La enseñanza a los más pequeños es “la reacción más briosa contra la educación formal tiesa y muerta”, pensaba Gabriela Mistral sobre la formación preescolar, en una clara muestra de la importancia que nuestra poeta ganadora del Premio Nobel e insigne pedagoga otorgaba a la educación de la primera infancia, aquella que comienza desde el nacimiento y hasta el tercer o cuarto año de vida, y que es fundamental en el desarrollo del ser humano.

Y no puede estar más de acuerdo con nuestra vate universal María Victoria Peralta, quien ha dedicado medio siglo de vida al ejercicio, docencia e investigación de la educación de párvulos. Esta académica de la Universidad Central, de 70 años, con un vasto currículo que incluye investigaciones y seminarios dentro y fuera de Chile, además de la autoría de muchos libros clave en esta área, ha sido postulada al Premio Nacional de Educación 2019. De ser acreedora, sería la primera representante de la enseñanza de primera infancia en obtenerlo y la sexta mujer en recibirlo en las cuatro décadas desde que fue instaurado.

Derecho de todo niño

—¿Por qué es importante la educación de la primera infancia?

—Una razón clásica es que es la etapa en la cual se establecen las bases del desarrollo afectivo-social, cognitivo y motor; es decir, es el período de mayor plasticidad cerebral, donde se va modelando el cerebro a través de conexiones neuronales que dependen de que el niño/a esté en un ambiente enriquecido de situaciones interesantes. Pero, además, está la dimensión de que es un derecho de todo niño/a tener una educación oportuna desde que nace y que sea pertinente a sus necesidades, características y fortalezas. Es un derecho y, como tal, no merece mayor discusión. Sin embargo, en Chile estamos atendiendo en educación preescolar a 54% del nivel de 0 a 6 años y a solo 20% de aquellos que van entre 0 y 2 años, pese a que es la etapa más importante.

Otra razón no menos importante es porque en esta etapa se despliega el potencial de humanización que toda guagua porta y al que hay que darle lugar: sensibilidad, relación, curiosidad, transformación, creación, que es lo fundamental de la educación en esta etapa, y no lo que piden muchos: que haga palotes, que repita los números de memoria, rellene figuras, etcétera. La educación de la primera infancia de calidad es lo más importante que una sociedad puede entregarles a las futuras generaciones y, a veces, andamos medio perdidos en eso.

—¿Cuál es la situación de la educación parvularia en Chile?

—De luces y sombras. Tenemos institucionalidad, leyes, normativas (quizás muchas), profesionales, técnicos, programas, pero hay una lucha entre conceptos diferentes sobre el sentido de la educación en esta etapa. Muchos creen que es preparatoria para la educación básica y llenan de exigencias a los pequeños, pero no pensamos en que se trata de un proceso de humanización para desplegar todo el maravilloso potencial de los niños y niñas, en un marco de valores y del bien común, que es lo que necesita realmente la sociedad. Veamos lo que está pasando. Niños y niñas, jóvenes desorientados, con familias muy ocupadas de otros asuntos. Hay que reconstruir las relaciones familiares, los tiempos laborales, para que los padres regaloneen y jueguen con sus niños y niñas, salgan a la naturaleza, vayan a los museos, vivan la vida realmente. Está comprobado que la falta de amor mata neuronas y el estrés, también. Para hacer una buena educación parvularia en los jardines infantiles —que sabemos cómo hacerla bien, porque lo he visto en lugares tan apartados como isla Lénox y la Antártica— necesitamos que haya cambios en la sociedad, para que florezca una educación de calidad.

—De obtener el Premio Nacional de Educación 2019, ¿qué significaría para usted?

—La educación de la primera infancia es lo más serio e importante a lo que podemos abocarnos, y para relevar este mensaje, puede ser útil un Premio Nacional a alguien que haya trabajado mucho en este nivel. Por otra parte, todos los últimos gobiernos plantean la importancia de este nivel, pero de los 20 premios nacionales que se han dado en Chile, ninguno ha sido del área de la educación de primera infancia y solo cinco han sido mujeres. ¿Hay algún sesgo a las mujeres, y a la educación infantil?

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