“Es positivo que la discusión pública en Chile pueda estar procesando críticamente los límites que contiene el régimen liberal”.

Hace algunas semanas, el seminario «The Economist» publicó un artículo en el que afirmaba que “el liberalismo es la idea más exitosa de los últimos 400 años”. Si bien la idea encuentra sustento en el hemisferio occidental, a partir de las ideas de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos, en la actualidad una serie de movimientos políticos alrededor del mundo cuestionan esos valores.

Es en ese escenario que en las últimas semanas se ha venido desarrollando un intenso debate en Chile sobre los alcances del término. La publicación de los libros «Liberalismo en tiempos de cólera», del ex ministro de Hacienda Andrés Velasco y el cientista político Daniel Brieva, y «Chacota», del economista Óscar Landerretche, además de los seminarios organizados por el Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) y la Fundación IdeaPaís, con el politólogo estadounidense Patrick Deneen (autor a su vez del texto «¿Por qué ha fracaso el liberalismo?»), dan cuenta de un intento local por tratar de entregar respuestas a un momento que se ha caracterizado por el surgimiento del populismo, y el autoritarismo.

Uno de los principales diagnósticos que ha dejado la discusión —y más allá de las tradicionales diferencias en torno al tamaño y rol del Estado—, compartido desde autores cercanos al progresismo de centroizquierda (Velasco-Landerretche) hasta grupos más conservadores (IES- IdeaPaís), es que el liberalismo debe ser capaz de moderar su visión individualista de la sociedad (con sus consiguientes costos políticos, económicos y medioambientales), para comenzar a construir una plataforma que no descuide la vida en comunidad y el afianzamiento de los vínculos sociales. Es decir, un proyecto político en el que tengan cabida las demandas de desarrollo económico, justicia social, autonomía individual y de libertades públicas.

Si aquello tendrá una expresión política genuina está por verse —hoy hay partidos que se autodefinen liberales en todo el arco político, desde el Frente Amplio hasta Chile Vamos—; sin embargo, es positivo que la discusión pública en Chile pueda estar procesando críticamente los límites que contiene el régimen liberal. Como lo han sugerido varios analistas, el surgimiento de los populismos presentes hoy en Europa y América provienen, la mayoría de las veces, de la incapacidad de esas mismas instituciones políticas de dar cabida a las inquietudes y el malestar ciudadanos. Es de esperar que esta preocupación por el futuro de las organizaciones políticas liberales, en especial la democracia, no sólo quede constreñida a una conversación intelectual y académica, sino que también pueda ser asumida por los partidos y el Congreso. Como lo han dicho Cristóbal Rovira y Cas Mudde en un texto recién publicado, el populismo es un fenómeno que, poco a poco, amenaza con inundar los sistemas políticos.

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Era una antigua tradición —cuando este país era infinitamente más pobre y sus instituciones aún muy febles— que la clase política celebrara la finalización de los procesos electorales. Se destacaba no sólo el espíritu cívico de los votantes, sino que también la rapidez con que se conocían los resultados. En países (sobre todo en este continente) donde cualquier elección terminaba con fraudes, tiros y muertos, nuestros comicios, grises y aburridos, eran motivo de orgullo.

No sabemos si la satisfacción inunda a los militantes del Partido Socialista que hoy (al fin) conocieron los resultados de sus elecciones internas tras 18 días de espera. No hay que ser mal pensado de todas maneras, quizás la demora haya sido efecto del complejo sistema que se utilizó para elegir a sus representantes. En una de esas, y como en los viejos tiempos, hoy habrá militantes del PS que se atrevan a decir: “Solo queda ensalzar lo impecable, transparente, prolijo y rápido del proceso”.

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Diversidad a la chilena

Señor Director:

El pasado 4 de junio, La Segunda publicó un artículo (pp. 4-5) acerca de la diversidad en las empresas, comparando la realidad de Estados Unidos —tomando en cuenta las 10 mayores compañías en el Fortune 500— con Chile y las diez mayores empresas del IPSA.

Mientras que en Norteamérica el 28% de los directores son mujeres, en nuestro país esa cifra apenas alcanza al 7%. Bien hace La Segunda en titular que diversidad es una “palabra que muy poco se ve” en las compañías locales.

Sin embargo, la inclusión de la diversidad sexual fue un aspecto no revelado en el artículo. Al observar las 10 mayores empresas del Fortune 500, nueve de cada diez compañías tienen fuertes políticas orientadas hacia sus trabajadores LGBT. Todas ellas, además, se miden en el Corporate Equality Index, quizás el mayor índice en esta materia en los Estados Unidos y en el mundo. En Chile, si bien existe la versión local de dicho instrumento (bajo el nombre de Equidad CL), ninguna de las empresas en el top 10 del IPSA lo utiliza y muy pocas de las empresas ahí listadas tienen políticas hacia este segmento. Todo esto resulta paradójico: mientras la diversidad se toma los seminarios sobre gestión de personas, la realidad muestra algo diferente.

Emilio Maldonado

Coordinador red Pride Connection

Liderazgo femenino

Señor Director:

Según datos del Ministerio de Economía, en Chile sólo el 28,9% de las mujeres ocupan cargos directivos, versus el 71,1% de los hombres. Me parece relevante enfatizar que, si bien hemos avanzado en políticas públicas para la construcción de mujeres líderes, aún tenemos desafíos pendientes.

Un primer paso para revertir este escenario es saber identificar dónde está el problema al intentar equiparar los puestos de trabajo, que desde nuestra experiencia como empresa de Recursos Humanos se da principalmente en la selección, retención y dirección de talentos. Para cada una de las compañías la problemática será distinta, pero hay herramientas que pueden ayudar. Una de ellas es la conciliación del trabajo y la familia, donde el compromiso debe partir desde la gerencia, el cual es clave para dar paso al desarrollo de la mujer en posiciones de mando medio y directivos.

También es fundamental la selección sin etiquetas, considerando a las personas por su talento y no por la edad, género u otra condición. Y, finalmente, ser capaces de hacer visible las buenas prácticas de mujeres que actualmente ocupan posiciones de poder, ya que contar con referentes femeninos da más seguridad y convicción de que sí se puede. Este reconocimiento es vital para motivar a las estudiantes y profesionales a seguir en este camino y superar las barreras que dificultan su éxito.

María José Carracedo

Directora Adecco Chile

Partido Republicano

Señor Director:

El colectivo político que está formando el señor José Antonio Kast, que recientemente inició el trámite legal para convertirse en partido, no es el primero en nuestro país que tiene el nombre de «Partido Republicano». Existe un antecedente relevante: al promediar la década de 1980, un grupo de exparlamentarios y dirigentes sociales y juveniles crearon un «Partido Republicano», recogiendo viejas tradiciones democráticas de los antiguos partidos Liberal y Conservador. Esta colectividad se incorporó al empeño ciudadano de recuperación de la democracia, poniendo siempre una nota de moderación, inteligencia y convicción en el fragor, a veces exaltado y maximalista, que atizaban algunos partidos y conglomerados de la época.

Fueron miembros distinguidos de ese legendario partido figuras destacadas como los exsenadores Hugo Zepeda Barrios y Armando Jaramillo Lyon, los exdiputados Julio Subercaseaux Barros, Engelberto Frías Morales y Aníbal Scarella Calandroni, los exembajadores Héctor Correa Letelier y Óscar Ruiz Bourgeois. También se sumaron a este movimiento gran cantidad de dirigentes sociales, profesionales destacados y jóvenes ilusionados ante el desafío de servir al país en ese crucial momento histórico, todavía preñado de valores morales, sentido de la ética y anhelo de comunidad.

Gustavo Cárdenas

Plaza Egaña

Señor Director:

La explanada de cemento en que se ha convertido la plaza Egaña confirma una vez más que los adelantos que se promueven no son el progreso que uno entiende.

Eduardo Barril

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