infografía: verónica boudon

Aún sin tasar permanecen las 2,5 hectáreas (25 mil metros cuadrados) colindantes con el borde costero en el sector de Las Salinas, que la familia Vergara, encabezada por Blanca Vergara Klickmann, le ganó en un juicio a la Municipalidad de Viña del Mar, con un fallo emitido por la Corte Suprema el 27 de noviembre de 2018. Ahí se encuentra erigido un paseo costero, dependencias de la Armada, además de una sede concesionada de la heladería Bravissimo.

A menos de 5 cuadras, Copec lucha por instalar un proyecto inmobiliario, que, de prosperar, podría aumentar el valor del metro cuadrado en el sector, pasando de UF 135 a UF 154 en los primeros 500 metros, contados desde el borde costero, según un estudio de 2017 de la U. Adolfo Ibáñez. Es decir, 1 m2 podría alcanzar $4.245.000.

Por eso, para el senador por la zona Francisco Chahuán (RN), la derrota edilicia “es particularmente grave; es un lugar en el que se hizo una inversión pública importante desde que en 2006 el municipio iniciara la recuperación del borde costero”. Por los posibles montos involucrados y debido a la importancia pública del lugar, es que la alcaldesa Virginia Reginato pidió ayuda al Presidente Piñera para que el Gobierno colabore en recuperar la zona y también ha sostenido reuniones con el ministro de Defensa, Alberto Espina, y con la Armada.

El episodio es uno entre otros similares protagonizados a partir de 2001 por los descendientes de la familia fundadora de Viña del Mar. El medio hermano de Blanca, Federico Vergara Cáceres, de profesión abogado, lideró las fallidas acciones con las que intentaron “recuperar” terrenos en Campo Dunar, Sporting Club y el Parque Sausalito

Detrás de las acciones del clan existe un exitoso modelo de negocio creado antes de 1900 y una posterior decadencia, acompañada de tragedias ocurridas al clan en su historia reciente y que, en parte, explican la andanada judicial.

El modelo de negocio

En 1849, el comerciante portugués Francisco Álvares compró dos haciendas, que sumadas abarcaban aproximadamente desde Concón hasta el cerro Barón, en Valparaíso, las que luego heredó su nieta, Mercedes Álvares, quien se casó con José Francisco Vergara en 1859.

Quince años después, Vergara puso en marcha un modelo de negocio que elevó el valor comercial y político de sus tierras: comenzó a poblar el latifundio, creando un nuevo municipio. Ahí surgieron nuevas quintas adquiridas por personajes como Benjamín Vicuña Mackenna, Isidoro Errázuriz, Encarnación Fernández de Balmaceda y los Subercaseaux.

“José Francisco fue muy inteligente para su tiempo”, dice el historiador Jorge Salomó, de la U. Adolfo Ibáñez. Tuvo el “oportunismo” y la “visión” para transformar “la vieja hacienda familiar en una ciudad; debe haber influido su formación como ingeniero agrimensor”.

Sus dos hijos, Salvador y Blanca Vergara Álvarez, heredaron en 1889, pero sólo el primero continuó el modelo de negocios, acrecentando su riqueza y poder. Además se casó con la hija de Benjamín Vicuña Mackenna, Blanca, fue general de Ejército y ministro de Guerra.

“Salvador hizo el loteo, después de la Guerra Civil de 1891, que llevó a que se estableciera la Población Vergara, al norte del estero Marga Marga; fue importante en la urbanización de Reñaca y uno de los líderes de la asociación de explotación comercial del Muelle Vergara”, explica Salomó, quien además es gerente de la Corporación Cultural de Viña del Mar.

Pero con la muerte de Salvador, la fortuna se comenzó a disipar. La familia vendió las acciones asociadas al muelle y loteó el sector aledaño a playa Acapulco.

Un dandi y un homicidio

La Sucesión Vergara (herederos) vendió y donó otras propiedades familiares tras la muerte de Salvador, en 1917; sin embargo, ninguno de sus hijos continuó participando del desarrollo de Viña del Mar. Aquiles emigró a Coquimbo, donde fue diputado por el Partido Radical, y Federico combinó su veta de escritor y periodista con su gusto por viajar.

Una nota de 1994 de La Estrella de Valparaíso lo retrata como un “gentleman en Inglaterra, cazador en África y huaso en Reñaca. Diplomático, escritor y periodista. Dandi y conquistador de mujeres”.

“Fue un socialité. Blanca Vergara Klickmann —su hija— tiene sus crónicas”, acota Piero Castagneto, periodista viñamarino especializado en temas culturales, históricos y patrimoniales.

“Con la muerte de Salvador se produce una reducción de la influencia familiar. Federico Vergara se dedicó a gozar de la producción de sus ancestros y eso implicaba grandes gastos para la época. Era muy generoso; le gustaba mucho la vida social”, agrega Salomó.

Pero “Blanca dice que su padre fue engañado mientras viajaba y así perdió muchos terrenos. Por eso, ahora está muy decidida a recuperar lo que considera que es de su familia”, dice Castagneto, quien añade que además, “ella tenía un hijo que falleció cuando era niño (y cree que) pasó algo paranormal entre su hijo y su bisabuelo José Francisco. Esa experiencia también la motivó a reivindicar bienes. La tomó como una señal para dar la pelea”.

Otra rama de la familia también gastó grandes sumas en un juicio por homicidio en Estados Unidos, aunque nunca se ha dado una cifra precisa. La sobrina de Salvador Vergara, Blanca Elena Errázuriz —hija de Blanca Vergara Álvarez y Guillermo Errázuriz—, fue juzgada por la muerte de su exesposo John de Saulle, a quien a su vez se le acusaba de múltiples infidelidades, no respetar la custodia compartida del hijo del matrimonio y de dilapidar la fortuna de su exmujer. El caso inspiró la película “The woman and the law” de 1922, dirigida por Raoul Walsh.

Blanca Errázuriz arriesgó ir la silla eléctrica, pero fue declarada no culpable, en parte gracias a las gestiones de su madre ante el gobierno, la presión mediática y del movimiento sufragista estadounidense, que tomó el caso como parte de su lucha por los derechos femeninos. En 1940, Blanca se suicidó en una habitación de la Quinta Vergara, propiedad que todavía pertenecía a la familia. Un año después, su madre decidió venderla a la Municipalidad de Viña del Mar. La transacción es hoy desmentida por Blanca Vergara Klickmann, quien luego de ganar el juicio de Las Salinas dijo a Radio Cooperativa que “hay muchos otros terrenos que podríamos pedir en este momento, que dejarían al Festival Internacional de la Canción, que es lo único que le importa a ella (Reginato), sin lugar en donde poder estar. Ese terreno nunca lo compraron”.

El regreso del apellido

Aunque la fortuna familiar disminuyó, para Salomó, el apellido Vergara retomó protagonismo social con Blanca Vergara Klickmann, hija de Federico (el escritor, periodista y viajero). “Ella ha tenido un gran interés por el tema histórico, buscando registros, rescatando historia, seguramente movida también por los intereses familiares y patrimoniales”, afirma.

Fue ella quien aportó documentos, cartas y fotografías familiares, a partir de los cuales la exalcaldesa de Viña del Mar Eugenia Garrido (1982-1990) fundó el Archivo Histórico Patrimonial de la ciudad. Blanca, catalogada por sus conocidos como “muy culta” y “batalladora incansable”, y que ha trabajado de modelo, azafata y anticuaria, fue también quien lideró la única aventura judicial exitosa de la Sucesión Vergara —Las Salinas—, grupo que también componen José Francisco Vergara Klickmann y Federico Vergara Cáceres.

¿Cuáles son sus planes para el terreno de Las Salinas? Antes de responder, su abogado, Aníbal Opazo, reitera que “ese espacio siempre ha sido de la familia Vergara. En 1898 se inscribió en el Conservador de Bienes Raíces de Valparaíso. Su última reinscripción fue en 1992… Salvador Vergara vendió parte del terreno que tenía en ese sector, pero omitió este espacio, porque ahí es donde estaba su casa de veraneo”, agrega.

Y aunque la familia asegura que ha recibido ofertas de privados interesados, incluyendo empresas hoteleras, Opazo dice que aún no hay algo decidido. “Ellos buscarán algún proyecto pensando en los intereses de Viña, porque la ciudad es como su hijo, pero también algo conveniente para ellos, que les permita pasar su vejez tranquilos”, culmina.

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