Paseando por la vereda sur de Antonia López de Bello, con zapatillas blancas de ligera plataforma, pantalones negros con forma de campana, una polera de mangas cortas con cuello en V, pulsera artesanal de la ONG “América Solidaria” en la muñeca izquierda, uñas sin pintar, Maite Orsini (31) posa cómoda para el fotógrafo. En un momento dos hombres se le acercan para abrazarla y sacarse fotos con ella, quien los atiende con sonrisa cómplice, sin ademanes de diva.

Minutos después, en la amplia nueva sede distrital, punto de reunión del Frente Feminista de Revolución Democrática y centro cultural del barrio, la diputada explica que, para ella, “ser parlamentaria es un honor y no una carrera de éxito personal”. La abogada representa el distrito 9, que une Recoleta, Independencia y Quinta Normal, entre otras comunas. En la antigua casona de Bellavista, donde conversamos, abundan mujeres trabajando y carteles contra la violencia de género; las escaleras crujen y los enchufes son tan precarios que producen cortes de luz,

Bombera de la Octava Compañía de Bomberos de Santiago, en Recoleta, confiesa que está un poco cansada porque durmió cuatro horas tras una larga noche en alerta frente a incendios en la capital, su última obsesión.

Nacida en el verano de 1988, hija de padres adolescentes —la actriz Maite Pascal y el productor Ricardo Orsini—, exactriz, rostro televisivo y modelo, deportista y futbolera, dotada de una energía desbordante, cuenta que vive sola con su gata Zoe en un departamento en Santiago Centro, que no tiene pareja, que se compró un Jeep porque necesita movilizarse para ir al Congreso (aunque detesta manejar), que se alejó de la televisión hace una década, que es feminista, y que los dos tercios de su dieta parlamentaria los dona a instituciones como su partido político: Revolución Democrática.

—Ocupaste FaceApp hace poco para decir que nunca te íbamos a ver envejecer en el poder. ¿Es así?

—Pienso que una de las malas prácticas que se han dado en las formas de hacer política es la perpetuación de los liderazgos. En partidos como la UDI hay parlamentarios como (Patricio) Melero que están en el Congreso desde los años 90. Cuando asumí la candidatura, me comprometí a estar máximo dos períodos en el Congreso, y es algo que voy a cumplir.

—¿Te hace sentido, en el futuro, postular a una alcaldía?

—Mucho. Antes yo sentía que podía aportar más en el Congreso, pero ya estando en la mitad de mi período, he tenido varias desesperanzas porque es difícil ser diputada de oposición cuando se tienen pocas facultades y cuesta ver el impacto del trabajo que uno hace en el Parlamento. Y como el Congreso es un lugar que está deslegitimado por la gente, creo que las alcaldías son espacios donde uno puede cambiar la vida de las personas de una forma concreta. Pensando en lo individual, en el día de mañana, después de terminar mi trabajo parlamentario, creo que me sentiría plena trabajando en un gobierno local.

—¿Qué alcaldes te gustan?

—Siento respeto y admiración por Jorge Sharp y Daniel Jadue. En la Municipalidad de Valparaíso y Recoleta, la probidad y la transparencia van por delante, y por eso me da risa cuando la UDI hace una caricatura sobre nosotros diciendo que somos políticos novatos, pero si tú miras la administración de la alcaldía de Sharp, la única del Frente Amplio, en dos años ha disminuido su déficit fiscal en 10 mil millones de pesos.

—Dijiste que es difícil el trabajo en el Congreso. ¿Tienes algún logro importante?

—Yo me siento orgullosa que, en solo 6 años, desde 2013, cuando me uní a Revolución Democrática, logramos constituir un partido político que tiene más de 40 mil afiliados, una bancada parlamentaria de 7 diputados y 1 senador, generando un entendimiento con otra fuerzas políticas progresistas que conforman un conglomerado como el Frente Amplio que tuvo en Beatriz Sánchez una candidata que sacó el 20 por ciento de los votos en las presidenciales. Eso es lo más importante que he hecho en toda mi vida.

Estigma televisivo

Orsini dice que estuvo fuera del ojo público por casi una década, pero que la gente tiene metida en la cabeza la idea de que ella pasó de la televisión al Congreso. “Se olvidan que pasaron diez años entremedio. Desde los 21 hasta los 29 años, estuve fuera de la televisión, trabajando como abogada, y en la construcción de este proyecto político”.

—¿Piensas que la exposición mediática te pasó factura?

—Yo entré a la televisión a los 6 años por decisión propia y trabajé hasta los 21, pero, un año antes de salirme, me di cuenta de que lo que más me gustaba era mi carrera como abogada. Pero como yo había trabajado muchos años en televisión pensaba que nadie me iba a contratar porque Chile es machista, conservador, y creí que nadie iba a confiar en mis capacidades por ser mujer, joven y con pasado televisivo. Entonces la única posibilidad para sacarme el estigma fue siendo la número uno en la universidad. Así, me gané el respeto de mis compañeros y profesores, y apenas di mi examen de grado me contrataron de la universidad (Finis Terrae) para hacer clases.

—¿Cómo fue la reacción de los militantes cuando llegaste a RD?

—Yo creo que había hartos resquemores con mi incorporación, pero hoy en día soy una dirigente importante en el partido porque me saqué la mugre trabajando. Creo que mis compañeros no me hubiesen elegido como una carta a la diputación solo por haber trabajado en televisión.

—Revisando tu historial, se repite una palabra: intensa, enfocada.

—Yo soy apasionada con las cosas que quiero. Cuando trabajaba en la televisión era la que ganaba todas las pruebas, pero en un minuto digo no más, y entré a estudiar derecho. Ahí fui la mejor de mi generación, y después sentí que tenía que hacer lo mismo en política. Cuando me propongo algo, lo cumplo porque soy constante y responsable. Y ahora estoy obsesionada con el trabajo de los bomberos.

Apaga incendios

Maite Orsini cuenta que su primer pololo, Felipe, era bombero, y que a partir de esa experiencia se enganchó con el tema. “Cuando yo estaba en la media en el colegio (San Juan Evangelista), él estaba en su primer año en la universidad y vivía en su bomba. Cuando yo salía de clases, me pasaba toda las tardes con él y lo único que quería era cumplir 18 años para ser bombera. Apenas pude, postulé a una compañía que aceptaba mujeres y estuvo un tiempo hasta que lo dejé, y retomé en 2018, apenas gané la elección, para que no pensaran que había un fin político en la decisión, y pedí una reunión con los bomberos de Recoleta. Este año me aceptaron”.

—¿Cuál es tu relación con la plata y el consumo?

—Es una pregunta compleja. Yo soy súper desprendida de las cosas materiales. En general tiendo a perder, regalar y romper todas mis cosas, pero eso es porque tengo una situación de privilegio, donde nunca me ha faltado nada. Pero yo sé que la mayoría de la gente en Chile trabaja para sobrevivir y no pueden disfrutar de la libertad del consumo: dónde estudiar, ir de vacaciones o elegir qué comer.

—¿En qué cosas gastas?

—En comida, principalmente. La verdad es que yo dono parte de mi sueldo y me quedo con un tercio. La plata se la lleva mi partido, la diputación, los bomberos o las campañas políticas. Con el resto, pago todos mis gastos de arriendo (no tiene propiedades), pero lo que más gasto es en comida porque me gusta cocinar, probar comidas exóticas, invitar a comer, y tengo dos tíos que son chefs y casi todas nuestras celebraciones familiares se hacen en cocinas abiertas.

—¿En qué no gastarías la plata?

—Por ejemplo, detesto ir al mall a comprarme ropa. No tengo joyas, ni anillos, ni ningún tipo de accesorios, solo tengo un par de aritos que uso cuando tengo que ir a algo con tenida formal. Pero me gusta la tecnología.

—Es normal en tu generación.

—Invierto un poco en tecnología, tengo un buen computador, pero ocupo más el Ipad y el celular. Me siento más cómoda. Y no sé qué más poh, ¿audífonos?

—Hablando de tecnología. ¿En qué consiste tu proyecto sobre la regulación del espacio digital?

—El espacio digital es una forma de extensión del espacio público. Y los jóvenes, sobre todo, se relacionan mucho a través del espacio digital, incluso más que en el espacio físico. Todas las vulneraciones que ocurren ahí están desreguladas. Nadie se ha hecho cargo de los avances de las nuevas tecnologías y los efectos que generan en la sociedad. La Ley Pack sanciona las imágenes no consentidas de contenido sexual. Estamos trabajando las medidas cautelares digitales porque pasa mucho que, cuando hay una relación de violencia en la pareja, se le prohíbe al victimario acercarse a la víctima. Y no puede acercarse físicamente, pero el victimario puede mandar correos electrónicos y WhatsApp ofensivos o publicar los datos de la víctima en las redes sociales.

Llamadas telefónicas

“¡No te puedo creer!”, exclama Orsini cuando le llega un mensaje a su celular en plena entrevista y pide unos segundos para hacer una llamada telefónica porque hay un edificio en llamas en Colón con Málaga, en Las Condes.

Tras la interrupción, y ya tranquila porque no tiene que salir disparada corriendo a socorrer un incendio, ya que el fuego está controlado, le pregunto por su vida familiar, porque sus padres la tuvieron siendo adolescentes, y quiero saber si eso afectó su vida. “Mis papás fueron padres adolescentes porque estaban estudiando en el colegio, y mi mamá se embarazó a los quince y me tuvo a los 16”.

—¿Cómo se conocieron?

—En un programa de televisión que se llamaba “Solteras sin Compromiso” y que llevaba niñas de 15 años para hacer match con niños de 18. Ahí se conocieron, ganaron el programa por separado, y les regalaron una cita en Hotel Sheraton. Se enamoraron, se pusieron a pololear, y hubo un cagazo, o sea, yo (se ríe). Ellos se casaron siendo menores de edad, se anularon, se volvieron a casar, y luego se anularon nuevamente porque en esa época no había divorcio. Yo he vivido con los dos y somos súper cercanos porque tenemos poca diferencia de edad.

—¿Tienes hermanos?

—Tengo seis hermanos. Mis papás se separaron y después se volvieron a casar casi al mismo tiempo, y cada uno tuvo tres hijos en su segundo matrimonio.

—¿Cómo tomó tu familia la decisión de dedicarte a la política?

—Bien. Yo vengo de una familia de centroizquierda, pero hay veces que ellos consideran que me he puesto medio radical, entonces no comparten algunas veces mis ideas.

—¿Te consideras radical?

—O sea, si ser radical es querer que los hombres y las mujeres tengamos los mismos derechos, o que la gente en su vejez no tenga que recibir pensiones miserables; si ser radical es pensar que en Chile existe una salud para los ricos y otra para los pobres, sí, soy radical, pero, para mí, es sentido común. En este país el chancho está mal pelado. Se dice que yo quiero que Chile sea como Cuba o Venezuela, pero no es así. Yo creo que en Cuba y Venezuela se violan los derechos humanos, pero en Chile también se violan los derechos de las personas cuando vemos cómo la gente se muere en los hospitales sin cama porque no tiene plata para un tratamiento médico.

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