En Chile hemos sido afortunados testigos de numerosos eclipses solares desde el inicio del proceso de independencia en 1810. Hasta la fecha de esta publicación, catorce eclipses solares totales habían pasado sobre territorio chileno; es decir, un promedio de uno cada quince años.

El primero de ellos fue total y ocurrió el 24 de marzo de 1811 en la Región de Magallanes, sobre la Isla Dawson y Tierra del Fuego, un territorio muy despoblado, por lo que no cuenta con registros escritos. Quienes lo vieron con toda seguridad fueron los habitantes de la etnia selk'nam u ona, el pueblo que habitó Tierra del Fuego hasta su genocidio a comienzos del siglo XX en manos de los colonizadores patagónicos.

Seguramente el eclipse total del 15 de marzo de 1839 fue observado por un buen número de chilenos, puesto que ocurrió sobre La Serena y Coquimbo a lo largo de casi tres minutos. Es muy probable que el científico polaco Ignacio Domeyko —contratado el año anterior para enseñar mineralogía y química en el instituto San Bartolomé de La Serena— haya podido observar este notable acontecimiento.

El eclipse del 30 de octubre de 1864, cuya totalidad pasó sobre Arica —perteneciente por entonces al departamento peruano de Arequipa—, fue mirado desde Santiago de manera parcial en el Colegio San Ignacio. En febrero de 1865, el sacerdote Enrique Cappelletti presentó al Consejo de la Universidad de Chile una memoria sobre las observaciones practicadas y sobre la preparación para el siguiente eclipse —que ocurriría el 25 de abril de 1865 en Concepción y Chillán—, en donde señala en castellano antiguo:

“Es, pues, de sumo interés de la ciencia no descuidar los preciosos elementos que pueden proporcionarse en los dos eclipces de sol tan cercanos uno de otro, verificados en esta República de Chile: hablo del que ya pasó el 30 de octubre del año transcurrido 1864, i del que entre poco tendremos el 25 de abril del año que transcurre. Si aquel nos pudo revelar algo importante(a), i fué no mas que parcial, pues la línea de la oscuridad total atravesó el Perú i el Paraguai, éste nos podrá dar mayor luz sobre ese mismo asunto, i suministrar elementos mui importantes para la ciencia, pues será total en la misma República de Chile”.

Varios años después, el 16 de abril de 1893, las poblaciones de Vallenar y La Higuera fueron cubiertas por la sombra de un eclipse solar total de casi tres minutos de duración. Una de las expediciones fue liderada por el astrónomo Alberto Obrecht, director del Observatorio Astronómico Nacional, quien nos legó el siguiente registro:

“Como el punto de observación era a unos 1.500 metros encima del nivel del mar, la vista podía abrazar una extensión considerable de terreno, de suerte que se vió mui bien la sombra aproximarse al lugar de observación. Mirando en la dirección de donde venia la sombra, se veía a la derecha i a la izquierda una coloración parecida a la del cielo cuando el sol acaba de ponerse, i esta coloración iba desapareciendo a medida que se aproximaba la sombra; en su lugar el cielo tomaba un aspecto sombrío i los diversos objetos parecían alumbrados con la luz que da el cloruro de sodium, algo cadavérico”.

El científico, finalmente, nos informa que:

“Como lo había determinado, me concentré a dibujar las protuberancias. Son éstas como unas llamas que parecen salir del disco del sol i que se distinguen perfectamente al rededor del disco negro de la luna.

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Los habitantes de Arica fueron una vez más afortunados testigos de un eclipse, y nada menos que de aquel del 29 de mayo de 1919 que resultó clave para confirmar la Teoría de la Relatividad General de Einstein. Poco después del amanecer, y a muy baja altura sobre la cordillera de los Andes, los ariqueños pudieron contemplar el fenómeno. El diario El Mercurio señaló al día siguiente: “En la mañana de ayer se produjo un eclipse de sol que fue parcial en todo el territorio. Este fenómeno que se produjo desde la salida del sol hasta las 8:33 de la mañana no pudo ser observado desde Santiago en forma satisfactoria, en vista de mantenerse aún a esa hora una espesa neblina. El eclipse fue total en parte de Brasil, Bolivia y del continente, siendo su duración muy pequeña en esos puntos”.

Es interesante notar que el diario no haya dado cuenta de que la ciudad de Arica fue cubierta por la totalidad del eclipse. En efecto, en 1919 la soberanía de las ciudades de Arica y Tacna había quedado en un limbo legal, como resultado de la Guerra del Pacífico, cuestión que se prolongó hasta 1929.

El 20 de mayo de 1947 fue el primer eclipse solar total en recorrer la capital de Chile. Se extendió por dos minutos y medio, fenómeno que se repetiría pocos años después, el 12 de octubre de 1958. Adelina Gutiérrez, astrónoma de la Universidad de Chile, publicó un detallado estudio sobre este último y sus circunstancias, en el que describe el camino que recorrerá el eclipse sobre el globo terrestre y destaca que el Observatorio Astronómico de Cerro Calán quedará comprendido en la zona de la sombra. En el prólogo, el director del Observatorio, Federico Rutllant, escribió: “En Chile no ocurría un eclipse total de Sol desde el 20 de mayo de 1947. En aquella ocasión, Santiago estaba más favorecido, ya que el eje de la faja de totalidad cruzaba la ciudad; pero el fenómeno, que ocurrió en las primeras horas de la mañana, sólo pudo ser apreciado a través de las nubes que impidieron ver los detalles del eclipse”.

El 12 de noviembre de 1966 fue el turno de un eclipse total en el extremo norte del país y parcial sobre el cielo de Santiago. Al respecto, El Mercurio informó que “miles de personas se detuvieron en las calles, y los patios de las casas de Santiago para observar el Sol y su cubrimiento parcial de la Luna a través de lentes densamente ahumados, vidrios ennegrecidos o placas negativas de celuloide. Cada cual comentaba con sus acompañantes las diversas características que observaban en el astro, especulando sobre las consecuencias que el fenómeno produciría en las más diversas formas”.

El último eclipse total de Sol que ha podido ser presenciado desde territorio chileno ocurrió el 11 de julio de 2010 en Isla de Pascua. Fueron numerosos los turistas que viajaron al «ombligo del mundo» a observar un fantástico eclipse que tuvo una excepcional duración de cuatro minutos y medio. Cuarenta minutos más tarde, la misma sombra de totalidad que había oscurecido Rapa Nui llegó a territorio continental, al pequeño poblado de Puerto Edén en la Región de Aysén.

Durante estos dos siglos de historia como nación independiente, resulta una increíble coincidencia que, de los catorce eclipses totales de Sol, cuatro hayan ocurrido en los pequeños poblados de Visviri y Putre, en el extremo norte del país.

En lo que resta del siglo, podremos disfrutar de seis eclipses totales de Sol. Por de pronto, mañana 2 de julio de 2019 la sombra de totalidad cubrirá por más de dos minutos y medio las regiones de Coquimbo y Atacama. Solo un año y medio después, el 14 de diciembre de 2020, corresponderá su turno a las regiones de La Araucanía y Los Ríos.

El siguiente eclipse solar total ocurrirá veintiocho años después, el 5 de diciembre de 2048, sobre el maravilloso Parque Nacional Queulat en la Región de Aysén. Quienes estén allí podrán disfrutar de un eclipse de tres minutos y medio.

Los habitantes de Santiago y Valparaíso tendrán que esperar aún más, hasta el 12 de agosto de 2064, para ser testigos de tres minutos y medio de oscuridad, a las tres de la tarde.

El 3 agosto de 2073 llegará la sombra de la Luna al sur del país, a las localidades de Puerto Edén y al Parque Torres del Paine. El último eclipse total de Sol del siglo XXI sobre Chile ocurrirá el 16 de enero de 2075 en Ovalle, Vicuña y Pisco Elqui.

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