De todas las familias que tuvieron cines de barrio, solo queda una en Chile: lleva tres generaciones, el mismo apellido y exhibe películas digitales en centros comerciales.

El primero de la saga fue Enrique Martínez Martínez, quien en 1958 abrió un cine en Los Sauces, un pueblito de la provincia de Malleco, en una sala que le arrendó al alcalde. Al poco tiempo se vino a Santiago y se hizo fuerte en la Gran Avenida con cines en los paraderos 22, 19, 18, 13, 10 con nombres como Europa, Moderno, Palace Ovalle y Lautaro. Una no era más que un galpón con bancas. Y todas las salas eran arrendadas, por cierto.

El primer Martínez llegó a tener seis cines: en el de Conchalí, llamado La Palmilla, su hijo Enrique Martínez Salinas atendía la confitería, porque el papá le dio a elegir “estudias o trabajas” al salir del colegio.

“Yo volví a Malleco, porque somos de allá y abrí un cine en Angol. Fue el primero mío. Estrenamos la película ‘El bueno, el malo y el feo' y seguimos con ‘Tiburón' que anduvo muy bien”, recuerda Martínez Salinas que se especializó en cines playeros. Tuvo los de Algarrobo, El Quisco, Cartagena y Llolleo, “que se movían solo en verano”. Y en Santiago, el Maipo en la calle San Pablo.

Así como la familia Martínez estaban los Daire (ChileFilms), los más grandes, con el Gran Palace, Rex, Las Condes, Pedro de Valdivia y Las Lilas por nombrar los más conocidos. Los Gana y los cines España, Astor y Roxy, entre otros. Los Ugarte en San Felipe, Los Andes y Quillota.

“Uno abría el cine y ya había gente haciendo fila”, dice Martínez Salinas rememorando la década del 60.

Con la llegada de Cinemark en 1993 y las multisalas, el negocio cambió para siempre. Se cerraron los cines de barrio y debutaron las salas en los malls. Los Martínez se fueron a regiones y abrieron ocho Cinestar entre Illapel y Linares. Tres siguen abiertos: Illapel, Los Andes, Curicó y el año pasado sumaron Punta Arenas en la zona franca. En total, suman 10 salas.

Cines donde no hay

Con 33 años, el ingeniero comercial de la Unab y magíster en marketing y dirección comercial Sebastián Martínez Cáceres es el tercero de la saga familiar. Él protagoniza la nueva etapa, con la entrada a centros comerciales medianos y una nueva marca llamada Muvix.

A fin de mes, debutará con ocho salas en el Outlet La Fábrica, el proyecto inmobiliario del Grupo Patio en la ex Textil Sumar en la comuna de San Joaquín.

—¿Cómo se compite con cadenas internacionales?

—Nosotros competimos por los clientes con las grandes cadenas cuando estamos en la misma localidad, porque las condiciones comerciales que dan los distribuidores de películas son iguales para todos. Ganamos un porcentaje de las entradas, es fijo y va bajando a medida que transcurren las semanas de exhibición. El otro porcentaje se lo llevan los distribuidores (Andes Films, Warner, Fox, Cinecolor, PF Distribution, Diamond). Cuanto más taquillera la película, el porcentaje para ellos es mayor.

Clave es el ingreso por alimentos y bebidas que se venden al interior de las multisalas. “Sin ese negocio, sería muy difícil que el cine pudiera subsistir. Y por más que intentes meter más productos la estrella es el pop corn”, dice Martínez Cáceres.

Admite que la gente no distingue una cadena de otra, “va al cine del mall” y apuesta a que la experiencia de butacas multisensoriales (MX4D), en las que se puede sentir el viento, el agua, el humo, vibraciones y luces va a ser un gancho para fidelizar a sus clientes. Y otro es el sonido de alta fidelidad (Aera).

—¿Por qué ustedes son la única cadena chilena en este negocio?

—Vimos la oportunidad de crecimiento en los centros comerciales y nos reinventamos. Esta es la única entretención colectiva que genera emociones.

—¿Y la competencia de plataformas como Netflix?

—Cuando llegó la televisión en 1962 muchos exhibidores nacionales dijeron: se termina el cine, y no se terminó. Después, vinieron las cadenas de videos y dijeron ahora sí que este asunto va a reventarlos. Netflix es un generador de contenidos que es complementario.

Tanto lo llevan en la sangre y tan convencidos están que además de las ocho salas del Outlet La Fábrica van a abrir 36 cines nuevos en proyectos comerciales que están en construcción. Seis en el Paseo La Portada en Antofagasta; cinco en Alto Hospicio, que por primera vez contará con cines; siete en Talca; seis en Linares que tampoco tiene; seis en San Pedro de La Paz, y seis en Talagante. Y hay más que no puede mencionar por compromiso con los desarrolladores inmobiliarios. El plan hasta 2022 abarca 62 salas distribuidas en 10 complejos y una inversión de US$27 millones entre capital propio y bancario. Ojo: van a estar muy cerca de Cineplanet, el tercer actor, que ahora tiene 100 salas.

Siempre en centros comerciales medianos. “Quedan pocos grandes por construir y el cine se ha transformado en un actor indispensable, porque es un generador de flujo”, explica Martínez Cáceres.

28

millones de entradas se vendieron en 2018. En 2000, 9,3 millones

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La mayor cadena en Chile es Cinépolis, la mexicana que compró Cine Hoyts a Chilefilms, y posee 35 complejos. La segunda es la estadounidense Cinemark, con 20 multisalas. Y la tercera, Cineplanet, la cadena de Carlos Rodríguez Pastor, el empresario más rico de Perú, con 12 complejos. La cuarta es la familia Martínez, la única de origen chileno en este formato.

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