alejandro balart

Al entrar a su oficina en la Universidad del Desarrollo, es inevitable posar la vista en una colección de fotografías. Hay un lugar destacado para una suya con su padre, Ernesto Silva Bafalluy.

Ernesto Silva Méndez se explaya cuando hablamos de políticas públicas. Suele ser reservado en asuntos más personales, pero esta vez hace una excepción y acepta conversar sobre su experiencia familiar en California y lo que significa hoy ser prorrector en la casa de estudios que fundó su padre, fallecido en 2011, cuando él llevaba poco más de un año de diputado por la UDI.

“Se van a cumplir ocho años de la muerte de mi papá, y cada día que pasa yo admiro más su empuje y su energía, que le permitieron ser una persona que emprendió en educación de una manera notable, fundando de la nada una universidad que hoy día compite por ser una de las mejores de Chile”, dice.

Reivindica, además, el paso de Silva Bafalluy por Odeplan, en tiempos de Pinochet, así como “su trabajo junto a muchos otros profesionales que asentaron las bases del progreso económico de Chile y también el apoyo al proyecto político en la fundación de la UDI”.

Pero el abogado dice que lo fundamental de su legado va más allá de lo político: “Por sobre todo eso, la alegría de ver, después de haber pasado varios años de su muerte, la linda familia que él formó. Su partida y su ausencia siempre son una pena enorme, pero creo que cada día se resalta con más fuerza la potencia de su energía, su cariño y lo que fue la obra que uno la ve más visible, en un proyecto tan concreto como es la universidad”.

En Silicon Valley

Cuando en 2018 partieron a California, no era la primera vez que los Silva Álamos emprendían viaje al exterior por la academia. En 2002, junto con su esposa Jimena y su hija mayor —entonces de 9 meses—, estuvieron dos años en Chicago, cuando él cursó su máster en Políticas públicas. Otra de sus hijas nació allá. Luego vino su doctorado en Ciencia Política en Madrid. Pero este viaje a la Universidad de Stanford fue muy particular: era una esperada renovación personal.

“Con mi señora tomamos la decisión de que yo no compitiera por la reelección para diputado en 2017 (por Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea), porque en el fondo estaba la idea de que iniciara el camino de volver a la UDD. Entonces nos hicimos la pregunta de cuál era una buena transición, desde el punto de vista familiar y profesional. Y la posibilidad de irse un año fuera de Chile, a tratar de empaquetar todo lo aprendido, tomar un impulso nuevo para lo que venía, e ir construyendo un espacio desde donde participar, se transformó en algo importante”.

Por eso fue que con mucha anticipación organizaron la ida a Estados Unidos y escogieron Palo Alto, un lugar muy distinto a Chicago. Tiene apenas 67 mil habitantes y en sus calles se respira un aire relajado, con gente joven ligada a la industria de la alta tecnología. Fue un tiempo familiar que se llenó de paseos a parques y cerros, de llegar a cocinar por las tardes; un año donde hubo visitas, pero no tantas.

Silva asistía como “distinguished visiting fellow” a la Hoover Institution, donde se pasean muchos exfuncionarios públicos, exmandatarios y exministros; mientras, sus 6 hijos vivían su propia experiencia en la educación pública en Palo Alto.

“Una educación con muchos recursos, que no es una regla en Estados Unidos; es más bien una excepción. Con una dinámica donde los niños tenían que hacerse más preguntas que contestar respuestas, sus talentos podían desarrollarse con más fuerza y motivación. Y Silicon Valley es un lugar donde llegan personas de distintas partes del mundo. Cuando una de mis hijas se graduó del middle school, en la ceremonia, la bienvenida la dieron en 28 idiomas. El tipo de mundo al que estuvieron expuestos va a dejar una huella profunda en ellos, y en nosotros”, cuenta.

“Hoy hay menos liderazgos”

Para él, Hoover Institution “fue un lugar muy único para ir a tratar de abrir la mente. Había un esquema muy libre. Cada investigador tiene un plan de trabajo, pero que se va ajustando a lo que vives. Llegas con ciertas ideas, pero se abren muchas más preguntas”.

—¿Ese esquema es muy distinto al trabajo partidario?

—Ser miembro del Congreso y presidente de un partido fue importante para mí. Pero cuando estás en la primera línea de la política, lo inmediato te consume muy fuerte, y hay una mirada muy de blanco o negro, del todo o nada; cuando en realidad la vida está llena de grises. En perspectiva, ves que otros países habían vivido procesos no iguales pero con aspectos similares, y que, más que una receta, estábamos en un camino que tenía sentido.

—¿Alguna idea arraigada que tenía como militante UDI y que dejó?

—No tenía verdades tan absolutas antes y quizás era uno de los temas que me hacían pensar que era bueno mirar otros lugares desde donde influir. Hoy en política es mucho más difícil acordar que disentir, los costos para llegar a acuerdos son súper altos. Hoy hay menos liderazgos para atreverse a cambiar de posición, o a escuchar los argumentos de otro. Eso se puede lograr de mejor manera.

—¿Qué se reafirmó en usted?

—La idea de la libertad individual en una economía social de mercado, donde estén en el centro las personas, y donde exista un esfuerzo muy grande por tratar de que las personas sean parte del progreso, que haya empatía con el dolor y los que van quedando afectados por innovaciones, progresos. En eso, las instituciones y sistemas que permitan cooperar, interactuar, han sido súper importantes, y una pregunta que me sigo haciendo es cómo vamos a usar los aprendizajes de la tecnología, de la innovación, del uso de datos, de la inteligencia artificial para mejorar nuestros procesos de decisión.

Kyle Hermans, académico de Singularity University, afirma que para hacer cambios es preciso desaprender. ¿Le ocurrió a usted?

—Quizás cuando estaba en la actividad (política) del día a día, los asuntos uno los encontraba mucho más graves; tomar distancia ayuda a tener más perspectiva y mirar los procesos. Más que estar mirando para atrás, lo bueno y lo malo, este período fue para mirar adelante, tomando aire y energía.

Mirar las cosas de lejos también es sanador. Cuando fue presidente de la UDI, decidió dejar el cargo a partir del caso Penta.

—Estoy feliz de haber sido presidente de la UDI y volvería a tomar las mismas decisiones. A excepción de la reforma tributaria de Bachelet: ahí nos equivocamos al aprobarla. Pero volvería a presentar un proyecto para conducir la UDI; y a enfrentar los escenarios de la misma manera. Dado lo sucedido, habría tomado la misma decisión de renunciar a la presidencia para que otra persona asumiera y le diera un impulso necesario como el que fue en ese momento.

Entonces, Silva declara: “Si hay algo que ha quedado patentado y evidenciado, es que hubo una parcialidad total en la forma en que los fiscales, el Gobierno y la opinión pública trataron el caso Penta. Aplicaron una regla para perseguir a un grupo económico y a un partido político, y aplicaron otro estándar cuando eso los afectaba a ellos mismos”.

—“En lo familiar y en lo personal me han tocado momentos muy difíciles”, dijo en 2015. Salir de Chile, ¿también le sirvió para reflexionar sobre ese complejo panorama político?

—Diría que sí. Esa etapa de mi vida fue súper entretenida y súper difícil. Y obviamente el estar fuera, en un lugar diferente, con personas muy distintas, donde uno no conoce a nadie y nadie lo conoce a uno, da espacio para poder funcionar con mucha libertad.

Capitalistas contra el capitalismo

Silva estudió las dinámicas políticas asociadas a las clases medias y tiene un proyecto en desarrollo sobre la historia económica chilena y los Chicago Boys, “que han sido analizados durante el gobierno militar; pero poco lo que sucedió con varios de ellos después”. Y enfatiza: “La historia va a demostrar que las ideas que promovieron los Chicago en Chile han sido el motor del progreso y de la proyección hacia el futuro” y que “cuando sus ideas parten, en el programa de gobierno antes de Jorge Alessandri, eran resistidas, antes del gobierno militar”.

Explica: “Chile era un país que estaba en una situación económica muy desgastada, con instituciones muy frágiles, con un empresariado muy anclado en el proteccionismo, había una perpetuación de élites que mantenían recursos por una historia asociada a empresas vinculadas al Estado o a esquemas tradicionales. Y lo que hubo fue una apertura y una innovación para abrir la competencia, y eso no le gustó a los empresarios”.

—En torno a los Chicago hay amor y odio.

—Las ideas de los Chicago fueron contra los intereses; desafiaron los paradigmas tradicionales y abrieron la cancha para competir, porque se creía que de esa manera iba a haber más oportunidades y más justicia, y se iba a promover más el mérito. Y eso permitió que se abriera la economía, que pudieran entrar otras empresas desde afuera; que empresas chilenas pudieran partir hacia el exterior.

—¿Qué pasa ahora con esas ideas?

—Yo creo que esas ideas lo que necesitan es seguir revitalizándose y actualizándose a los desafíos de hoy día. Por eso me gusta “Salvando el capitalismo de los capitalistas” (Luigi Zingales y Raghuram Rajan, 2003), o capitalismo para el pueblo, para las personas, o el capitalismo ciudadano, miradas que buscan mantener los valores fundamentales de la libertad individual, pero respondiendo a los problemas de ahora.

—¿Cree que hay una caricatura del capitalismo?

—Sí, una totalmente injusta y equivocada, de pretender que las ideas de mercado son una lógica de defensa de la empresa, cuando son una defensa del emprendimiento, de los mercados.

—¿Qué papel juegan los centros de pensamiento?

—Los centros de pensamiento tienen una tarea de seguir renovándose, ya no para defender lo que se ha hecho, sino para conducir las respuestas a las preguntas relevantes de futuro, desde las ideas de la libertad.

—Algunos sostienen que se ha ido moderando el ideario de Chicago.

—Yo diría que lo que ha sucedido es que ese ideario ha sido asumido de manera más transversal. La Concertación asumió los pilares fundamentales de ese modelo económico, lo profundizaron.

—Con excepción de Bachelet II.

—Exactamente y tuvo un retroceso enorme en votación, por lo tanto, las personas siguen aspirando a poder elegir en salud, a tener una buena opción de elección de colegios para sus hijos, a que el resultado de su vida dependa más del mérito que de las decisiones de otros; que el gasto público se haga de buena manera; que debe haber competencia, pero no tiene que haber abusos. Ese es parte del ideario que se promovió desde las ideas de la libertad económica. Y sigo creyendo que están muy vigentes, pero que lo que necesitan es seguir en permanente revisión para encontrar las preguntas correctas y ofrecer respuestas.

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