La fuerza laboral está cambiando. Estas medidas son fundamentales para que las compañías sigan competitivas”.

Natalia Zúñiga

Randstad Chile

El proyecto de ley de flexibilidad laboral que el Gobierno ingresó hace casi un mes al Congreso tiene optimistas a las empresas. Según una encuesta realizada por Randstad a más de 400 empresas de diferentes tamaños e industrias, el 75% está de acuerdo con él. Y creen que tendrá efectos positivos en el empleo y la productividad.

La iniciativa permitiría, a partir del acuerdo entre el empleador y el trabajador, distribuir las 45 horas semanales en cuatro días de trabajo y tres de descanso o distribuir libremente 180 horas mensuales con tope de 12 horas diarias. Pese a que las agrupaciones sindicales, como la CUT, levantaron la voz en contra, el proyecto ha tenido el apoyo de expertos del oficialismo y la oposición.

Desde que entró a trámite al Senado el 14 de mayo, la iniciativa no ha sido revisada. Esto, principalmente, porque la Comisión de Trabajo ha estado abocada al estatuto laboral para jóvenes trabajadores. La demora tiene a la espera a las empresas: según la encuesta, el 70% aplicaría medidas de flexibilidad horaria.

¿El empuje al empleo?

Para las empresas, los beneficios de esta iniciativa son variados. De los consultados en la encuesta, el 32% cree que el proyecto ayudará a reducir el desempleo, tasa que se ha mantenido estancada en torno al 7% desde el año pasado y que ha sido un dolor de cabeza para el Gobierno.

Pese al optimismo, el efecto en el empleo dependería de múltiples escenarios, advierte Natalia Zúñiga, directora de marketing de Randstad. “Lo que sí sabemos es que la fuerza laboral está cambiando y que promover este tipo de cambios en el trabajo es fundamental para que las compañías se mantengan competitivas a ojos de los candidatos, especialmente los más jóvenes”, dice Zúñiga.

Fabián Duarte, académico de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, coincide. “Si las empresas creen que va a bajar el desempleo, significa que hay gente buscando trabajo que no entra al mercado laboral por la inflexibilidad. Esto no lo tengo tan claro y creo que el número es marginal. Me parece raro que esa sea la única barrera”, advierte Duarte. Explica que el efecto en el desempleo dependerá de que exista una oferta diferente: “Si las firmas ofrecen otro tipo de trabajo, además de los que ya tienen, me parece natural que baje el desempleo. Pero no creo que lo hagan solo por esta reforma”, agrega.

Pese a que la mayoría de las empresas cree que el proyecto bajará el desempleo, 16% cree que no habrá efecto y 15% estima que incrementará el empleo informal. En este último punto, Zúñiga confía que pasará lo contrario, especialmente para los jóvenes. “La flexibilidad permitirá que accedan más fácilmente a empleos que representen condiciones de mejor calidad en contratos y normativas”, explica.

Productividad

Para las empresas, la flexibilidad laboral y el teletrabajo tendrían otros efectos positivos. El 23% cree que ayudará a una mayor conciliación de la vida personal con la laboral y el 17% estima que elevará la productividad. Este último elemento sufrió una caída de 0,6% en el primer trimestre, según Clapes UC, y rompió la recuperación que tuvo el año pasado.

Para Zúñiga, el efecto de la flexibilidad laboral en la productividad depende de si esta medida es bien manejada por las empresas. “Todas las medidas que vayan en dirección a aumentar la flexibilidad no solo son positivas en este aspecto, sino que también en fomentar el aumento de la satisfacción, motivación y el compromiso de los empleados, lo que eventualmente repercute en los índices de producción”, dice. Pero advierte que también depende de otros factores. Duarte concuerda. “La productividad tiene que ver, especialmente, con cómo se capacitan las personas. Más horas en la mañana o menos es un cambio marginal”, advierte.

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2,9%

la mediana de expectativas de los 50 economistas consultados.

El sábado 1 de junio fue el Presidente Piñera quien en su Cuenta Pública redujo las estimaciones de crecimiento de este año a un rango de entre 3% y 3,5%. El viernes 7, el Banco Central fue más allá. Recortó su previsión a entre 2,75% y 3,5%. Y hoy fueron los economistas que mes a mes interroga el propio instituto emisor para su Encuesta de Expectativas Económicas, lo que se sumaron a esta ola de desánimo. Tras cinco meses seguidos de recortes en su estimado de expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del país para este año, ahora traspasaron la barrera psicológica que había puesto como piso el Mandatario de 3% y la mediana de las 50 respuestas recogidas se ubicó en 2,9%, con un rango de entre 2,6% y 3,2%.

En sintonía con el Central, los encuestados creen que habrá una mejoría en los siguientes dos años, pero no tan pronunciada. De hecho, la mediana de sus respuestas estima que en 2020 y 2021, creceremos solo 0,4 décimas más, es decir 3,3%. El emisor tiene un rango de 3% a 4%.

En cuanto a la Tasa de Política Monetaria, que sorpresivamente el Central recortó 50 puntos base el viernes pasado a 2,5%, los economistas creen que se mantendrá en ese nivel al menos hasta mayo del próximo año y que dentro de 17 meses subiría a 2,75%. El presidente del BC, Mario Marcel, dijo ayer que el Informe de Política Monetaria (IPoM) presentado ayer “no contempla bajas adicionales de tasa”, pues el impulso otorgado es suficiente para que la inflación converja hacia el centro del rango meta de 3%. Pero esta mañana, el vicepresidente del organismo, Joaquín Vial, dijo en radio Duna que “por supuesto, esas cosas pueden cambiar (…) Hay gente que por supuesto está pensando, por ejemplo, que la situación internacional va a ser más mala”.

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