A sus 56 años, Claudio Muñoz Zúñiga, ingeniero civil de la U. de Chile y que le gusta destacar su origen rancagüino, terminó sentado en las presidencias de dos empresas reguladas de capitales españoles: Telefónica Móviles Chile, la matriz de los negocios de Telefónica de España en el país (antes lo fue de Telefónica Chile) y Aguas Andinas, filial de Agbar (Aguas de Barcelona).

No es casual su llegada al directorio de la mayor sanitaria del país, puesto que Telefónica de España y Agbar tienen a un socio común: la poderosa Caixa, la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, dueña del tercer banco más grande de España (Caixa Bank) y de un holding llamado Criteria Caixa, que posee participaciones en grandes empresas.

Dentro de la atomizada propiedad de Telefónica de España, Caixa Bank y Criteria Caixa son en conjunto el accionista más importante, con un 6%. Y hasta 2014 La Caixa era una de las dos mayores propietarias de Agbar, con un 24%, que le vendió a la francesa Suez Environnement en una operación que incluyó dinero y acciones de la propia Suez.

Hoy Criteria Caixa posee un 6% de Suez, es su segundo mayor accionista después de Engie (32%). Pero los españoles, al mando del catalán Ángel Simón, siguen manejando Agbar y sus filiales.

No genera anticuerpos

Cuando el chileno, cuyo único empleador en 33 años ha sido Telefónica, fue nombrado director de Aguas Andinas el 23 de abril, Essal era una tranquila filial en la Región de Los Lagos. No había dejado sin agua a los 200 mil habitantes de Osorno durante diez días ni se le había abierto un expediente de caducidad de su concesión de agua potable.

El poder y la confianza depositados en el abogado e histórico asesor Guillermo Pickering —presidente de Aguas Andinas desde 2016 y de Essal desde 2010— se vieron minados y culminaron con su salida el 6 de agosto.

Muñoz llegó al directorio con el visto bueno del poderoso Angel Simón, presidente de Agbar y vicepresidente de Suez para Latinoamérica y España, considerado muy cercano a Pickering. Otro español le habría sugerido su nombre: Narciso Berberana, actual director de Aguas Andinas y su gerente general entre 2016 y abril de este año. Dicen que Berberana, un ingeniero experto en tratamiento de aguas servidas, se hizo amigo de Muñoz. No sería el único: Pickering se referió a Muñoz como su “amigo” con otros directores de la sanitaria.

Con un estilo afable y de buen trato es de los que no genera anticuerpos. Cuando se trató la crisis de Essal en la reunión de directorio de Aguas Andinas, el 22 de julio, unos apuntaron a un problema comunicacional, otros a separar Aguas Andinas de Essal, porque los directores de la segunda son ejecutivos de la primera. Muñoz permaneció callado y a la hora de opinar apuntó a lo general: a mirar hacia adelante, a preocuparse de la comunidad y a validar la actuación del sector privado.

Como presidente de Aguas Andinas tiene tres frentes abiertos: la crisis reputacional por la crisis en Osorno, el nuevo decreto tarifario cuya fijación está en curso (debe estar listo en octubre para el próximo quinquenio 2020-2025) y un proyecto de ley en trámite en el Congreso para rebajar la rentabilidad de las sanitarias en Chile, que para una empresa modelo está garantizada en 7%.

Las tarifas de Aguas Andinas no han cambiado en los últimos 15 años y la tasa de costo de capital calculada para endeudarse se ha mantenido en 7,8% , lo que resulta muy beneficioso, ya que dado que los créditos se han abaratado, el diferencial queda para la sanitaria.

Español le dejó su cargo

Muñoz aprendió a cultivar cercanía con los españoles desde muy temprano: En 1999 cuando Jacinto Díaz dejó la gerencia general de CTC, como se llamaba, lo sugirió para que lo reemplazara. Ahí ocupaba la vicepresidencia de gestión.

Los primeros tres años los dedicó a reducir costos, mediante tres despidos masivos que sumaron 4.500 trabajadores, más de la mitad de la dotación. La misma suerte corrió una docena de vicepresidentes a los que homenajeaba con comidas y un cuadro de regalo de Roser Bru. Siempre contó que le tocó asumir justo un día después de la entrada en vigencia del decreto tarifario que impactó negativamente a la compañía.

Desde que asumió como presidente de Telefónica en 2010 construyó redes. En 2013 fue vicepresidente de la Sofofa, renunció al año y regresó en 2017 como consejero electivo; en 2014 ingresó como director de Icare y hace un año fue nombrado presidente . Antes de partir a Madrid como presidente ejecutivo de Telefónica América Empresas (2005-2010) tuvo un breve paso por el consejo asesor del CEP.

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