Ellos necesitaban gente que obedeciera y eso no lo conocieron conmigo”.

De todas las personas que durante 93 años pasaron por las aulas del Universitario Inglés, en Andrés Bello 1337, Delfina Guzmán debe ser una de las que tiene recuerdos más antiguos del colegio. Fue un paso distinto al de otras figuras que estuvieron en el establecimiento de Providencia, que ayer anunció que cerrará por un tema económico. La exsenadora Carmen Frei, la ecologista y excandidata presidencial Sara Larraín y la pintora Carmen Aldunate, también son exalumnas.

Guzmán estuvo ahí en la década del 30, pero se quedó solo hasta los 12 años. “Me expulsaron gracias al cielo, se lo agradeceré a Dios todos los días de mi vida. Después llegué a un colegio de libertades e ideas mucho más amplias. Eran unas monjas muy beatas, pero tremendas”, recuerda.

El Universitario Inglés les comunicó ayer a los actuales apoderados que éste va a ser su último año escolar, debido a que no pueden sostener la operación del colegio. En 2014 las religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús —sus dueñas, que también tienen otro colegio en Cerro Navia— intentaron realizar una operación inmobiliaria para reunir fondos y mantenerlo, pero ello no fue posible debido a que el edificio y su iglesia habían sido declarados por la Municipalidad de Providencia como lugar de conservación histórica.

—Salieron hartas mujeres importantes, ¿les enseñaban a ser líderes?

—Eso puedo haber sido después. A mí me echaron a los 12 años. A esa edad uno no tiene mucha conciencia, pero yo las detestaba. Me cargaba el colegio. Después cuando paso por ahí me da pena, los recuerdos, lo lindo que era. Un colegio muy lindo, muy elegante.

— ¿Por qué la echaron?

—Bueno, por puras tonteras, mijita. Yo era un ser, como he seguido siendo, muy vital, muy preguntona, discutidora, viva, despierta. No aceptaba las cosas porque sí. Siempre he sido una niña muy activa. Ellos necesitaban gente que obedeciera y eso no lo conocieron conmigo.

—¿Las castigaban?

—Mira, eran unas miradas de profundo desprecio hacia todo lo que no estuviera de acuerdo con ellas. A mí me encontraron una demente no más, nunca pensaron que era una niñita muy avanzada para su edad o distinta. Ellos querían obediencia. "Las mujeres vienen a educarse para aprender a obedecer", ¿qué me dices tú de esas bestias? Se trataba de no discutir, de no verle las segundas partes de las cosas, de obedecer.

— Se queda con los recuerdos de la infraestructura entonces.

— Exactamente. Pero me acuerdo que para llegar a la sala de estudios había que ir por unos pasillos blancos, y a ambos lados en el piso tenían unas líneas negras que había que seguir y yo lo único que hacía era saltar de un lado para otro. Esa presión sobre el cuerpo y la cabeza es lo que tengo más claro de esa época.

— ¿Tenían alguna rutina?

—Todo estaba planificado. Una de las cosas que yo hice y que todavía me da mucha risa, es que los viernes había una misa muy importante, entonces había que ir con unos velos preciosos y cuando yo estaba en la fila, aprovechaba de amarrar el velo de la persona que quedaba delante de mí. Ese tipo de cosas eran considerados pecado mortal.

—¿Qué le parece que ahora vayan a cerrar el colegio?

—Me da mucha pena, aunque yo no estoy de acuerdo con la enseñanza religiosa. Una de las peores cosas de la Iglesia Católica fue hacerse cargo de la educación. Pero eso no quiere decir que esté en desacuerdo con la religión. Yo soy bastante católica.

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