“Es excelente”. Así describía el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle el “Frei Presidential Wine” en su presentación en sociedad, en agosto de 2014 en el Castillo Hidalgo.

Desarrollado por Akana Wines —una sociedad entre Viña Undurraga y Perfect China, la segunda empresa más grande del país en venta directa—, el vino volvió a salir a la palestra a raíz de la visita de Estado del Presidente Piñera en el Lejano Oriente. “En ningún momento ha habido ni una sola botella del referido vino en la gira presidencial”, tuiteó, sin embargo, Marta Larraechea, ex primera dama.

Larraechea insiste a La Segunda: “No hay una copa ni una botella en la gira. Los vinos que se han probado son de otras marcas. Es un vino que existe hace cinco años y por el cual el expresidente no percibe un solo peso. Es un negocio ajeno a la familia”.

En Vivino, la app vitivinícola más masiva del mundo, “Frei Presidential Wine” tiene un rating excelente de 4,8 estrellas (con 7 reseñas) y el viajero y fotógrafo asiático Michael Yip le dio calificación perfecta en su blog, describiéndolo como “un vino fácil de beber y de aroma suave”. Según el sitio perfect99.com la botella vale 8848 yuanes, es decir, 886 mil pesos.

Vino de alta gama que viene en empaque de lujo y con botellas numeradas de 1,5 litros, desde Undurraga le señalan a “La Segunda” que se trata de “un blend de gran fineza y potencial de guarda que incluye cabernet sauvignon, carmenere y syrah”.

Elaborado por un equipo de Undurraga bajo la asesoría del reconocido Rafael Urrejola, tiene un intenso color rojo rubí y violeta, con aroma a frutas maduras (como moras y ciruelas rojas) y sutiles toques de tabaco, frutos secos y chocolate.

“En boca es un vino sedoso, muy largo y refinado, un cabernet característico del Valle del Maipo”, describió Urrejola en su presentación. “Es versátil, con carnes rojas queda muy bien”.

Desde Undurraga aclaran que ellos sólo lo producen, pero es Perfect China el que lo vende y distribuye en el mercado chino, como parte de una colección en honor a otros expresidentes, como el búlgaro Petar Stoyanov y el sudafricano Frederik de Klerk, producidos por otras viñas.

“Me genera escepticismo”

¿Justifica su alto valor?

“Un vino puede costar lo que quiera, porque el precio lo pone el productor”, explica el periodista, escritor y columnista especializado en vinos Patricio Tapia. “Ahora, que alguien esté dispuesto a pagarlo es otra cosa, pero no hay que subestimar la ambición del productor. Muchas veces un precio alto puede ser una herramienta de márketing, sobre todo en mercados como el chino”.

En ese sentido, apunta que “el tema es que China no es un mercado muy desarrollado. El consumidor es muy impresionable, tanto por el envase como por el precio y por el nombre. Si el vino viene en una botella pesada, con harto dorado, y un precio elevado puede sentirse inclinado a admirarlo. Puede ser un vino maravilloso, no lo he probado, pero tanto el precio como su nombre me generan escepticismo”.

“Distinto es el caso de Viñedo Chadwick, que vale 400 dólares en China —agrega—, porque Eduardo Chadwick es un personaje del mundo del vino, pero Frei no. Que un vino se llame «Chadwick» es comprensible, pero «Frei» me genera dudas”.

Algo similar comenta la periodista Ana María Barahona, directora de Revista La Cav. “No sé si un vino chileno puede costar tanto. Los vinos más caros lo son porque tienen detrás una historia, un terruño, una larga tradición y prestigio, y por lo que entiendo, en este caso no lo hay. Parece más bien una estrategia comercial, de marca”.

Eduardo Frei Ruiz-Tagle en el lanzamiento de “Frei Presidential Wine” en agosto de 2014 en el Castillo Hidalgo.

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El presidente del Tribunal Constitucional se descomplicó. Iván Aróstica decidió no invitar a nadie a la cuenta pública del organismo y las 9:00 horas subió a YouTube un video de él leyendo la presentación del documento de casi 400 páginas.

Ello se da cuando la relación entre algunos ministros del TC es conflictiva; cuando la institución fue criticada por la Corte Suprema por trabar procesos, especialmente en materia de derechos humanos y cuando han pasado sólo cuatro meses de haber sido personalmente golpeado por manifestantes, que se mostraron en desacuerdo con su postura —compartida por la mayoría de los jueces— de considerar inconstitucional el requisito del arrepentimiento público para que criminales de lesa humanidad accedieran a la libertad condicional.

En su lectura se hizo cargo de las críticas por una supuesta derechización del organismo. Dijo que todos los fallos se hicieron “al margen de cálculos políticos pequeños, libres de presiones mediáticas, sin mirarles la cara a quienes pudieran sentirse favorecidos o perjudicados. El tribunal está completamente exento de afanes protagónicos y nunca en su trayectoria ha cedido a las distorsiones que la cátedra conecta con el ‘activismo judicial'”.

“No estamos para contentar a las audiencias, sino para hacer cumplir la Constitución. Invito a los críticos de esta magistratura a evaluar nuestro aporte a la estabilidad del país”, agregó.

Asegurando que en el mundo político hay sectores que pretenden restringir las facultades del TC o eliminarlo, afirmó: “Sobrepásese de esta forma a los tribunales y asistiremos no sólo al otoño del derecho, sino también al asentamiento de toda clase de tropelías y a disociaciones flagrantes de la propia conciencia jurídica nacional”.

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