Luego de varios años en el teatro, en obras como “Los vecinos de arriba” y en teleseries, Cristián Riquelme está disfrutando de una nueva etapa profesional en CHV. Luego que ejecutivos del canal vieran su participación en “La divina comida”, lo llamaron para ofrecerle ser jurado del programa de imitación “Yo soy”.

Cuenta que venía explorando con un rol más cercano a la animación, desde que decidió tomar sus cosas y viajar junto a su señora desde Alaska hasta la Patagonia por tres años. De esa experiencia nació el programa “De Alaska a Patagonia”. “Ahí sentí las ganas de pololear con eso y por eso accedo a hacer “Yo Soy'”” dice.

Hace pocas semanas fue padre de su segundo, y Cristián siente que está contento a sus 40 años, y que tiene “miles de sueños”, como construir una casa en Puerto Varas y vivir ahí con su familia.

—En el programa “Yo soy”, has contado que eres bien rockero, ¿la música es importante en tu vida?

—Me acabo de dar cuenta que sí. “Yo Soy” llega en un momento en que soy padre, y estoy bien en mi vida. Estoy tranquilo, contento, feliz. Cumplí cuarenta años, además. Entonces, hago un proceso reflexivo y me acuerdo que yo escucho rock desde que tengo 11años. Me gusta mucho la música.

—¿Tocas algún instrumento o cantas?

—Me encantaría, pero no. Pero en Puerto Varas, donde viví desde los ocho años, me acuerdo que siempre estaba con mi raqueta de tenis, arriba de la cama hasta largas horas de la noche, haciendo como que era Angus Young de AC/DC o Steve Harris de Iron Maiden. Y mi papá siempre me decía “¡baja la música!”.

—Eres eres muy inquieto, ¿tus compañeros en el programa, Myriam Hernández y René Naranjo te han dicho “baja las revoluciones”?

—No. Lo que sí me han dicho los editores es: “no te levantes tanto”. Soy hiperquinético, entonces no puedo estar sentado. Me levanto, hablo con los camarógrafos, me muevo. A mis compañeros les he dicho que si los paso a llevar sin darme cuenta, díganme. Y ha funcionado increíble. Mi rol es romper un poco la solemnidad, que cada vez está más obsoleta.

—¿En tu vida te ha provocado problemas romper con la solemnidad?

—Algunas veces, pero son las cosas que le pueden pasar a cualquiera. Después de recorrer América, te das cuenta que los chilenos somos más serios. Tenemos miedo a expresar nuestras emociones. Cuando preguntas “Hola, cómo estás”, te contestan, “bien, estoy bien en la pega”. “No compadre, no te estoy preguntando por la pega, tú, cómo estás”, les digo. Y ahí te das cuenta que hay algo. En Chile se relaciona “cómo estar” con la pega.

—Recordabas tu niñez escuchando música en Puerto Varas, ¿Sueñas con volver al sur?

—Siempre. Desde el día uno que me fui. Vivir lento, despacio, con tiempo. Y lo voy a lograr. No puedo privar a mis hijos vivir lo que yo viví. Y que ellos decidan después qué quieren. Pero sería muy mezquino no ofrecerles eso.

—¿Qué es para ti la naturaleza?

—El verde es, sicológicamente, tranquilidad. Y los espacios abiertos, de silencio, de bosque, son mágicos. Porque básicamente lo que te dice la naturaleza, cuando uno se mete en la naturaleza, es escúchate a ti mismo. Apaga el teléfono y escúchate a ti mismo, cuánto rato puedes estar contigo mismo.

—¿Eso cuesta?

—Claro. Pero el silencio y esa paz te dice “conéctate”. Y eso es lo más lindo que hay. Cuando uno está en paz absoluta con la naturaleza, empiezas a seguir el ciclo de la naturaleza. Dejas de usar reloj, alarma, escuchas pájaros, el viento es mucho más rico. Empiezas a deshacerte de cosas que no son necesarias.

—Fuiste padre nuevamente. ¿Quieres tener una familia grande como en la que naciste tú?

—Somos cuatro hermanos, mi señora son cinco hermanos. En el viaje tuvimos una pérdida con la Claudia, de un hijo de casi cuatro meses de embarazo. Y luego fuimos padres al año. Y dos años después, de nuevo. No es que esté esperando cuatro o más hijos ni nada. Estoy contento.

—¿Más sueños por concretar?

—Sí, miles. Quiero que mi hijo vea una cebra, un león, un cocodrilo. Para eso estoy construyendo un auto y estoy hablando con viajeros que están recorriendo la “ruta de la seda”. Después quiero construir mi casa en el sur. Ir a pescar, a empaparme de oxígeno al volcán Osorno. Tengo miles de sueños.

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