Con el fin de realizar una propuesta de un nuevo sistema de inteligencia para Chile se hace necesario, en primer lugar, desarrollar un análisis del actual sector y a continuación delinear algunas ideas sobre los principales niveles y componentes adecuados a los presentes y futuros desafíos y amenazas.

La ley que actualmente rige el sistema de inteligencia nacional es la Ley 19.974, que creó la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), y que fue promulgada el 27 de septiembre del 2004 y publicada el 2 de octubre del mismo año. En ella se define el sistema de inteligencia como: “El conjunto de organismos de inteligencia, independientes entre sí, funcionalmente coordinados, que dirigen y ejecutan actividades específicas de inteligencia y contrainteligencia, para asesorar al Presidente de la República y a los diversos niveles superiores de conducción del Estado, con el objetivo de proteger la soberanía nacional y preservar el orden constitucional, y que, además, formulan apreciaciones de inteligencia útiles para la consecución de los objetivos nacionales”.

La presente ley, que ya lleva 15 años, vino a normar y legitimar una función vital para los intereses del Estado y su proceso de toma de decisiones político y estratégico. Para los efectos del presente trabajo distinguiremos el nivel político —la suma de organismos e instituciones del Estado y del gobierno que articulan la totalidad de los instrumentos de poder: diplomático, de informaciones, militar y económico— y el nivel estratégico —asociado a la defensa nacional, que es parte del ámbito militar en el nivel político—.

En su definición de sistema de inteligencia, la norma estableció que el objetivo de dicha estructura es “proteger la soberanía nacional y preservar el orden constitucional”, diferenciando una suerte de separación entre lo externo e interno. En la práctica, se configuran dos ámbitos: uno referido a las FF.AA. en tanto inteligencia externa y otro a la esfera de las fuerzas de orden y seguridad en lo interno (…). Adicionalmente, no se dotó a la ANI de capacidades operativas (…).

Un primer comentario (…), se evidencian nítidamente al menos dos niveles de la función: un nivel político y un nivel estratégico, siendo este último parte del primero. En nuestro caso, el primer nivel está representado por la ANI y la colaboración de medios de inteligencia policiales, mientras el segundo nivel lo constituyen los propios servicios de inteligencia de las FF.AA., que proveen y son responsables de la dimensión estratégica. Es deseable que estos últimos colaboren con el primero, pero no es nada de conveniente basar la estructura de inteligencia de un Estado en servicios que están, por su naturaleza, orientados a otro nivel. La inteligencia nacional es mucho más que la inteligencia militar y policial (…).

Adicionalmente, es en el nivel político, con su agencia respectiva, donde se fusiona y analiza toda la información e inteligencia recibida desde todos los ámbitos del Estado. Se asume una coordinación centralizada de dichas informaciones y actividades, sin que sea un acto voluntario o de lo que cada agencia considera importante. Es en este nivel en el que diversos países han creado centros de fusión de inteligencia, con el fin de enfrentar los actuales desafíos tradicionales y no tradicionales, para así defender la soberanía e intereses nacionales y preservar el orden institucional. Esto implica otorgar la responsabilidad a una autoridad a cargo de esta función a nivel nacional, así como la obligación de los organismos de inteligencia de tener un proceso fluido y permanente de entrega de información relevante para la seguridad (…).

Un segundo comentario es que la organización del más alto nivel de inteligencia político normalmente sirve a un organismo de funcionamiento permanente denominado Consejo de Seguridad Nacional (CSN), como en los casos de EE.UU., Reino Unido, Japón, Alemania y otros. Es en el marco de este CSN en que la estructura de seguridad interna y la externa se fusionan, siendo el principal órgano asesor de seguridad del Presidente de la República o Primer Ministro, en los casos analizados. De igual manera, el asesor de Seguridad Nacional, encargado del funcionamiento y coordinación de este consejo, se convierte en un asesor del Presidente de la República a todo evento y en forma permanente. Es este precisamente el organismo encargado de elaborar la respectiva Estrategia de Seguridad del Estado, supervisando y orientando además a la principal organización de inteligencia en la elaboración de dicha estrategia (…).

Aún un tercer comentario derivado de lo anterior es la ausencia de un organismo que reciba y procese la totalidad de la inteligencia producida por la comunidad de inteligencia. En consecuencia, se visualiza a priori la necesidad de conformar un centro nacional de fusión de inteligencia, para que desarrolle sus actividades 24/7/365, es decir en todo momento, para tener un panorama de inteligencia nacional permanentemente actualizado, pudiendo alertar a tiempo a las autoridades respectivas (…).

Un cuarto comentario apunta a que el actual sistema de inteligencia no considera organizaciones como el Ministerio de Relaciones Exteriores (y el correspondiente accionar de la totalidad de sus embajadas a nivel global), el Servicio de Aduanas, la Unidad de Análisis Financiero (UAF), el Servicio de Impuestos Internos y Gendarmería (dependiente del Ministerio de Justicia), entre otras. Son estas organizaciones las que adicionalmente deben entregar insumos de información útil al sistema de inteligencia nacional (…).

Un quinto comentario es la constatación de una falta de especificación en la respectiva ley de los distintos tipos de inteligencia y la inexistencia de organismos que lideren esos ámbitos en el actual contexto de seguridad. Nos referimos a los siguientes tipos de inteligencia, organizados a nivel nacional: Inteligencia humana (Humint); de comunicaciones (Sigint); de señales o de emisiones (Masint); geoespacial o de imágenes (Geoint) y de fuentes abiertas (Osint) (…).

Adicionalmente, afectando a todos los tipos de inteligencia se encuentra el ciberespacio, con todo lo que ello significa, como amenazas a nuestra información e infraestructura, sin que a la fecha exista un organismo al más alto nivel encargado de ello (…).

Otro aspecto a considerar en una estructuración de un sistema más robusto de inteligencia es contar con una masa crítica de especialistas. Lamentablemente, el país no cuenta con centros, más allá que los de sus FF.AA. y de Orden y Seguridad, para preparar cuadros en inteligencia. En consecuencia, contar, con una academia de inteligencia representa una imperiosa necesidad.

Adicionalmente, y referido a la inteligencia estratégica (…), existe la necesidad de producir una mayor sinergia entre las organizaciones de inteligencia dependientes de la defensa nacional, así como incorporar lo conjunto a esta relevante función.

Con todo, se estima que la promulgación de la ley de inteligencia fue un paso en la dirección correcta, pero frente a las actuales amenazas requiere en forma urgente de modificaciones para robustecer la función con los mismos objetivos precisados en la ley de “proteger la soberanía nacional y preservar el orden constitucional”. La pregunta hoy es, ¿las actuales amenazas de naturaleza transnacional están afectando la soberanía nacional, mientras al mismo tiempo se encuentran socavando el orden constitucional? De ser positiva la respuesta, obliga a una mejor cooperación y complementación de capacidades, a la luz de las normas jurídicas y constitucionales.

Recomendaciones

Para contar con un sistema de inteligencia nacional funcional, deberíamos, en primer lugar, dar forma a la Estructura de Seguridad Nacional y desde ahí construir el sistema de seguridad del cual el sistema de inteligencia es parte consustancial. (…) Lamentablemente, eso ocurre cuando el Estado se ve enfrentado a una crisis seria y grave y no cuando está a tiempo de hacerlo, para precisamente prever una crisis o atentado. Es el caso de EE.UU., que forma esta estructura posterior a la Segunda Guerra Mundial; de Gran Bretaña en 2010, después de los atentados terroristas, y de España, que lo crea por las mismas razones.

Sin embargo, lo anterior no es razón suficiente para que Chile no se dote de un sistema de inteligencia nacional robusto y preparado (…). Se recomienda lo siguiente:

CREAR UN CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL (CSN), que de forma permanente se encargue de la coordinación interagencial de todos los problemas de seguridad que afecten el interés nacional. Así como la figura del asesor de Seguridad Nacional respectivo. La Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) es el organismo que debiera proveer de inteligencia a esta estructura, cuya principal misión es proponer soluciones al proceso de toma de decisiones del Presidente de la República en temas que afecten seriamente al Estado y su seguridad (…).

Serán miembros políticos del Consejo de Seguridad Nacional con derecho a voz y voto: el Presidente de la República; el ministro del Interior y Seguridad Pública; el ministro de Defensa; el ministro de Relaciones Exteriores; otros integrantes que el Presidente estime necesario de acuerdo a la crisis a enfrentar (…).

EMPODERAR A LA ANI Y A SU DIRECTOR COMO UN EFECTIVO COORDINADOR DE LA TOTALIDAD DEL SISTEMA DE INTELIGENCIA, ya que esa entidad debe ser la responsable de proveer de inteligencia en forma permanente al Presidente, ministros y al CSN. Encomendar al director de la ANI el desarrollo de los tipos de inteligencia de los que se carece, dotando al mismo tiempo de capacidades operativas a la organización (…).

INCORPORAR LA FUNCIÓN DE INTELIGENCIA EN EL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, COMO INFORMACIÓN E INVESTIGACIÓN, Y TAMBIÉN EN OTROS MINISTERIOS QUE SON VITALES PARA UNA CORRECTA Y EFECTIVA COORDINACIÓN DE INTELIGENCIA. No hacerlo es presentar una vulnerabilidad al accionar de los Estados y actores no estatales que puedan afectar nuestro interés nacional. A modo de ejemplo, el Servicio Exterior Británico funciona como parte del Foreign Office, y en EE.UU., el Departamento de Estado cuenta como parte de la comunidad de Inteligencia gracias a su oficina de inteligencia (…).

GENERAR DENTRO DE LA ANI EL CENTRO DE FUSIÓN DE INTELIGENCIA NACIONAL, con representantes de todos los ámbitos, organizaciones e instituciones de inteligencia y del Estado.

Crear el Comité de Inteligencia Nacional (CIN) presidido por el ministro del Interior y Seguridad Pública y el ministro de Defensa Nacional. Debe contar con un funcionamiento permanente con delegados institucionales, como enlace en la ANI, a tiempo completo (…). En el CIN deberían estar presentes: el subsecretario del Interior; el subsecretario de Defensa; el subsecretario de Justicia; el director de la ANI; el director de Inteligencia de la Defensa; la oficina de inteligencia y contrainteligencia (…).

Dicho Comité de Inteligencia Nacional deberá contar con un comité permanente de trabajo (24/7/365) en la ANI, y conformado por delegados de todas las agencias y organismos del sistema de inteligencia nacional, quienes llevaran a efecto las orientaciones emanadas tanto del CSN, como del Comité de Inteligencia Nacional (CIN).

CREAR LA ACADEMIA DE INTELIGENCIA NACIONAL, al amparo de la ANI, con la cooperación inicial de las FF.AA. y de Orden.

DOTAR AL CONDUCTOR ESTRATÉGICO DE LA DEFENSA NACIONAL (JEFE DEL ESTADO MAYOR CONJUNTO) CON LAS ATRIBUCIONES INHERENTES A SU RESPONSABILIDAD, ORGANIZANDO LOS MEDIOS Y TIPOS DE INTELIGENCIA, DE FORMA DE CONTAR CON UNA MAYOR SINERGIA ENTRE ELLOS. Lo anterior no significa obviar las responsabilidades de las autoridades políticas del sector. En su desarrollo se debería robustecer la capacidad de Inteligencia de la Dirección de Inteligencia de la Defensa, más allá de ser un organismo receptor de inteligencia de lo que las instituciones creen necesario aportar.

INVERTIR EN TECNOLOGÍA Y CAPACITACIÓN DE LOS ESPECIALISTAS, como, a modo de ejemplo, la capacidad de análisis es un punto que no se puede obviar en toda reformulación de un sistema de inteligencia. Se requiere un esfuerzo permanente en la mejora de recursos humanos y tecnológicos, teniendo siempre presente que la tecnología, siendo un factor clave en todo el proceso, per se no genera inteligencia sin el ámbito humano de análisis y conocimiento sumado a la experiencia. Es la dimensión humana sumada a la tecnología lo que genera un buen nivel de inteligencia (…).

DESARROLLO DE UN SISTEMA DE CONTRAINTELIGENCIA NACIONAL es una necesidad imperiosa tanto para evitar poner en riesgo nuestros intereses y objetivos nacionales como para evitar graves daños a nuestra seguridad nacional (…).

GENERAR EN FORMA EFECTIVA ALIANZAS CON SERVICIOS DE INTELIGENCIA DE ESTADOS AFINES y con los que se comparten intereses comunes. Un buen ejemplo de los anterior es lo que se conoce como Five Eyes, organización de colaboración de inteligencia entre los EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Nueva Zelandia y Australia. Ello adquiere especial relevancia en las amenazas del tipo transnacional en que la cooperación y coordinación de medios son fundamentales para enfrentar amenazas comunes.

MANTENER Y ROBUSTECER LOS ORGANISMOS DE CONTROL DE LA FUNCIÓN INTELIGENCIA TANTO LOS PROPIOS DE CADA ORGANIZACIÓN, COMO LOS GUBERNAMENTALES Y LOS LEGISLATIVOS, QUE SE EXPRESAN COMO COMISIONES EN EL CONGRESO. Ello es garantía de trasparencia en la sociedad respecto de las libertades y derechos individuales, así como mejorar una cultura de seguridad e inteligencia en la ciudadanía. Se estima que los comités de inteligencia del Senado y de la Cámara de Diputados constituyen un buen mecanismo de control del sistema de inteligencia nacional que exista. Adicionalmente, se puede crear uno a nivel gubernamental para una mayor transparencia y control.

IMPLEMENTAR EN LAS ORGANIZACIONES EL CAMBIO CULTURAL PARA ABANDONAR LA PRÁCTICA DE NO COMPARTIR INFORMACIÓN Y PASAR A LA OBLIGACIÓN DE COMPARTIR INFORMACIÓN.Ante el exceso de información y falta de conocimiento, se debe impulsar la calidad de los procesos de análisis, integración y difusión de inteligencia, otorgando un papel preeminente a la capacitación y especialización de nuestros analistas.

Adicionalmente, el Estado debe resolver (…) qué organismos tendrán a cargo funciones específicas del tipo de inteligencia a obtener (Humint-Sigint-Masint-Geoint-Osint), como medios de búsqueda, o recolectores de información (…). Así como los procedimientos para canalizar la inteligencia diplomática, económica, científico-tecnológica y militar hacia el gran centro de fusión de inteligencia.

Por Juan Pablo Toro

AthenaLab es una Fundación ligada al empresario Nicolás Ibáñez para las Relaciones Internacionales, Seguridad y Defensa, que nace este año con el propósito hacer un aporte de la sociedad civil sobre estos temas y permitir pasar de los diagnósticos a los cambios.

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