La Universidad San Sebastián (USS) aspira a formar buenos profesionales, porque un mal profesional no solo es un desprestigio para la universidad, sino, también, un peligro para la sociedad, y pretende, además, formar buenos ciudadanos, porque un ciudadano desinteresado o ignorante de la realidad política, social, económica o cultural de su país, difícilmente contribuirá al bien común”.

Educar es una tarea compleja, qué duda cabe. En el ámbito universitario advertimos la presencia de un “modelo” educativo orientado al éxito, que pone el acento en la “producción” de buenos profesionales, quienes —a través del ejercicio de su profesión— puedan alcanzar prosperidad económica y prestigio profesional. También encontramos un “modelo” educativo orientado a formar buenos ciudadanos. De este modo, los estudiantes deben desarrollar habilidades (duras, blandas, transversales, críticas) y competencias que los “habiliten” para ser buenos demócratas, defensores de la libertad, empáticos, con sentido de la justicia y la igualdad. Este modo de entender la educación, sin embargo, no se pronuncia sobre las concepciones del bien o del mal, sobre el concepto de hombre o de la libertad. Es un “modelo” moralmente neutro, cuyo eje principal es subrayar que en la sociedad tienen que haber individuos con una serie de valores políticos razonables, que todos los miembros de la sociedad deben compartir.

Fiel a su misión y en coherencia con su sólida vocación pública, la Universidad San Sebastián (USS) aspira a formar buenos profesionales, porque un mal profesional no solo es un desprestigio para la universidad, sino, también, un peligro para la sociedad, y pretende, además, formar buenos ciudadanos, porque un ciudadano desinteresado o ignorante de la realidad política, social, económica o cultural de su país difícilmente contribuirá al bien común. Pero, más aún, aspira a formar buenas personas.

La USS no cree en la antigua máxima “vicios privados, virtudes públicas”. Cree, por el contrario, en la unidad y coherencia de la vida privada con la vida pública, y, por ende, no quiere producir narcisos en serie, preocupados solo de su éxito personal y/o material, sino personas con vocación de servicio, capaces de desarrollar una vida buena. ¿De qué modo enfrenta esta compleja tarea? A la USS le asiste la convicción de que el llamado humanismo cristiano contiene los principios y directrices de acción necesarias que le permiten abordar con éxito esta labor, pues la visión del hombre, del bien, de la educación y de la universidad que el humanismo cristiano propone hace posible alcanzar una formación integral.

En cuanto proyecto humanista cristiano, la USS entiende la educación como un proceso perfectivo, que desarrolla armónicamente las capacidades morales, intelectuales y emocionales de sus estudiantes, de tal modo que estos sean capaces de vivir una vida buena. En consecuencia, el proyecto educativo de la USS se propone: formar la inteligencia de los estudiantes para que sean capaces de buscar, conocer y comunicar la verdad; fortalecerles la voluntad, para que perseveren en la búsqueda del bien y el rechazo al mal; y “nutrir” el corazón de sus estudiantes con el alimento de la solidaridad, para que estén dispuestos —desde sus propias disciplinas o profesiones— a servir al país, y en especial a los más vulnerables. De este modo, la inspiración humanista cristiana de la universidad se perfila en una comunidad académica (“Universitas magistrorum et scholarium”), que busca desinteresadamente la verdad de modo crítico y riguroso, contribuyendo al desarrollo del estudiante, de nuestra cultura y de nuestro país, a través de la docencia e investigación.

Este proceso es indisociable de lo que tradicionalmente se ha llamado educar en virtudes, y que solo puede realizarse en y para la libertad. El académico libremente enseña y el estudiante libremente se deja enseñar. En este contexto, la inspiración humanista cristiana asume toda la diversidad y pluralidad propia de una comunidad educativa que, siempre abierta al diálogo, propone un elenco de valores institucionales que son irrenunciables y operan, a la vez, como matriz, entre los que destacan la búsqueda de la verdad, la vocación por el trabajo bien hecho, la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la alegría y la superación. Es, en consecuencia, la adhesión al humanismo cristiano el sello de la USS.

Asumiendo que “la fe y la razón (fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (Juan Pablo II), la integración del saber de las diferentes áreas del conocimiento, apuntan a una mirada interdisciplinaria de los grandes problemas y desafíos de nuestro tiempo, en un diálogo permanente y profundo desde la fe y la razón.

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