La inteligencia no se borra por andar con pantalones cortos. La corbata sólo adorna el traje”.

Bracey Wilson, experto en marketing y branding

El mundo y nuestros clientes son diversos. Y valoramos esa diversidad”.

Marcela Jiménez, gerenta de Recursos Humanos Itaú

¿Shorts y hawaianas?

Hay organizaciones que además de relajar sus parámetros de formalidad para vestir, han establecido ciertas celebraciones que distienden el ambiente laboral. Tal es el caso de DirecTV, donde se determinó que un día de junio se le da la bienvenida al invierno con el día de la pantufla.

Para recibir el verano, José Ignacio Alvear, director de Recursos Humanos Sur DirectTV, detalla que “se da la opción de venir con shorts y hawaianas algunos viernes”. Aunque parezca extremo, dice: “Esto es muy bien recibido por nuestros colaboradores, quienes se divierten compartiendo imágenes en sus redes sociales”.

Respecto a las prendas que se permiten en los días de calor, el académico Bracey Wilson asegura que “la inteligencia no se borra por andar con shorts. La corbata sólo adorna el traje”.

Hasta marzo de este año, los empleados de Goldman Sachs, uno de los bancos de inversiones más reconocidos de Wall Street, se regían por un código de vestuario formal, donde los blazers, corbatas y pantalones de vestir eran un ítem imprescindible. Estas prendas, ligadas a la solemnidad, eran parte del uniforme que distinguía a los trabajadores y los catalogaba como “serios”.

Todo esto cambió luego de que un memo, de los altos directivos, se difundiera entre la comunidad para instaurar un dress code de vestimenta casual. Ahora, la decisión de cómo vestirse para ir a trabajar quedó en manos de los empleados de Goldman Sachs. Eso sí, con una condición: vestirse “de manera consistente con las expectativas de los clientes y ejerciendo un buen juicio”.

Por lo que significa para el barrio financiero de Manhattan, la noticia ha originado una oleada de comentarios y preguntas delicadas. ¿Qué desafíos enfrenta dejar el uniforme? Si ciertos códigos logran homogeneizar la apariencia, ¿derrumbarlos implicará que la desigualdad se haga más evidente?

La experiencia local

En Chile, la tendencia ha llegado a compañías como Baraona Fischer & Cía., Itaú, PwC, DirecTV y Ernst & Young.

Para Bracey Wilson, del Magíster en Dirección de Marketing de la Universidad Adolfo Ibáñez, “hemos entrado en una época de transición, donde hay cambios generacionales importantes. Pasamos de los X a los millennials, quienes buscan estándares de vestimenta más relajados. Pero no es fácil el cambio”.

En el caso de Goldman Sachs se les advirtió a los empleados que la decisión significa un voto de confianza —aunque no se especificó qué prendas eran o no apropiadas— y que la informalidad queda a juicio de cada uno.

Renzo Corona, socio principal de la consultora PwC, explica que si bien flexibilizaron su dress code no hace muchos años, desde sus inicios la consultora se caracteriza por adaptarse al estilo de vestimenta del cliente. “En caso de tener una reunión con una firma de abogados formal, se exige sobriedad, chaqueta y corbata. Si por el contrario el cliente tiene un estilo más informal, el encuentro podrá tener una norma menos estricta”.

Parecen mínimos, pero son cambios relevantes, tomando en cuenta, como dice Corona, que “las consultoras tanto como los estudios de abogados seguimos estando entre las compañías más conservadoras”.

Basta recordar la polémica en 2015, cuando se filtró el código de vestuario del estudio jurídico Bofill-Escobar, que advertía a las mujeres no usar “telas con estampados, brillos, encajes, transparencias, colores chillones o neón”, entre otras cosas, aparte de “evitar el exceso de perfumes, uñas muy largas” y hasta “accesorios Hello Kitty”.

Transcurridos cuatro años de esa controversia, se ven señales distintas. Por ejemplo, el estudio de abogados Baraona Fischer & Cía. aprobó un código más casual, aunque entrega un memo de bienvenida para evitar confusiones.

Isabel Espinoza, socia a cargo de Recursos Humanos, cuenta que los clientes prefieren un estilo menos convencional para hacer más relajadas las reuniones. “Es bastante libre y todos los profesionales vienen vestidos de forma adecuada para trabajar”.

Resalta la cantidad de mujeres que trabajan en este estudio (54%) y lo jóvenes que son los empleados. Dice que este lugar de trabajo “es más relajado que cualquier otro estudio y eso se explica por el estilo de los socios”.

También en bancos

Desde principios de 2019, el Itaú relajó su dress code. Esto, según Marcela Jiménez, gerenta de Recursos Humanos, “porque el mundo y nuestros clientes son diversos. Y valoramos esa diversidad”.

Explica: “A partir de este año y dependiendo de sus funciones, los colaboradores y colaboradoras del banco que lo prefieran no tienen obligación de usar corbatas, chaquetas, faldas o zapatos de taco alto”.

Jiménez aclara que los empleados deben cumplir dos reglas: es importante cuidar la marca y, en segundo lugar, tener en cuenta que el cliente va primero. Por eso, el banco invita a aplicar el sentido común y a vestirse de manera formalcuando la situación lo amerite.

Jeans permitidos

En el caso de la consultora Ernst & Young, el 1 de agosto de 2017 se comunicó el nuevo código de vestuario que incluso acepta el uso de jeans.

La decisión —a nivel continental— tiene la finalidad de favorecer una cultura de trabajo más flexible, considerando las nuevas generaciones que forman parte de la auditora. Bárbara Moses, gerenta de Desarrollo Organizacional, aclara que con esta iniciativa “se alienta a los colaboradores a usar ropa cómoda que refleje su estilo personal y que a la vez asegure que se vean como los asesores de negocios experimentados y especializados que son”.

Bracey Wilson cree que es importante que los líderes de las organizaciones se suban al carro del cambio generacional y reinventen las prácticas tradicionales. “El tiempo está cambiando y es muy útil saber adaptarse, el que es conservador va a quedar fuera”.

Diversidad en Wall Street

Quien supo entender este mensaje fue David Solomon. Asumió la presidencia de Goldman Sachs en enero de este año y se tomó dos meses para reestructurar el estándar al interior de la banca de inversiones.

El 75% de empleados bajo los cuarenta años y favorecer la búsqueda de nuevos talentos que desarrollen el área tecnológica fueron las razones para dejar atrás la formalidad de los trajes hechos a la medida.

En las últimas entrevistas, se ha podido ver a Solomon, quien también es DJ de música electrónica, sin corbata y vistiendo prendas más casuales.

Si bien la experiencia a nivel local ha sido beneficiosa para las empresas consultadas, han surgido algunas dudas tras el caso de Goldman Sachs. La principal es: ¿Qué consecuencias trae deshacerse del uniforme que estandariza a los funcionarios de una empresa?

El dilema femenino

La informalidad en el dress code es una medida que presenta dualidades. Es cierto que dar autonomía para decidir qué ponerse refleja mayor libertad. Sin embargo, esta misma libertad puede someter a los trabajadores a un estrés extra, cuando las convenciones sociales o estereotipos étnicos aún son poderosos en la mayoría de los ciudadanos.

Un artículo del Washington Post, de marzo de este año, postula que hay mujeres en desacuerdo con esta medida. “Recién habíamos alcanzado igualdad con el uso de pantalones y de pronto nos dicen que eso ya no corre. Ahora las mujeres tendremos que encontrar otra forma de encontrar paridad”, sentenció Susan Scafidi, directora académica del Fashion Law Institute de la Fordham University.

Un debate que incluso ha llegado al mundo diplomático, como quedó en evidencia a mediados de marzo, cuando la diputada Maite Orsini consideró sexista la exigencia de “vestido corto” para un almuerzo con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el 23 de marzo en La Moneda. Pero aunque dicha norma es habitual en este tipo de ceremonias, los tiempos cambian, y también las normas.

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