El miércoles, la selección de vóleibol consiguió uno de los mejores triunfos de su historia, derrotando a Estados Unidos. Figuras, tres jugadores con el mismo apellido: Parraguirre.

Seleccionados hace casi una década, tenían todo a favor. Con poca diferencia de edad entre ellos, estudiaron casi al mismo tiempo en el Colegio Thomas Morus de Providencia —donde su madre era entrenadora del equipo de damas y su tío, del de varones— y tenían desde pequeños el biotipo ideal para la disciplina: Tomás, el capitán, mide 1,97, Vicente, que juega en Canadá, 1,94 y Matías, 1,91.

Pero no son un caso aislado en estos Juegos Panamericanos. De hecho, en la delegación chilena que fue a Lima hay 40 hermanos que compiten en el mismo deporte (ver detalle), dato que grafica cómo ciertas disciplinas en nuestro país están marcadas por ciertos clanes familiares, cada uno con su historia de vida particular, pero con una herencia deportiva que corre por sus vidas.

Equipos con apellido

Como los Parraguirre en el vóley, está el “tridente mágico” del hockey césped, Fernando, Nicolás y Felipe Renz. Separados por apenas tres años de edad, desarrollaron su pasión en paralelo, desde el Colegio Alemán al Club Manquehue, y hoy son titulares en la selección. Ahí, son compañeros de José Pedro Maldonado, cuya hermana María Jesús es clave en “Las Diablitas”, una dupla que se forjó en las canchas del Prince of Wales Country Club en La Reina.

El balonmano es otro deporte con apellidos repetidos. Por un lado, los Feutchmann de Punta Arenas; su padre Emil dirigía la rama de handbol para los trabajadores de Enap en la zona y sus hijos fueron aprendiendo, ayudados por ser una actividad que se podía realizar todo el año bajo techo. De hecho, hay otros dos hermanos que juegan, Inga y Harald.

Y están los Salinas, de Viña del Mar, con un tío entrenador y un padre que jugó en la Universidad de Chile.

El particular caso del remo

No hay deporte que en el último haya estado más marcado por los clanes que el remo. Sobre todo gracias a los Abraham.

Cuatrillizos nacidos en Concepción, estuvieron en contacto con el deporte desde niños gracias a su madre, Melita, exmedallista sudamericana en atletismo. Por las reglas de la disciplina, las dos mujeres —Antonia y Melita— destacaron antes porque podían competir juntas, pero tanto Ignacio como Alfredo se fueron abriendo paso con otras tripulaciones. En Lima, clan debiera llevarse 3 oros (ver nota secundaria).

Pero no son los únicos que vienen compartiendo equipo desde la cuna. Los mellizos Oyarzún, Fabián y Felipe, también han tenido grandes resultados, tanto juntos como separados desde que a los 13 años dejaron Aysén para irse a vivir y entrenar en Valdivia.

Oriundos de esa ciudad son los Liewald, herederos de una de las primeras familias que colonizaron el sur y cuyo padre, Roberto, incluso es el presidente de la Federación. Otros con buenas conexiones son los Neira, cuyo padre es dirigente en la Federación de Rugby y su tío, Juan Pablo Spoerer, es Seremi de Deportes en su región de origen, Biobío.

El otro gran clan acuático es el de los Miranda, en el esquí acuático. Felipe, de hecho, acaba de convertirse en el máximo medallista panamericano en la historia de Chile, aunque fue su hermano mayor, Rodrigo, el que despuntó primero. Sin olvidar a Tiare y Francisco, que también han tenido éxitos, todo fue gracias a la enorme apuesta de su padre, Waldo, quien les vio condiciones y no sólo los sacó del colegio Saint George en Vitacura para que pudieran entrenar, sino que les construyó una laguna artificial en San Bernardo.

Los “hijos de tigre”

En la vela, fluye sangre de lujo. Los hermanos Grez son sobrinos nietos de Marlene Ahrens, la única chilena medallista olímpica, y llevan generaciones en el océano; todos exalumnos del Colegio Alemán en Vitacura pero formados en el Club de Yates Algarrobo, cuando Cristóbal se retiró, el menor del clan, Exequiel, se unió a su hermano Benjamín; sus hermanas, Bernardita y Sofía, también compiten.

“Hijos de tigre” también son Diego y Trinidad, los herederos del 5 veces campeón del mundo Alberto “Tito” González, con quien incluso alcanzaron a disputar competencias.

A diferencia de los Pinto, quienes pese a ser hijos de un exitoso matrimonio de extenistas —Jaime Pinto y la argentina Ana María Arias— decidieron dedicarse al squash. Al menos así no tuvieron que convivir con las eternas comparaciones, como sí lo ha sufrido Gaspar Riveros, quien, pese a ser una de las grandes figuras del triatlón chileno, siempre ha sido comparado con su famosa y exitosa hermana, Bárbara.

Y está el curioso caso de las Marías de la gimnasia, que han desarrollado toda su carrera en Estados Unidos, donde viven desde los 4 y 5 años. En su país adoptivo, de hecho, las conocen por la versión abreviada de sus nombres: “Marisol” y “Marimar”.

Más polémico fue lo que pasó con las hermanas Villalón en el ciclismo. La mayor, Aranza, en septiembre de 2013 le pidió por Twitter 3 millones de pesos a Leonardo Farkas para poder competir en el Mundial de Ruta de Italia, monto que el empresario le donó. Por eso fue tan polémico cuando, dos meses después, se informó que había arrojado doping por nandrolona. ¿El problema? No había sido ella, sino su hermana menor Paula, con quien hoy está compitiendo en Lima… error que, lamentablemente, muchos portales nunca corrigieron.

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“Siempre dije que no estaba preparada para defender el oro, ni siquiera a lo mejor ser medallista”, confesó ayer Bárbara Riveros, una de las decepciones de la delegación chilena en estos Juegos.

La triatleta, de hecho, era uno de los 8 oros que, a puertas cerradas, el Comité Olímpico proyectaba en Lima. Una expectativa que sufrió otro golpe con la plata de Felipe Miranda en el esquí náutico, quien tampoco pudo repetir lo hecho hace cuatro años en Toronto.

¿La buena noticia? El triunfo de Tomás González en la gimnasia, que no estaba en los pronósticos iniciales de primer lugar.

Del resto, la pesista María Fernanda Valdés sí cumplió con los pronósticos y Nicolás Jarry parece bien encaminado en el tenis, pero las grandes esperanzas están puestas en el remo, que comienza a repartir medallas en las próximas semanas.

En especial con los Abraham, que debieran entregar tres oros: Melita y Antonia en el par sin timonel, ambas como parte de la cuarteta de remos cortos, y su hermano Alfredo, junto a Oscar Vásquez en el doble masculino.

Y el otro eventual éxito también tiene apellido, con Fabián y Felipe Oyarzún, en el cuatro peso ligero.

Sin embargo, aunque nunca se pueden descartar sorpresas, es probable que la expectativa de 41 medallas en total no se cumpla, ya que de las 10 platas y bronces que ya se tendrían que haber conseguido, 4 ya no se dieron. Entre ellas, la deserción por lesión del pesista Arley Méndez.

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