad fuerte y uno trataba de sobresalir del otro. No se me pasa por la mente que se pusieran de acuerdo en algo tan escabroso como lo que pasó en el Maracaná”.

El exvolante Jaime Pizarro, en tanto, quien estuvo con Rojas y Astengo tanto en Colo Colo como en la Roja, corrobora que “los dos tenían su personalidad e intentaban imponerla. Pero no imagino a ninguno de los dos armando grupos para decirles qué hacer. Era difícil. En ese equipo estaban tipos como Wirth, Reyes, el “Mocho” Gómez, Aravena y Basay, todos grandes y de fuertes personalidades. Ninguno se hubiese sometido a ellos”.

La votación y la responsabilidad de mando: Astengo fue sancionado por la FIFA para jugar profesionalmente no por haber sido cómplice, como dijo Rojas, sino que por haber retirado al equipo de la cancha. Astengo hasta hoy niega esa acusación. “Cuando llevábamos a Roberto entre todos, al bajar al túnel paramos y yo les pregunté a todos si nos retirábamos o volvíamos a la cancha. Votaron todos y salvo Wirth y Pizarro, todos los demás dijeron que teníamos que irnos”.

Pizarro dice acordarse de ese momento aunque no si fue en el túnel. “Yo sabía que si nos retirábamos perdíamos el partido, así que dije que volviéramos. Pero fuimos minoría con Óscar”. Patricio Yáñez, en tanto, también recuerda la situación y asegura que “casi todos estábamos con la idea de retirarnos. Pero Pizarro y Wirth no querían. Incluso recuerdo que, ya estando en el camarín, Wirth de nuevo dijo que volviéramos a jugar pero ya era imposible. La decisión, a esas alturas, no dependía de nosotros.

¿Y de quién dependía? Según cuentan testigos, como Milton Millas (quien era relator de Canal 13), de Sergio Stoppel, presidente de la ANFP. Millas ese día estaba en la caseta junto al DT de Chile, Orlando Aravena, quien estaba sancionado y no podía estar en la banca. “Yo le pasé a Orlando un par de walkie-talkies para que tuviese comunicación con Wirth, quien era suplente y repetía lo que Aravena le decía. Cuando vino el bengalazo, Aravena pidió hablar con Stoppel y le pasaron el walkie-talkie. Le preguntó qué hacían ahora. Y Stoppel le dijo que estuviera tranquilo, que él se hacía responsable del retiro del equipo”.

Jaime Pizarro recuerda que Stoppel reiteró lo mismo en el camarín. “Yo soy responsable del retiro”, dijo el dirigente, según la versión del exjugador.

Aravena, sin manejo ni dirección: Rojas también en su primera declaración de culpabilidad involucró al DT Orlando Aravena como parte de la conjura. Pero Millas no cree esa versión. “Yo estaba al lado de él y puedo asegurar que no entendía nada lo que había pasado con Rojas. Estaba sorprendidísimo”.

Astengo también descarta que el DT supiera algo. “No, Orlando no era de esos. No tenía tanta cercanía con los jugadores como para hacer un plan con alguno”.

Yáñez adhiere: “Orlando era un gran estratega futbolístico, sin duda. Pero tenía poco carácter para imponerse a los jugadores y menos para construir un engaño como el de Rojas en el Maracaná”.

Nasur y el olor a sangre: Milton Millas cuenta que él llevó al DT hasta el camarín porque temió que los hinchas le pegaran. “Él estuvo tirado en el piso de la caseta mucho rato porque varios brasileños pasaban y querían entrar a pegarle. Cuando vi que había menos gente, lo tomé y lo iba tirando y gritando: ¡Seguranza!, para pasar como agente de seguridad. Igual unos policías nos apalearon antes de entrar al camarín. Cuando ingresé, olía a sangre y vi a Rojas tirado en una camilla, lleno de vendas y con su camiseta roja. De repente, desde fuera del camarín, comenzaron a tocar. Era Miguel Nasur, quien había sido derrocado por Stoppel y que estaba ahí como parte del staff de la Conmebol. Nasur grita que Chile debe volver a la cancha porque si no sería duramente castigado. Nadie le hizo caso”.

Los íntimos y las risitas: Horas después de producido los hechos, el plantel chileno recibió el pase de la policía brasileña para salir del estadio y dirigirse al aeropuerto. Hay antecedentes que recién hoy se revelan. “A Roberto lo llevaron a la parte donde descansa la tripulación. Junto a él estaba un grupo pequeño de jugadores, quizás sus más íntimos. Intenté pasar a ver a Roberto, pero no me dejaron. ‘Está bien', me dijeron”, cuenta Yáñez.

Astengo dice acordarse de lo mismo, pero que algo le llamó la atención. “Cuando fui al lugar donde estaba Rojas, no pude entrar, pero me quedó dando vueltas una cosa: escuché risitas de los que estaban adentro. Raro. No era el momento de reírse. Volví a mi asiento y no fui más a ese lado”.

¿De quién era el bisturí?: El corte en la ceja se lo provocó Rojas con un pedazo de bisturí que escondió en uno de los guantes. El corte que se hizo fue pequeño y Astengo, que fue el segundo en llegar a verlo en el piso (el primero fue Jaime Vera), recuerda que “en ese momento tenía un hilito de sangre solamente. Me fui a hablar con Loustau (el árbitro) y, cuando volví, ya estaba bañado en sangre”.

Rojas apuntó al kinesiólogo Alejandro Kock como quien le dio el famoso bisturí. Astengo maneja otra teoría. “Algunas personas me han contado que el bisturí Rojas lo obtuvo de otro persona, fuera de la selección. Él tenía un amigo que era arsenalero del Hospital Salvador y él le habría dado el bisturí. Rojas salió de Santiago con la idea de cortarse”.

¿Cómplices o simplemente amigos? Roberto Rojas dijo hace cinco años en el programa “En la mira”, de Chilevisión, que él actuó solo, cambiando la primera versión, la que dio en 1990. “Si hubiese más gente metida lo habría dicho”. Pues bien, no muchos creen en la soledad de Rojas como planificador. “Hay un silencio casi absoluto entre los jugadores que estuvimos en el Maracaná ese día, como si fuera tabú hablar del tema entre nosotros”, comenta Patricio Yáñez. “Pero todos sabemos que hubo más gente involucrada en este tema. No fue solo Rojas. Yo he escuchado que algunos jugadores que estuvieron con él en Colo Colo sabían. Y no estoy hablando de Astengo”.

Este último dice que también está seguro de que Roberto Rojas no planeó todo solo. “Sé nombres pero no los voy a revelar porque, a la larga, estaría perjudicando a sus familias. Y para qué. Ya pasó lo que pasó”.

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