Frente a su obra, los arquitectos José Macchi y Francisco Danús. Al medio, Gonzalo Santolaya Martínez, el socio inmobiliario.

No pasa seguido. Un programa completo de City Tour le dedicó Federico Sánchez, el arquitecto-conductor, al nuevo edificio de oficinas CV Galería, en la punta de diamante de Alonso de Córdova, Vespucio y Kennedy.

“Fíjate la delicadeza de estos arquitectos”, porque habla con Marcelo Comparini que no sale en cámara. “Fíjate cómo se mueve con una plasticidad extraordinaria”, dice aludiendo a las dos fachadas. “Mírate estos tres pisos hacia abajo. ¿Qué habrías dicho tú?”, le pregunta a su partner. “No va a ir nadie” es la repuesta.

Ocurrió lo contrario: en los dos subsuelos, los cinco restaurantes han sido éxito de público y crítica. Ruperto de Nola le puso siete tenedores —la nota máxima— al peruano La Picantería y al francés la Brasserie de Franck & Héctor. Y Esteban Cabezas, seis tenedores a Lolita Jones.

La barra al aire libre, en el segundo subterráneo, es un imán sin importar el frío. Hasta 350 personas llegan un sábado.

Muchos transeúntes bajan, curiosos, porque también hay sillas de playa para sentarse al sol.

“Terrible”

El puntapié inicial lo dio el arquitecto Cristián Boza que, de tanto ir a comer al Pub El Reloj, en Alonso de Córdova y Vespucio, convenció a sus dueños de vender la propiedad y convertirla en un edificio.

Boza invitó a la Inmobiliaria Napoleón (Guillermo Alvarez y Luis Valdivieso) que aceptó, pero como era un proyecto grande sumó a Deisa. Buscando un financista, Napoleón y Deisa convidaron a IM Trust, hoy Credicorp, quedando con un 25%, 25% y 50%, respectivamente. Más tarde, Napoleón le vendió su 25% a Deisa.

“En la última década hemos hecho 70 obras. Esta ha sido la más difícil. Terrible, porque hubo mucha competencia”, dice Gonzalo Santolaya Martínez (39), socio y gerente general de la Inmobiliaria Deisa, dueña del 50%.

Era una esquina apetecida y comprar ocho propiedades tardó dos años. “El Reloj, La Cocina de Javier, Piola, unas casas que eran bodegas y un terreno que nos cortaba por la mitad y estaba en manos de otra inmobiliaria”, enumera Francisco Danús (49), arquitecto jefe del proyecto. “Exploramos todas las combinaciones: qué pasa si compramos los sitios 2, 4 y 6, o el 3, 5 y 7, pero teníamos amarrado El Reloj”, agrega José Macchi (59), el arquitecto partner de Danús. Ambos partieron la obra siendo socios de Boza, pero se independizaron y con la colaboración de Cristián Boza hijo proyectaron un edificio de 13 pisos de oficinas, siete locales a la calle, dos subsuelos y la Galería de Arte Isabel Aninat.

“Pensamos en la posibilidad de un hotel, se alcanzó a conversar con un cadena, pero Deisa decidió que era mejor oficinas”, acota Danús.

Siempre hubo un compromiso: los dueños de las casas donde funcionaban los restaurantes serían propietarios de un local en el nuevo proyecto.

Entra Gonzalo Cubillos

Para darle ambiente y contenido, Santolaya invitó en 2014 a Gonzalo Cubillos, a quien describe como un creador de experiencias y uno de sus socios en Espacio M, hoy en manos de Hites.

“Fuimos a explorar a Lima y encontramos a Héctor Solís, el chef y dueño de La Picantería en Perú. Preguntó ¿hay pescados frescos? Sí, dijimos ”, cuenta Santolaya. La promesa lo obligó a recorrer caletas hasta dar con Mario Flores, el jefe de la caleta Hornos, en La Serena, y actual proveedor de la exigente materia prima. Solís no usa reineta, porque viene de Concepción y no llega en el día, sino palometa, vieja, bilagay, pejeperro y pejesapo.

A medio camino, Santolaya y Cubillos les compraron los locales a los dueños de las tres casas donde estaban los restaurantes para manejar el negocio sin problemas. Son dueños de la placa comercial del subsuelo en partes iguales. Y también propietarios de La Picantería; a Héctor Solís le pagan una licencia.

Siete años demoró en estar listo el edificio. Costó US$70 millones. Entre los compradores que se mudaron a partir de enero están el estudio de abogados Rivadeneira, Colombara, Zegers; los family office de Fernando Izquierdo Menéndez y de los Hurtado Vicuña, entre otros.

Pronto llegarán dos nuevos ocupantes: un restaurante de comida española y un Santander Work Café.

Danús sube la mirada y destaca los seis mil pájaros colgantes de cerámica del escultor Fernando Casasempere. “Hicimos algo que no existe en Chile: comercio, gastronomía y arte”, concluye, orgulloso, Santolaya.

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