“Me encantan los olores de las flores, sobre todo en la mañana porque emanan fragancias muy armónicas que me alegran la vida. Son parte importante de mi evolución como perfumista”, dice Karen Henríquez, gerenta de desarrollo de fragancias de la empresa chilena Cramer, una de las principales casas de fragancias y sabores de Sudamérica.

La infancia de esta ingeniera química de la Universidad Federico Santa María (1988) estuvo muy cercana a los jardines. Su abuela y su madre eran fanáticas de las flores. “Siempre estaban buscando la rosa del color diferente, las fresias o las peonías. Pasaba los veranos en la casa de mi abuela y era muy embriagador sentir los olores de ese jardín maravilloso”, recuerda.

La perfumista chilena recibió en 2017 el premio “Actualidad cosmética en Brasil”, (categoría “Creación de Perfume Libre”) que se entrega todos los años en este país; algo así como «los Oscar de la Perfumería». “Soy perfumista las 24 horas del día, necesito de concentración y silencio constantes. Muchas veces pesas fórmulas de 60 componentes, vas en el número 59, te equivocas y debes partir todo de nuevo. Crear un perfume es un arte influenciado por los gustos del cliente que lo solicita, la moda, las tendencias y los movimientos sociales”, explica.

Con 30 años desarrollando aromas para todo tipo de productos de belleza y cuidado personal en Cramer, hoy trabaja con tecnología de punta: “Utilizamos cromatógrafos que te permiten identificar los componentes de una mezcla compleja. Además del espectrómetro con el cual podemos cuantificar cada uno de estos componentes. Durante los primeros años no teníamos salas aisladas en la empresa y mi labor era más difícil. Fueron quince años trabajando solo con nariz, pero fue una época mágica” cuenta.

“No es un camino fácil”

Karen comenzó en el mundo de las fragancias en forma autodidacta. Dice que en Chile existe muy poco conocimiento de lo que hace porque en Latinoamérica no hay institutos o universidades donde estudiar este oficio. “Yo no tuve ninguna formación formal en perfumería. He ido creciendo a medida que he ido ampliando mi memoria olfativa. En el mundo existen alrededor de 600 perfumistas que han hecho perfumes famosos o han sido premiados”, señala.

Dice que Chile es reconocido como uno de los países que más consume perfumes en Latinoamérica: “Y eso es en gran parte porque nos gusta recordar, evocar lo vivido en el pasado. Nuestras preferencias todavía son clásicas, al chileno le gustan los aromas que son similares a los que ya existen”.

—En Francia se puede estudiar la carrera de perfumista, en Sudamérica no existe.

—Así es, aunque se trata de un oficio que tiene a reconocidos exponentes en Europa, donde hay grandes casas de fragancias dedicadas a la creación de esencias, no es un camino fácil. Y es que no es igual para todos, pues las percepciones olfativas varían. Por ejemplo, si nos pides a dos perfumistas que desarrollemos una fragancia de manzana y nos entregas las mismas materias primas, te aseguro que haremos un perfume distinto, porque va muy ligado con tu experiencia de vida y a tu sensibilidad.

—¿Captar olores es algo innato?

—Aunque se puede pensar que es un don natural, tiene demasiado que ver con un oficio, con entrenar la nariz diariamente durante años; con encantarte con los aromas que te rodean. Es un proceso que va mucho más allá y permea todos los aspectos de la vida de un perfumista. Tienes que partir descubriéndote a ti, a tu organismo, a tu capacidad olfativa y de memorización. Después viene conocer las materias primas, cómo huele cada una, descubrirlas en la casa o en un perfume. En el supermercado lo primero que hago es oler los productos y si pasa alguien con un perfume, reconozco de inmediato sus componentes.

—Los perfumes provocan sensaciones subjetivas, pero ¿qué debe tener uno de buena calidad?

—Un perfume es bueno cuando genera identificación, sensaciones placenteras y estimulantes. Debe lograr un equilibrio en todas las etapas de su evolución. No puede ser uno que tenga notas muy intensas ni muy químicas. Como perfumista, sé cuando ocuparon materias primas de buena calidad, cuando la nota residual dura varios días, cuando mantiene su estructura hasta el final. Son fragancias que no se van a la primera como otras que te pones y a los diez minutos no la percibes; esas son las más baratas.

—El sentido del olfato está ligado a nuestra memoria sensorial, a nuestras emociones. ¿Cómo los aromas afectan a las personas?

—Este maravilloso sentido, como va ligado directamente con las emociones, te puede desencadenar momentos felices y desagradables. Es bien subjetivo, pero hay generalidades. Por ejemplo, los aromas cítricos como la naranja o el limón se usan mucho para estimular la creatividad, para mantenerte alerta y energético. También hay notas florales, como la lavanda o la manzanilla que te pueden relajar. Por eso muchos productos de bebé llevan estos productos. También se sabe de la efectividad de la aromaterapia y la terapia floral. Las personas recuerdan el 35% de lo que huelen, el 5% de lo que ven, el 2% de lo que oyen y el 1% de lo que tocan. Archivan más lo que huelen que lo que ven, oyen y tocan. Lo que hueles puede hasta salvarte la vida, como cuando identificas el olor a gas.

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