“El que nace chicharra, muere cantando”, dice sonriendo Isabel Allende ante la pregunta de por qué insiste en la política, luego de sufrir una neumonía que la tuvo alejada desde enero. La senadora PS vive en una casa pareada, donde se establecieron sus padres, a pocas cuadras de Nueva Providencia, y en la que pareciera que el tiempo se detuvo, conservando recuerdos que la hija menor de Allende está dispuesta a desempolvar en esta entrevista.

Las imágenes de la “Tencha” y del “Chicho”, colgadas en varios rincones y que lograron salvar durante el allanamiento del 11, retratan los momentos más importantes de ese matrimonio, que desde hace un tiempo documentales y biografías se han esmerado por contar, inmiscuyéndose en esos secretos y dolores que la mayoría de las familias poseen, pero que no siempre terminan por salir a la luz.

Diseñada por el arquitecto Fernando Castillo Velasco, la casa de dos pisos, a la que la familia llegó a vivir en 1953, mantiene la sala donde el presidente de la Unidad Popular recibía a sus invitados sentado en un sofá, y conserva algunos muebles, como una pequeña mesa que compartían para hacer sus tareas las tres hermanas Carmen Paz, Beatriz e Isabel.

Hoy lunes, la heredera de Allende regresa al Senado después de haber estado enferma desde fines de enero, y lo hace —asegura— con toda la fuerza que recuperó en estos meses retirada del acontecer político y abocada por completa a su grupo familiar más íntimo: su hija Marcia Tambuti, y su nieta Beatriz, hija de la diputada Maya Fernández.

—Se ha especulado mucho sobre su estado de salud. ¿Qué le pasó?

—Tuve una neumonía, enfermedad que he padecido en otras ocasiones. La he tenido dos veces más, sólo que esta vez fue una bacteria un poco más complicada que se llama pseudomona. La hipótesis más probable es que me la contagié a fines de enero en República Dominicana, cuando fui a una reunión de la Internacional Socialista, de la que soy vicepresidenta. Había mucho aire acondicionado y por más que me cuidé, no hubo caso.

—En 1997 su salud también se complicó con una operación quirúrgica.

—Sí, tuve una operación para el reflujo que era simplemente ambulatoria y fue una muy mala cirugía, al punto que terminé 21 días hospitalizada y con tres operaciones seguidas, pero eso fue un error quirúrgico…

—Del doctor Augusto Larraín, el mismo involucrado en la muerte del Eduardo Frei. ¿Lo sabía en ese momento?

—Sí. Alguien me lo había comentado y yo tuve humor negro y dije “bueno, si mató a Frei, va a tener mucho cuidado de no matar a una Allende”. A mí me lo había recomendado otra doctora y me aseguró que era lo mejor que había en Chile para el reflujo. En ese momento ya había sido elegida diputada, con primera mayoría, y la idea era presentarme a senadora por Coquimbo. Entonces dije: “me opero y nos deshacemos del tema del reflujo”. Pero la operación fue un desastre, tanto así que al médico lo echaron de la Clínica Las Condes. Quien me salvó la vida fue Arturo Jirón.

—Él fue también médico de Salvador Allende, ¿no?

—Sí, claro. Esta vez él puso una condición: trabajar con su equipo y llegó con anestesista, arsenalera, con los auxiliares. En la clínica por supuesto le dijeron que sí. Fue una operación difícil, porque el esófago estaba medio fibriótico, completamente cerrado. Tuve tres operaciones, dos hechas por Larraín y la tercera de Arturo. No creo que estuviera en peligro de morir, pero no podía tragar. Tuve que estar con alimentación parenteral y eso fue terrible.

—¿Qué le ocurrió cuando escuchó en verano el fallo del caso Frei?

—Pensé que si no hubiese sido por Carmen Frei, ese asesinato habría quedado en la nebulosa. En mi caso fue completamente accidental. Para ser honesta, me costó mucho reconciliarme con la Clínica Las Condes, porque en su staff tenían a un médico que no estaba a la altura de los desafíos. Debieron pasar como 15 años para volver a pisar esa clínica.

—¿Cómo se siente ahora?

—El último examen que me hice estaba perfectamente. La bacteria es oportunista, apenas ve un espacio se mete e infecta los bronquios y el resultado es una neumonía. Ya está superado y espero que no se repita.

—Transparentar las enfermedades de los personajes públicos hoy en Chile constituye un valor. Lo hizo Gabriel Boric, pero fue distinto con Pablo Longueira, en plena campaña presidencial.

—Jamás he ocultado mi estado de salud, no tengo ningún problema en decirlo. Envié los certificados a la mesa del Senado, al igual que en 2016, cuando tuve una neumonía, y la vez que me operé de la cadera. Efectivamente es un valor de la transparencia. Ahora estoy lista y en forma para todo.

Las capillas de Allende

—En los años de la dictadura su madre, Hortensia Bussi, tuvo un rol clave en el exterior. Fue la portadora del legado de Allende y la vocera de las elecciones libres en Chile. Algunos dicen que estuvo eclipsada hasta el 73 por su marido, y luego apareció una nueva “Tencha”.

—Sí, es que la gente no la conocía. Ella siempre tuvo una personalidad muy fuerte, opiniones muy certeras. Pero no tenía un rol protagónico en ese sistema presidencialista, que se mantiene hasta ahora con Piñera y Cecilia. Estaba eclipsada en un régimen presidencial donde el “Chicho” era la figura. Después del 73 lo hizo de una manera increíble, con una gran capacidad de sobreponerse, ya que tenía un problema muy serio de columna. Se jugó entera recorriendo el mundo. Hay que reconocer que hizo un rol clave no descansó, pero cuando llegó a Chile, y eso admiro de ella, sintió que había cumplido su tarea y no quiso ejercer ningún cargo público.

—Ella tuvo momentos importantes como en el Canelo de Nos, cuando le pidió a Fidel elecciones libres en Cuba.

—Ella consideraba que lo podía hacer porque tenía la fuerza de ese liderazgo. Nosotras nos juntamos al otro día con Fidel en la Embajada de Cuba y no pasó nada. Creo que Luis Maira y camilo Escalona estaban más asustados, porque los dos estaban detrás del discurso (responde y lanza una enorme carcajada).

—¿Cómo reaccionó su madre cuando uno de sus nietos (Alejandro Fernández) le contó que era homosexual?

—Eso fue fantástico, demoró 30 segundos y dijo “me lo imaginaba”. “Tencha” era profundamente liberal, adelantada a la época.

—¿Y qué pensó usted cuando la colombiana Gloria Gaitán dijo a The Clinic que había tenido un embarazo de su padre?

—No sé si es efectivo o no. Ahora, es verdad e innegable que mi padre tuvo varias aventuras. Pero en el sentido más profundo, el “Chicho” sabía demostrar el apoyo hacia su compañera, independiente de las “capillas” que tuviera. En las ocasiones en que mi madre se enfermó de tuberculosis, siempre estuvo con ella.

—Hablando de “capillas”, su familia finalmente aceptó el lugar que jugó Miria Contreras, “Payita”, en la vida de su padre, ya que su funeral fue en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.

—Es que la Carmen Waugh era la directora y una gran amiga de ella. Yo nunca fui amiga de la “Paya”, siempre fui más cercana de mi madre, yo sabía que eso era un dolor, que no era fácil para ella. Pero también reconozco absolutamente la lealtad de “Paya” con mi padre, que fue tremenda, y la mejor demostración es el mismo 11 con su gesto de acompañarlo durante el bombardeo de La Moneda. Para mí, la Paya es un ejemplo de amor y de compromiso.

—¿Qué significo para usted que su hermana Beatriz haya resuelto, antes de suicidarse, que sus hijos quedaran con Mitzi Contreras, la hermana de Payita?

—En eso la “Tati” no se equivocó. Ambas vivían en Cuba y ella era una persona muy dulce y hogareña. Y para mis sobrinos, Maya y Alejandro, la Mitzi era una madre.

—La historia de su familia es realmente una película con varias temporadas.

—Así es. Debo reconocer que cuando hay dolores, uno trata de hablar poco. Hoy se valora más la transparencia y ahora uno puede hablar estas cosas con muchas más naturalidad. Yo reconozco que tenía sentimientos ambivalentes, pues hasta el 73 no iba al Cañaveral, ni era amiga de la “Paya”. Yo estaba con mi madre en Tomás Moro.

—¿Y ahora ha ido al Cañaveral?

—No. Mi reconocimiento a la “Paya” llega hasta ahí.

“La oposición no está bien”

—¿Participará en las elecciones del PS en mayo próximo?

—He dado mi apoyo a Álvaro Elizalde, e iré en su lista al Comité Central. Vienen dos años de harto desafío, no está fácil lo que estamos viviendo.

—Ante la ausencia de figuras líderes en la centro izquierda, ¿cómo ve las presidenciales?

—La oposición no está bien. Tuvimos una derrota política electoral importante. Fue un año complejo, le ha costado mucho rearticularse, cada partido está tratando de reforzar su identidad.

—El próximo año tendremos elecciones de gobernadores regionales. ¿La oposición podría ganar en Valparaíso?

—Es un fenómeno especialísimo, porque son 38 comunas de realidades completamente distintas: En Aconcagua tenemos todo el déficit del recurso hídrico, la sequía, el monocultivo de la palta, problemas muy distintos de los que viven Valparaíso y Viña. No sé qué candidatos se están perfilando, en Viña está cuestionada la alcaldesa, y en Valparaíso, Jorge Sharp ha intentado hacer un modelo de gestión radicalmente distinto sin las cajas negras, que eran lo que abundaba.

—¿Beatriz Sánchez podría ganar la gobernación regional?

—No sé si va a postular a gobernadora regional, porque también se rumorea que podría ser candidata a alcaldesa en Viña. Cualquiera que sea, y sobre todo ella que está marcando en las encuestas, y si tiene toda esta disposición y compromiso, es bienvenida. Pero la oposición debe dialogar y habrá que hacer primarias. Si no aprendemos ni somos unitarios, le vamos a entregar todos los gobiernos regionales a la derecha, y sus alcaldías las van a mantener o recuperar. Por tanto, ése es nuestro desafío, cómo dialogamos y somos más generosos para unirnos en torno a una figura que demuestre mayor liderazgo. Si mañana en una primaria o en las encuesta, Beatriz Sánchez tiene buena perspectiva, excelente. No se puede a priori rechazar un nombre.

—¿Cuál es su apreciación del trabajo de su sobrina Maya Fernández en la presidencia de la Cámara el año pasado?

—Estoy muy orgullosa, lo hizo muy bien. Me gusta mucho su estilo, de ir a terreno, a las ferias. Me encanta que tenga sus propias opiniones, autonomía. Es bastante cubana, al igual que su hija, Beatriz, a quien adoro.

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