Fotos: Matías Guerrero

“Ahí está el guanacólogo”, dicen en la oficina del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), en la parte sur de la Casa Central de la Universidad Católica. Matías Guerrero (31), biólogo y magíster en Ecología, sonríe mientras ceba su mate. No sabe si le gusta ese apodo, pero igual lo acepta con orgullo, porque se lo ha ganado gracias a la notoriedad del proyecto que coordina hace dos años: reintroducir a los guanacos en la Región Metropolitana.

Este camélido, el mamífero terrestre más grande de Chile, habitó alguna vez la zona central, pero desde la Colonia su población fue disminuyendo hasta la desaparición. Famoso por su habilidad para escupir, Guerrero pretende cambiar esa reputación por otra más decorosa: la de jardinero natural. O una más prestigiosa aún: ingeniero ecosistémico.

“Todas las especies pueden generar hábitat y tener un efecto en otras”, explica Guerrero, “pero hay unas donde es más evidente. El ejemplo de libro es el castor. Él es literalmente un ingeniero, te hace una represa, que genera una laguna donde se produce un hábitat para aves de humedales y toda una cadena de vida. En el bosque esclerófilo, que es el bosque típico de la zona central de Chile —ecosistema degradado por el asentamiento humano y prioritario para la conservación mundial por su biodiversidad— comenzamos a ver que la presencia del guanaco tiene efectos en la restauración y la regeneración de la vegetación”.

En 2017, junto a la investigadora norteamericana Meredith Root-Bernstein, comenzaron introduciendo dos guanacos machos en la Cascada de las Ánimas, en pleno Cajón del Maipo. Y el experimento ha dado resultados: se adaptaron con rapidez y exhibieron una conducta que les llamó la atención, bastante educada para venir de un rumiante conocido por sus escupitajos: la de tener un lugar fijo para defecar, una especie de baño establecido en el que dejan sus excrementos.

“Se llaman defecaderos, y con ellos el guanaco marca su territorio”, dice Guerrero. “Cuando llueve, desaparecen las fecas y se transforman en tierra de hoja, rica en nitrógeno y en fósforo. Después de la lluvia, el pasto y la hierba tienen un boom de crecimiento”. Desde entonces han visto brotes de espino en los defecaderos, también germinación de hierbas e incluso un nido de loicas.

Además, el guanaco se come el espino, una especie nativa de este bosque, y al ramonearlo, lo poda de abajo hacia arriba, generando un efecto de copa. Así, el árbol proyecta más sombra, lo que a su vez produce mayor humedad y más germinación de hierba. “Hemos ido comprobando que el guanaco puede ser un jardinero natural, que es un animal que le mete bencina a la regeneración del bosque esclerófilo y acelera procesos que sin él serían más largos”, agrega el biólogo. Ahora necesitan financiamiento —cuatro millones de pesos— para introducir un macho y tres hembras más, con la intención de que una manada se establezca y se reproduzca. Y ya están conversando con el parque Yerba Loca, de Lo Barnechea, para estudiar una introducción. “Hay un sector allí que está bien degradado y nos gustaría generar un cerco de preadaptación, con una manada de guanacos, para comenzar a ver estos efectos de recuperación, tanto de la vegetación como del suelo mismo”.

¿Por qué comenzaron con la Cascada de las Ánimas?

Había una serie de condiciones que necesitábamos para colocar los guanacos. La primera, básica y obvia, es que tuviera bosque esclerófilo. No podía ser la alta montaña. Segunda condición, no tan obvia, es que no hubiera presencia de perros asilvestrados. Son la peor amenaza para el guanaco, porque a diferencia del puma, que primero va al cuello del guanaco, y una vez que lo asfixia y lo mata, recién se lo come, los perros atacan en jauría y literalmente se lo comen vivo. Una imagen brutal. Esas dos condiciones se estaban dando en Cascada de las Ánimas.

En este proyecto han aplicado el método de “reasilvestramiento” (rewilding). ¿En qué consiste eso? ¿Hay algún antecedente en Chile?

El reasilvestramiento es un concepto que se comenzó a desarrollar en 1997, por Michael Soulé y Reed Noss, que son dos de los padres de la conservación biológica. En términos generales, lo que busca es devolverle ciertas piezas al ecosistema que se han perdido producto de la perturbación del ser humano, con el objetivo de que el ecosistema se vaya recuperando poco a poco sin una intervención tan activa del humano. Al momento en que tú devuelves esas piezas, el ecosistema debería comenzar a recobrarse de manera natural.

¿Hay algún antecedente exitoso?

Hay muchos antecedentes de reintroducciones en el mundo. Pero con este enfoque, pocos, porque de alguna forma es un concepto novedoso. Y si me preguntas por otro ejemplo en Chile, hasta el momento no conozco.

Uno está acostumbrado a que el paisaje silvestre en la Región Metropolitana tenga poca fauna visible. ¿Cuánto puede significar para ti que los guanacos se instalen en las cercanías de Santiago?

Qué más lindo que ir a la montaña y de repente se cruce una manada de guanacos. ¡Sería alucinante! Es volver a ese ecosistema que antes existía y ahora no se cree. Empezar a recobrar en la Región Metropolitana parte de esa naturaleza que se perdió sería genial, por todo lo que da el guanaco a la recuperación del ecosistema, pero también por una cuestión estética de ver animales salvajes volviendo a un lugar donde ya no estaban.

El guanaco tiene simbólicamente una fama más bien negativa: entre otras cosas, se llama el carro lanzaguas de las Fuerzas Especiales de Carabineros. ¿Es esta su justa reivindicación?

A nosotros nos ha sorprendido cuánto ha llamado la atención este proyecto. Al momento en que uno habla de los guanacos y muestra imágenes, el primer sentimiento es de ternura, a pesar de que todavía no conocen cuánto escupen ni pelean. Son bien salvajes, pero cuando están tranquilos son tiernos. Hay que empezar a cambiar esa percepción sobre el guanaco como un animal que le quita pasto al ganado, agresivo, que puede tirar escupos a tontas y a locas. Lamentablemente, hay poblaciones de guanacos que han disminuido producto de la matanza cuando bajan de la montaña. Pero la verdad es que ni siquiera se acercan al ser humano. Hay un estudio hecho en el norte donde se ve que el guanaco, ante la presencia del ganado, se aleja, prefiere eso antes que competir físicamente con las vacas por el pasto.

El guanaco se adapta a todos nuestros escenarios geográficos y climatológicos. ¿Es un animal chileno por antomomasia?

Es un animal todo terreno, lo vemos en Arica y también en Tierra del Fuego. El guanaco es una de las especies que más cubre el país, o alguna vez así lo hizo. Definitivamente, es un animal insigne de Chile. Es momento de devolverlo a su sitial. Vamos a postular a que eso cambie y esté en el escudo, junto al cóndor y el huemul.

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