En 1952, cuando Fernando Monckeberg (93) se tituló como médico cirujano, trescientos niños entre mil nacidos vivos morían en el primer año de vida. El 80 por ciento de las camas pediátricas de los hospitales estaban ocupadas por menores de dos años con desnutrición severa y el futuro no era auspicioso: más de la mitad de los 365 mil niños que nacían cada año moría antes de cumplir los 15, afectados además por enfermedades respiratorias e infecciosas en un país con condiciones sanitarias adversas. Los que sobrevivían tenían una expectativa de vida que no superaba los 30 años.

“La desnutrición era un problema tremendamente serio, y no era posible pensar en el desarrollo del país sin erradicarla. Afectaba a un porcentaje muy alto de la población, limitando la expresión de su potencial”, explica. Desde el punto de vista económico, cuenta, esto era “dramático”. “Más de la mitad moría antes de entrar a la etapa de la adultez, entonces el costo era infinito porque se trataba de una inversión que no llegaba a ninguna parte. Me llamaba poderosamente la atención que esto no fuera evidente y que no se le diera la importancia que tenía”, recuerda hoy uno de los primeros que demostró científicamente que la desnutrición afectaba el desarrollo cerebral de los niños y quien fuera, además, fundador del Consejo Nacional para la Alimentación y Nutrición (Conpan), de la Corporación para la Nutrición Infantil (Conin) –donde trabaja hace más de 30 años ad honorem— y del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), instituciones claves en la erradicación de la desnutrición en Chile. Su trayectoria lo hizo merecedor del Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas en 1998 y del Premio Nacional de Medicina el año 2012.

¿Por qué dice que a esta problemática no se le daba la debida importancia?

Cuando uno decía “¿no ve que los chilenos son más bajos, que tienen menos tamaño?”, la respuesta era “es que se mezclaron con los araucanos, que son chicos”, y resulta que ellos también eran desnutridos. Siempre había una razón para no tomar conciencia de la gravedad de la desnutrición infantil, no solo para quien estaba en la situación de riesgo sino que para la sociedad entera. Por eso, cuando pude evaluar personalmente ese daño, tomé la decisión de que teníamos que prevenirla desde el embarazo, porque los que no morían quedaban lesionados de por vida desde el punto de vista de su desarrollo físico e intelectual.

¿Cómo lo lograron, considerando que no existía la cultura de la prevención?

Atrayendo a las madres embarazadas para que llevaran a control a sus hijos sanos. Ahí surgió la idea de generar un incentivo, que fue la distribución de la leche en polvo, y fue un éxito: la madre iba cada mes a buscar los tres kilos de leche en polvo y en esa visita se le explicaba la importancia de la alimentación, las curvas de crecimiento y el desarrollo físico, cerebral y emocional, y se controlaba al niño. Ese logro nos permitió desarrollar todo tipo de investigaciones de crecimiento y desarrollo con los niños. Tuvimos que buscar más recursos porque el Estado invertía cerca de 80 millones de dólares al año, pero estábamos convencidos de que eso era lo único que había que hacer. De modo que hemos llegado a las circunstancias actuales, y alcancé a vivir para verlo, en que el año 2004 ya no había desnutridos en el país. El chileno promedio, además, ha crecido 12 centímetros más. Yo te diría que en menos de 50 años Chile es otro. La gente no se da ni cuenta de lo que ha pasado, pero es una cosa realmente extraordinaria.

Ahora estamos en el extremo contrario, con gran parte de la población obesa. ¿Qué piensa respecto a eso?

Mis amigos siempre me molestan y me dicen: “Se te pasó la mano, ahora estamos obesos”, pero yo me río no más. Tengo una argumentación muy concreta y contundente, y es que Chile fue el único país de Latinoamérica en donde desapareció la desnutrición, pero nos tocó la racha de esta epidemia mundial de la obesidad. En otros países coexisten ambas problemáticas. Eso demuestra que no hay una correlación; no se trata de que cuando desaparece una automáticamente aparece la otra.

¿Por qué cree que estamos comiendo tanto y tan mal?

En toda la historia de la humanidad siempre ha sido un problema el desequilibrio entre la disponibilidad de alimento y la desnutrición. Esta epidemia es la consecuencia de que por primera vez en la historia de la humanidad el acceso al alimento ha mejorado notablemente. Esta disponibilidad incluye acceso a determinados alimentos procesados hipercalóricos, con altos contenidos de grasas y azúcar. Algunos pueden pensar que pasamos de no comer nada a comerlo todo, cuando en realidad simplemente hay un acceso más fácil al alimento hipercalórico.

¿En qué habría que focalizarse para combatir la obesidad?

Prevenir la obesidad es mucho más difícil que prevenir la desnutrición, porque comer es muy agradable. Pero tampoco hay que ser tan pesimista. Si uno comienza desde la escuela enseñándoles a los niños que la obesidad es un riesgo, que no solo van a ser gordos sino que siendo adultos tendrán enfermedades como hipertensión, infarto cardiaco o diabetes, esa es una forma de crear conciencia. La educación es muy importante.

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